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En su novela 'El Péndulo de Foucault' Umberto Eco narra la visita de los protagonistas, tres intelectuales que trabajan para una editorial de Milán, a un enigmático aristócrata cuyo estudio era amplio «con exquisitas librerías de anticuario, repletas de libros bellamente encuadernados, sin duda todos ... de venerable edad». Diotallevi, uno de los personajes, no puede evitar la tentación de hojear uno de ellos, una obra del erudito jesuita Athanasius Kircher. Un ejemplar de la primera edición de un libro de ese mismo autor, 'Arca de Noe in Tres Libros Digesta' (1675), forma parte de una biblioteca real que está en Bilbao y que no pertenece a un marqués misterioso, sino a un notario jubilado bien conocido en la villa, José María Arriola. Esta biblioteca, la Arriola Lerchundi, está en un piso en el Casco Viejo, y sus anaqueles están ocupados por libros igualmente bellísimos y de edad venerable. Varios de ellos de antigüedad y rareza notables, de hecho.
Hay una diferencia entre la biblioteca ficticia del personaje de Eco y la de Arriola. La del marqués de Aglié, según sus propias palabras, estaba formada por «apenas un par de centenares de volúmenes». Mientras que la de Arriola, precisa el notario, «comprende aproximadamente 20.000 volúmenes impresos, contando entre ellos 140 incunables –es decir, libros impresos antes del 1 de enero de 1501–, además de 15.000 documentos manuscritos».
Lo explica en el prólogo del catálogo que acaba de editar', una selección de «300 obras impresas que a lo largo de los últimos 50 años, con mucho cariño, sacrificio, esfuerzo, suerte y grandes dosis de locura, hemos tenido la inmensa fortuna de ir adquiriendo en diversas subastas, ferias y libreros de todo el mundo». Si Carlos Ruiz Zafón fantaseó en 'La Sombra del Viento' con un cementerio de los libros olvidados, esta biblioteca es la casa de los libros bien buscados.
Editado con exquisitez, '300 libros impresos de la Biblioteca Arriola Lerchundi', es más que un catálogo. Es un libro elegante, de gran tamaño, con fotografías de calidad de los ejemplares listados, que aparecen descritos y reseñados con precisión. Hojearlo es un viaje al fondo del coleccionismo bibliográfico: un ejemplar de la primera edición de los 'Principia Mathematica' de Newton (1687); El Diálogo sobre los máximos sistemas del mundo, tolemaico y copernicano', de Galileo Galilei, 1632, primera edición; obras de Tycho Brahe y de Johannes Kepler; Un 'Libro de horas' que perteneció a María de Valois, reina de Navarra (1553-1615); una primera edición de 'El Capital', de Karl Marx; 'La Araucana', de Alonso de Ercilla, primera edición; el 'Traité de Radioactivité' de Madame Curie...
Y así hasta 300 libros repartidos en diez grandes categorías temáticas: Ciencia, Astronomía, Navegación, Historia, Hispanoamérica, Derecho, Biblias, Ideas, Economía y, por último, Varios, la sección que, según aseguraba Eco, que era un gran bibliófilo, es la que siempre suele esconder «sorpresas maravillosas». Veamos qué aparece abriendo al azar el catálogo por ese apartado: Referencia 283, un 'Quijote' de Ibarra (1780), cuatro tomos. «Ejemplar que perteneció al Duque de Montpensier, hijo del Rey de los franceses Luis Felipe I, quien posteriormente se lo entregó al bibliotecario del rey, Jean-Baptiste Tenant de Latour, por los servicios prestados a la Casa de Orleans». Don Umberto estaría encantado. «Escoger estos 300 libros no ha sido fácil», explica Arriola sentado en el despacho que, de algún modo, es el núcleo de su biblioteca. No solo porque sea su lugar de trabajo, sino porque «aquí tenemos los catálogos bibliográficos», dice señalando a los anaqueles que cubren dos de las cuatro paredes de la estancia.
