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María Dueñas ante el Mediterráneo alicantino, por donde salieron y regresaron de Argelia los 'pieds-noirs' españoles. Javier Ocaña
María Dueñas rescata la memoria sepultada de los 'pieds-noirs' españoles

María Dueñas rescata la memoria sepultada de los 'pieds-noirs' españoles

Regresa a sus orígenes iluminando con su sexta ficción otro episodio oscuro de la España peregrina, la dura vida de los emigrados y exiliados en la Argelia colonial

Miguel Lorenci

Alicante

Jueves, 27 de marzo 2025, 19:07

De adolescente violada a mujer empoderada. De miserable desvalida a solvente empresaria. De sometida a liberada. Así es Cecilia, la protagonista de 'Por sí un día volvemos' (Planeta), la sexta novela de María Dueñas (Puertollano, 1964). Para regocijo de sus legiones de fieles lectores, la escritora regresa a sus orígenes con la peripecia de un personaje parejo al de Sira de 'El tiempo entre costuras'. Es el lanzamiento del año de sus editores, con 500.000 ejemplares en 18 países a ambos lados del Atlántico.

Vuelve al norte de África para rescatar la memoria enterrada de los olvidados 'pieds-noirs' españoles, emigrantes y exiliados que, asimilados por Francia, formaron parte de un mundo colonial que se diluyó como un azucarillo. Un colectivo de unas 130.000 personas que vivieron y prosperaron en Argelia desde el primer tercio del siglo XX y regresaron con el alma rota y las manos vacías.

Con ellos ilumina Dueñas otro episodio oscuro de la España peregrina. Arranca en 1927, cuando Cecilia Belmonte –nombre robado– huye por Cartagena de una vida mísera y sin futuro y el miedo como único patrimonio tras cometer una atrocidad para salvarse. Termina en 1962 cuando abandona una Argelia recién independizada de Francia en la que impera el terror y en la que Cecilia había prosperado como fabricante de jabón.

María Dueñas. Javier Ocaña.

En ese arco de apenas treinta años Dueñas narra la epopeya de un personaje dickensiano al que vemos caer y levantarse en el trágico auge colonial y caída de la Argelia francesa. A su través desentraña el «alma española» de Orán, con presencia hispana desde el siglo XV, donde hubo tres plazas de toros y se hablaba 'oranico', mezcla de valenciano, español, francés y árabe.

«Fueron muchos los españoles que buscaron una nueva vida en Argelia cuando se tardaba menos en ir de Alicante o Cartagena a Orán que a Madrid», explica la escritora oteando el Mediterráneo por el que salieron y regresaron . Presentó la novela en Alicante, rodeada de cuatro de sus «cómplices», venerables ancianos hoy que pasaron su infancia en Orán y guardianes de una memoria enterrada.

Cecilia fue una andrajosa criatura en una España «agria y asalvajada» y una mujer hecha a sí misma. Reconoce Dueñas que tiene «poco y mucho» que ver con Sira, la protagonista de 'El tiempo entre costuras', la novela que la catapultó hace tres lustros. «Ambas son mujeres jóvenes a quienes la adversidad enfrenta a un futuro incierto. Nos reflejan frente a los quiebros, golpes y caídas de la vida», señala. El lector, que no sabrá nunca el verdadero nombre de Cecilia, conocerá a sus amantes, sus dos maridos, y sus vicisitudes durante la Guerra Civil, la II Guerra Mundial, la guerra de Argelia y su independencia.

Como desentrañó la historia de la colonia española en el norte de Marruecos, arma Dueñas su nueva novela. «Siempre pensé que en Orán había una novela por escribir», dice una autora para quien «el escenario suele ser anterior al personaje». «Había más españoles que franceses en Orán, pero su memoria quedó sepultada», lamenta Dueñas. «Cuando te cortan tus raíces las afianzas», dice de aquellos españoles transterrados. Para rescatar su memoria ha contado con herederos de las familias españolas «que vivieron y trabajaron allí: tabaqueros como los Bastos, los licoreros del anís Galiana, heladeros o turroneros».

Más sabia

La experiencia no es un grado para Dueñas, a quien «no pesa la presión del éxito». «Me siento como ante mi primera novela. No doy nada por ganado y me dejo la piel con cada línea», dice la escritora que ha vendido más de diez millones de ejemplares de sus novelas, traducidas a 35 idiomas y que han dado pie a series televisivas. «Pero no soy la misma antes y después de este libro. Soy seis novelas más vieja, dieciséis años mayor y más sabia», ironiza.

