Pronto llegará el momento de celebrar con toda justicia el centenario de la Generación del 27. La edición de 'Manual de Espumas' de Gerardo Diego (Santander, 1896-Madrid, 1987) que lanza la editorial Papeles Mínimos al cumplirse cien años de su publicación se adelanta a ... las conmemoraciones y acerca a los lectores el libro que el propio poeta consideraba «el más clásico dentro de la poética creacionista», es decir, se encontraba en un cruce de caminos entre el clasicismo y la vanguardia.
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Gerardo Diego había conocido la obra poética de Vicente Huidobro (Santiago de Chile, 1893-Cartagena, Chile, 1948) que ambicionaba crear nuevos mundos. La visita del poeta chileno a Madrid en 1918 fue recibida como un gran acontecimiento y los dos autores se conocieron en una conferencia que Huidobro pronunció en el Ateneo de Madrid con el título de 'Estética Moderna'. El santanderino siguió la senda de Huidobro. Se hicieron amigos y viajó a París en agosto de 1922.
Resultó una estancia crucial en su vida, puesto que guiado por Vicente Huidobro conoció a importantes pintores vanguardistas como Juan Gris, Fernand Léger, Jacques Lipchitz y María Blanchard. Ese viaje le ofreció la posibilidad de vivir la vanguardia parisina y contactar directamente con las ideas renovadoras.
Cuando se incorpora al Instituto de Gijón, la impronta de la poesía de vanguardia y la pintura cubista están ya en su manera de hacer literatura y va creando 'Manual de espumas', que desde su título anuncia una composición entre lo científico y lo poético e irracional.
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La misma alternancia se aprecia en la carrera de Gerardo Diego, quien combinaba libros de vanguardia, como este 'Manual de Espumas', con textos más clásicos como el que le siguió en 1925, 'Versos humanos', con el que consiguió el Premio Nacional de Literatura que compartió con Rafael Alberti y su libro 'Marinero en Tierra', ¡nada menos!
Juan Marqués, el autor del prólogo de esta nueva edición de 'Manual de espumas', recuerda una explicación de Gerardo Diego en la que confiesa que escribió estos versos «en la paz feliz de la playa cantábrica», lo que lleva a señalar que es uno de los libros vanguardistas más amables que conoce; una composición con «nada de agresividad o de blasfemias, aquí la iconoclastia solo se da a través de algunas correspondencias que buscan sorprender sin epatar, despertar sonrisas y no enfados».
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«Esa paz feliz» de la que habla el poeta es el motor de su estética, que busca una imagen que sorprenda al lector y crea una red de sugerencias para dar palabra al estado de ánimo de la voz poética. Pero frente a recursos y técnicas de corte vanguardista, en Gerardo Diego se aprecia el recuerdo de la poesía tradicional y folclórica. Construye un libro en el que la novedad no es atrevimiento y la ruptura con el pasado que buscaban los nuevos movimientos artísticos está aquí atenuada.
Algo que se aprecia en el poema 'Lluvia' publicado en esta misma página. Junto a elementos de la poesía oral como la oposición «Puente arriba, puente abajo» y «Río abajo, río arriba» se utilizan imágenes nuevas como la personificación de la lluvia paseando por el puente o la alusión a «Cuándo vendrá la primavera/ a patinar sobre el andén». Tradición en el puente, el río, la molinera, y vanguardia en una primavera que patina en un andén o en un invierno pensativo.
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Gerardo Diego confesó que la música era una de las bases en las que sustentaba su concepto de poesía y la música de la tradición no se desvaneció en este 'Manual de espumas' que llega ahora muy oportunamente a las librerías. Tres años más tarde de la publicación de este libro, el poeta tuvo una actuación capital en la reivindicación de la figura de Góngora e impulsó múltiples iniciativas como los homenajes al poeta cordobés y publicaciones de estudios en diversas revistas ('Gaceta Literaria', 'Verso y prosa'), lo que le convierte en uno de los alentadores de una generación esencial de la Edad de Plata de las letras españolas.
La relación del poeta cántabro con Bilbao y sus escritores fue profunda y duradera. En 1912 comenzó sus estudios en la Universidad de Deusto y se alojó con la familia Abando, probablemente en su casa de Alameda de Rekalde. El 17 de diciembre de 1919 pronunció en el Ateneo de Bilbao la conferencia 'La Nueva Poesía'. Fue presentado por Juan Larrea, con el que ya tenía una fuerte amistad.
En febrero de 1936 se crea en Bilbao el grupo ALEA en el que toman parte José Miguel de Azaola, su impulsor, Pablo Bilbao Arístegui, Antonio Elías, Jaime Delclaux, Blas de Otero, Sabino Ruiz Jalón y Esteban Urkiaga, Lauaxeta, para llevar a cabo charlas y reuniones. Justo dos días antes del golpe de Estado, el 16 de julio, Lauaxeta describía un encuentro con Gerardo Diego en ese ambiente: «Aún no hace meses un alto poeta español, Gerardo Diego, quedaba impresionado ante los méritos de la lírica vasca. Su asombro era mayor, puesto que no tenía ni idea de las letras euzkéricas». En el catálogo de su biblioteca no consta ninguna obra del poeta vasco, por lo que su conocimiento se debió probablemente a una conversación entre los dos poetas.
Pero influyó en la obra de Blas de Otero al comienzo de su carrera literaria. Según Juan José Lanz, la combinación entre «clasicismo y vanguardia, ruptura y arraigo» impresionó a Blas, quien admiraba 'Alondra de Verdad', un libro de sonetos de 1941.
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