«Ahora, con las nuevas tecnologías y con internet, es bastante fácil encontrar información sobre libros antiguos, no es muy complicado conocerlos y valorar su rareza. Pero antes dependíamos de estos catálogos que, por otra parte, son maravillosos. Me asombra la capacidad de trabajo y el conocimiento de sus autores, con los pocos medios de los que disponían», añade mientras muestra el 'Manual del librero hispano-americano' de Antonio Palau y Dulcet (1867-1954), la segunda edición. «Son 28 volúmenes y es uno de los catálogos que más utilizamos». Habla en plural, porque en esta aventura libresca Arriola está acompañado por su mujer, Rosa Lerchundi, y por su hijo, Jaime. Si el despacho es el núcleo de la biblioteca, enfrente está el corazón: es un pequeño taller de restauración y encuadernación «del que se encarga mi mujer, a la que convertí en mi cómplice en la búsqueda de libros antiguos».
Este catálogo de 300 joyas impresas de la colección Arriola Lerchundi conmemora, en cierto modo, el 50 aniversario de esta biblioteca. Pero tiene además otro propósito importante: «A mis 87 años, este catálogo es un vehículo para poner de manifiesto a las entidades que a nosotros nos interesan una proposición sobre el destino de la biblioteca». Es como «un botón de muestra». No está a la venta, solo se han impreso 250 ejemplares y se ha editado «para que las grandes casas de subasta y librerías del mundo conozcan una aproximación de lo que hay aquí, se acerquen a nosotros y podamos encauzar el destino de esta biblioteca, que lógicamente es la enajenación».
Arriola deja claro que su mayor deseo «sería mantener la biblioteca dentro de Bizkaia. Mis hijos tienen instrucciones muy concretas sobre el destino de la biblioteca y las facilidades, tanto de tiempo como de importe o de costo, favorables, que siempre tendrían que ofrecer para que la biblioteca se mantuviera en Bizkaia en lugar de irse dispersando por el mundo», a través de «de estas grandes librerías con las que mantenemos relación y de las dos grandes casas de subasta, que son Christie's y Sotheby's, que hoy en día están muy necesitadas y ansiosas de fondos bibliográficos».
¿Cómo nació esta afición? «Desde niño, desde muy joven, tuve mucha inclinación por el tema de los libros antiguos. Pero esto se incrementó muchísimo cuando saqué la oposición a mis 25 años y me coloqué». Trabajó tres meses en prácticas como notario en el despacho de Juan Vallet y Goytisolo, «el notario y jurista más famoso de España del último siglo y medio. Un genio, una persona extraordinaria, y que me tuvo mucho afecto durante toda su vida», rememora Arriola.
«Él fue un autor que escribió inmensos libros de Derecho y recuerdo como si fuera hoy cuando me dijo 'mira, José Mari, para escribir de Derecho es imprescindible contar con textos históricos. El Derecho es evolución y, por lo tanto, hay que conocer su evolución histórica'. Y así empecé, haciendo caso a este consejo». Así que lo que luego se convertiría en la biblioteca Arriola Lerchundi empezó siendo una colección de clásicos del Derecho. Pero claro, una cosa llevó a la otra. «Haciendo una biblioteca de Derecho, no es raro que pasáramos inmediatamente a la Historia».
«Y así empezaron las dos grandes ramas que todavía hoy son, sin duda, las más numerosas en ejemplares y en valor de esta biblioteca». Lo que ocurrió es que «tuve la oportunidad de ir adquiriendo otras obras del mundo de las ideas, del mundo de la ciencia, del mundo de la astronomía... Son menos numerosas en esta biblioteca, pero son importantes».
Novelas como 'El Club Dumas', de Arturo Pérez-Reverte, invitan a imaginar toda clase de peripecias para conseguir este tipo de libros. La realidad es menos aventurera, pero no menos interesante. «Compramos en subastas, en las ferias más importantes y a libreros especializados. A las subastas acudimos con un límite máximo de puja». Como ejemplo, muestra el catálogo de la próxima en la que va a participar. Ha seleccionado cuatro obras y ha apuntado los límites a lápiz en post-it. Curiosear es tentador e inevitable. Resulta que las cantidades, en este caso, son respetables pero tampoco fabulosas. Los precios de salida rondan los 250 euros y los límites los 650. «Creo que solo me he calentado una vez. Fue hace bastante tiempo, porque fue con pesetas –rememora, sonriendo–. Me había marcado el techo de 25.000, pero me fui muy arriba. ¡Lo que pasa es que me acuerdo del calentón, pero no del libro!».
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