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Carlos Arrojo
Ventana
Certamen Relato Breve 'En Cuarentena'

Ventana

Este es uno de los relatos breves seleccionados para su publicación de entre los presentados al concurso 'En cuarentena', que organizan EL CORREO y la UPV. El plazo de presentación de obras ha concluido

jonkar

Jueves, 21 de mayo 2020, 01:29

Ha sido ahora que he pensado que aquí, justo aquí en esta pared, estaría bien que hubiera una ventana. La angosta lucerna que comunica con el patio de luces resulta insuficiente pese a que, en este aislamiento, me facilita saber cuando es de día o de noche y me permite oír el canto de algún pajarillo de ciento en viento. Pero sí, un portillo que facilitara ver más allá de las cuatro tapias de la estancia se me hace imprescindible en estos momentos.

Tal vez aún conserve un estuche de rotuladores Carioca. Con ellos podría trazar un gran ventanal por el que pueda ver aquello que deseo encontrar al otro lado de los muros.

Primeramente dibujaré un amplio campo con un limpio cielo en el que se distinga alguna nube. Pocas, no vaya a ser que oculten ese sol radiante que imagino. Pondré una inmensa alfombra verde de césped, sin olvidar otro tipo de plantas y flores. Aprecio los romeros y las lavandas. Ambos son muy aromáticos.

Ni edificios ni construcciones. Quiero contemplar naturaleza.

Añadiré una laguna y un río. Y así parecerá una Arcadia.

Y voy a suponer personas de toda edad. Las más mayores recibirán muchas atenciones y antes de dormir habrá junto a ellas quien acaricie los grises cabellos. Los niños vivirán su infancia y podrán reír cuanto gusten y preguntarlo todo. El amor será libre y juvenil, aunque también de madurez y senectud, que por mayo no solo florecen los campos. Valoro la presencia de los cuidados y los afectos.

Y lo colorearé feminista (nota mental: «Tengo que confirmar que haya suficientes rotuladores con ese tono»).

Y pintaré ideas de distintos tintes, pero capaces de elaborar arcoíris. Sin desigualdades ni egoísmos.

Son tantas cosas las que quisiera representar que no sé si me llegará con una caja de Cariocas. Va a ser difícil renunciar.

Bueno, sí; algo hay que no quiero en mi mundo esbozado: No quiero malditas guerras ni a los canallas que las hacen. Porque entiendo a quien pueda encontrar motivos por que morir, aunque ninguno hay por el que matar. No gastaré una gota de tinta en dibujar horrores.

Ahora que tengo ventana podré dirigir mis aplausos a todos aquellos que están haciendo lo que yo haría en su lugar si pudiese. Si yo pudiera...

Querría poder compartir lo que vislumbro desde la habitación, pero sigo aislado por esa extraña circunstancia.

Algún día la puerta se abrirá. Pisaré las calles nuevamente y comprobaré si este tiempo pasado sirvió de lección o fue un escarmiento, si algo cambió, si vivo un sueño o un engaño. Es posible que retornen las rutinas y los repetidos errores. Entonces, si así fuere, cada día al regresar del trabajo la que hoy es mi celda volverá a ser mañana mi refugio, mi república, mi casa. Y con vistas mejoradas.

Creo que empiezo a entender por qué me regalaron aquel felpudo.

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