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Las editoriales más reputadas se los rifan. Son bilbaínos y eminencias en el sector de la traducción. Los hay, como los hermanos Zulaika, con una ... nómina de autores amplísima. Desde Faulkner a Nabokov y Truman Capote, pasando por Jean Schwoebel y Houellebecq. Ahora bien, también hay casos insólitos como el que representa Marian Ochoa de Eribe, especializada en un autor tan sumamente complejo y prestigioso como Mircea Cărtărescu, que todos los años postula para el Nobel de Literatura. Para conocerlo mejor, el festival Ja! Bilbao contará este año con la presencia del escritor rumano.
Marian Ochoa de Eribe, Literatura rumana
Marian Ochoa de Eribe Urdinguio (Bilbao, 1964) es una de las traductoras de referencia en España. Domina ocho idiomas pero se centra en el rumano, «que hablo perfectamente, sin acento y, además, me fascina». No hay matices, ni dobles ni triples sentidos -los compatriotas de Drácula son maestros de la ironía como recurso estilístico- que se le escapen. Solo una profesional como Ochoa de Eribe está en condiciones de hacer justicia a Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956), el mejor escritor contemporáneo de Rumanía. Sin ella, muy pocos conocerían en España la obra de un creador que rinde culto a la infancia, los sueños y los bosques, «bajo una mirada profundamente original, que lo mismo va de lo microscópico a lo telescópico». Una experiencia fuerte desde todos los ángulos, con el telón de fondo del régimen comunista.
La obra de Cărtărescu tiene mucho de Kafka y de Proust. No solo derrama su vida interior a borbotones, sino que se las apaña para adentrarse en el mundo de las cucarachas, el sexo o los satélites de Júpiter con toda naturalidad. Permanente candidato al Nobel de Literatura, el autor de 'Nostalgia' y 'Las bellas extranjeras' se anuncia como una de las estrellas más rutilantes de la novena edición del Ja! Bilbao -Festival Internacional de Literatura y Arte con Humor-, que se celebrará entre el 27 de septiembre y 7 de octubre. La editorial Impedimenta, con su director Enrique Redel a la cabeza, y la propia Marian Ochoa de Eribe arroparán al escritor en su presentación al público vasco.
«¿De qué hablaremos? No faltarán temas. Cărtărescu es un autor muy intenso, con gran sentido del humor. Muchos de sus libros requieren 'músculo' para sumergirse en su contenido, no son aptos para lectores blanditos pero, en el plano personal, es un hombre muy cercano. Yo lo veo como un encantador de serpientes que cuenta historias como nadie», advierte su admiradora más meticulosa en España, incapaz de leerlo sin un boli en la mano. A estas alturas, no debería extrañar que Ochoa de Eribe aparezca en la última entrega de los diarios personales de Cărtărescu. Se ha convertido en una figura vital en la proyección de su trabajo literario.
Jamás se imaginó que llegaría tan lejos. De jovencita, soñaba con dar clases de Literatura en la Universidad de Deusto y no le tentaba el mundo de la traducción. Y eso que muy pronto se reveló como una políglota arrolladora. Controlado el inglés, aprendió ruso y alemán mientras cursaba Filología Hispánica. Tampocó desechó el francés y el italiano. Al terminar la carrera, pasó una temporada en Estados Unidos y luego se doctoró en Literatura Comparada con un trabajo sobre la recepción de Walt Whitman en la poesía española de posguerra. «Quería quedarme en Deusto pero no me convenció lo que me ofrecieron. No pude aceptar... Me marché a Rumanía». Allí consiguió una plaza como profesora de español en la Universidad Ovidius de Constanza, a orillas del mar Negro, y aprovechó su estancia a tope.
No solo disfrutó de la playa y de los sustanciosos caldos de la región -con legumbres, callos, carne picada...-; también practicó el idioma con pasión, tanto en las aulas como en el mercado, plazas, taxis, bodas y funerales. Entre 1993 y 1997 se enamoró del país y de su literatura. Decidió traducir a los autores rumanos, desde Mihail Sebastian a Mircea Eliade, y no tardó en brindársele la posibilidad de volcarse en Cărtărescu.
-¿Usted vive de la traducción?
- No, mi actividad principal son las clases de Lengua y Literatura en el instituto de Balmaseda. Pero, ojo, no me quejo. Traduzco literatura y, encima, me centro en la obra de un genio. Lo hago sin agobios, a mi ritmo. ¿Qué más se puede pedir?