La plaza del Ayuntamiento del Oran colonial. R.C.

Le choca que «siendo España un país de inmigrantes tengamos tan poca literatura sobre el tema». «No sé si esa desmemoria es por el afán de olvidar un pasado de pobreza y miseria», plantea feliz por «recuperar capítulos perdidos de nuestra historia reciente».

Sus entregados lectores agradecerán que Cecilia recoja el testigo de la carismática Sira Quiroga de 'El tiempo entre costuras' y 'Sira'. También los productores audiovisuales que pujarán fuerte por los derechos de una historia que engancha y clama por traducirse a imágenes desde sus trepidantes primeros compases.

La novela concluye con Cecilia regresando de Argelia, como otros 30.000 españoles. Unos 3.000 huyeron a bordo de dos barcos enviados por Franco contraviniendo las directrices del gobierno francés: el Virgen de África y el Victoria, buques gemelos de la compañía Trasmediterránea. «Regresan a la España del desarrollismo al que se suman, abriendo lavanderías, supermercados, inmobiliarias o discotecas, lo que era un absoluta novedad en la época» precisa Dueñas.

Quiso presentar la novela mirando a Orán desde Alicante, el último escenario de una ficción con final abierto y segunda parte a la vista. Lo hizo ante las quinientas personas que abarrotaron la Casa del Mediterráneo, conversando con cuatro 'pieds-noirs' el historiador Juan Ramón Roca; Carlos García Ramos, nieto de empresarios oraneses; Eliane Ortega Bernabeu, guardiana de la memoria del exilio republicano, y Josep Torroja, antiguo activista de la OAS que, a sus 95 años, rememoró emocionado el esplendor perdido del Orán español. Una sociedad desmoronada con la independencia argelina que expulsó a más de un millón de europeos en un mes y entró en un infierno con más de 5.500 asesinatos al año.

María Dueñas e la presentación junto a sus 'cómplices' 'pieds-nioirs' . Javier Ocaña

Francia concedió a muchos la nacionalidad y se convirtieron en 'pieds-noirs', literalmente pies negros, denominación de connotación despectiva o positiva dependiendo de quién y cómo la utilice. «Algunos lo dicen en referencia a la pobreza, aunque hay teorías que vinculan el término a las botas negras que gastaban los primeros colonos militares franceses», señala Dueñas.

Doctora en filología inglesa, tras dos décadas dedicada a la docencia Dueñas entró como un tornado en el mundo literario en 2009 con 'El tiempo entre costuras'. Inesperado fenómeno editorial que con una tirada inicial de 3.500 ejemplares explotó por el boca oreja. Ha superado el centenar de ediciones y su adaptación televisiva fue otro bombazo.

El crazón de Orán e el tiemp que retrata la novela. R.C.

Crisol étnico y cultural

«Los franceses de Argelia son una raza bastarda, hecha de mezclas imprevisibles. Españoles y alsacianos, italianos, malteses, judíos y griegos se encontraron en esas tierras». Lo dejó escrito en 1953 Albert Camus, francés argelino y descendiente de menorquines por línea materna. Dueñas recrea ese crisol étnico, social y cultural poniendo caras, alma y peripecias a muchos de aquellos seres.

La primera ocupación española tuvo lugar entre 1509 y 1708 cuando España se conocía a Orán como 'La Corte Chica'. La segunda se produjo entre 1732 y 1791. Argelia se hizo francesa en 1830 pero la cercanía con España propició la llegada de decenas de miles de inmigrantes que huían de la pobreza. Tras la guerra civil llegaron otras oleadas en barcos repletos de republicanos exiliados.

«Orán siempre ha sido una ciudad con marcada alma española» explica la narradora que reflejan su novela los imponentes edificaciones militares, los barrios y negocios de carácter español y tradiciones como la música, los toros, las hogueras de San Juan o la gastronomía.

Muchos de aquellos españoles adoptaron la nacionalidad francesa, su lengua y sus rutinas e incluso sus nombres de pila. Orán se llenó de Jean Pierre Martínez, Pauline García, Agnès Moreno o Maurice Rubio. Se incorporaron a la élite con un francés perfecto. Hubo industriales españoles cuyos negocios aparecen la novela como el gran tabaquero Bastos, los fabricantes del afamado anís Galiana, o el dueño del gran hotel de Martínez. Pero a pesar de ser oficialmente franceses, los españoles no tenían los mismos derechos que los galos originarios de la metrópoli y eran a menudo tratados de forma despectiva.

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