Jesús Zulaika Goikoetxea, Literatura anglosajona y francesa
Vive en un pueblito madrileño, Olmeda de las Fuentes, que tiene poco más de 300 habitantes. Entre páramos y vegas, con manantiales que fertilizan la tierra. Un derroche de verde y luz, «maravillosos para disfrutar fuera y dentro de casa», apunta Jesús Zulaika Goikoechea (Bilbao, 1948) a primera hora de la mañana, después de un largo paseo con los amigos. Es un profesional que pasa muchas horas al día entre cuatro paredes y valora mucho el paisaje que puede contemplar desde la ventana de su estudio. Ha traducido lo mismo a Truman Capote que a William Faulkner, Martin Amis y Richard Ford; sin olvidar a Jean Schwoebel y Alphonse Daudet.
Hace tiempo que se ganó un lugar de honor en la editorial Anagrama, dentro de la sección de literatura anglosajona. Lector voraz desde la infancia, se considera un tipo inquieto, con estudios de Derecho Económico y Periodismo, además de muchas peripecias de juventud y madurez. «Me niego a envejecer. Yo no moriré viejo nunca», asegura con retranca un bilbaíno que se lio la manta a la cabeza con 20 años para recorrer mundo. Vivió el Mayo del 68 en París -«o sí que estuve ahí, no como otros...»- y luego echó raíces por un tiempo en Inglaterra, donde tuvo la oportunidad de impartir clases de español en la ciudad de Preston.
A su regreso, recaló en Barcelona, tradujo del francés al castellano 'La prensa, el poder y el dinero', de Jean Schwoebel, y terminó embarcado en una nueva etapa. «El azar siempre tiene un papel importante. Yo no tuve una vocación temprana y clarísima pero hace tiempo que no concibo una actividad profesional más satisfactoria. No tienes jefes ni compañeros insoportables, organizas tus horarios y te dedicas a leer y leer». Desde hace más de 40 años no ha parado de traducir-en la actualidad le pagan mejor que a la mayoría-, y además consigue mantenerse fiel a su talante natural. Busca con afán la diversidad y la sorpresa. No le hace ascos a retos de la talla de 'En la tierra del dolor', de Alphonse Daudet, que aborda el tormento de la sífilis, ni a clásicos del siglo XX como 'A sangre fría', de Truman Capote.
Ahora tiene entre manos los ensayos de Martin Amis, «y estoy dándole vueltas a un párrafo en el que habla de John Travolta en 'Pulp Fiction' y no lo consigo, no lo consigo...». En su gremio se termina sacándole punta a todo lo imaginable, «así que aburrirte, no te aburres, aunque puedes sufrir un poco». Sobre todo cuando se tiene el perfeccionismo de Zulaika, un profesional que huye de «las chapucillas» como de la peste. Tanto de las propias como de las ajenas. De ahí que no dude en mejorar la versión original, «porque si no subsanas los errores crasos, te echarán la culpa a ti y nunca al escritor».
-¿Relee sus traducciones?
- Lo hago después de un par de años. Algo muy gratificante cuando ha salido bien. Y si he metido la pata, corrijo la errata. Hay que ser humilde.
Jaime Zulaika Goikoetxea, Literatura anglosajona y francesa
Tiene 60 años y es el hermano menor de Jesús Zulaika. Hasta hace poco residía en Barcelona. «Ahora ando por Madrid y no paro, siempre de aquí para allá», confiesa Jaime Zulaika Goikoetxea en mitad del campo para oxigenarse. Igual de trotamundos que Jesús, estudió ruso y chino en el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales de París; y también cursó Filología Inglesa en la Ciudad Condal.
Parecía destinado al mundo de los libros y la aventura. No obstante, le pudo el pragmatismo «y un sueldazo increíble, no te voy a mentir». Entre 1986 y 1996, el benjamín de los Zulaika formó parte de la plantilla de traductores del Consejo de la Comunidad Europea (actual UE), en Bruselas, sin que le supusiera mayor esfuerzo «lidiar con lo que me echaran, ya fueran temas de agricultura o de industria». Pero se terminó marchando, porque llovía más que en Bilbao, tenía una hija adolescente y echaban de menos a la familia.
Ahora trabaja con la prosa de autores de la categoría de James Salter, Ian McEwan, Julian Barnes, Emmanuel Carrère y Michel Houellebecq. La mayor parte de los encargos le llegan de Anagrama, pero acepta propuestas de Alba, Gatopardo y Deconatus. Es un profesional respetado en el sector, que se atrevería con el italiano y el griego moderno. «Lo malo es que te encasillan y no hay manera de ampliar horizontes. Pero yo estoy encantado. ¿Una recomendación para los lectores? Pues, mira, me encanta Sara Waters, que ha escrito novelas de corte lésbico y tiene un estilo magnífico. Es un placer traducirla».
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