Urgente Grandes retenciones en Rontegi, La Avanzada y el Txorierri por un accidente entre dos vehículos
Las cadenas que sujetaban a los esclavos durante su transporte. E. C.

«En el sabor del sudor se sabía la salud del negro»

Domingo, 14 de febrero 2021, 00:38

García Márquez noveló una subasta de esclavos en Cartagena de Indias y escribió que a la mujer, «una cautiva abisinia», la embadurnaron «de melaza de caña en vez del aceite comercial de rigor». Una licencia de Gabo porque, en verdad, la melaza se empleaba en ... Haití para torturar a negros contumaces (como los levantiscos wolof) y atraer avispas y moscas.

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«Había esclavos catalogados como borrachos, ladrones, huidores... que costaban la mitad. Los más conflictivos eran vendidos por un precio simbólico por los agentes del Rey y eran enviados a galeras», explica Ortiz Arza. «En las Indias, comprar un esclavo era menos asequible. Influía si era bozal (no hablaba español y venía de África) o ladino, si conocía las costumbres», dice. Se calcula que entre 100.000 y 150.000 esclavos africanos fueron llevados a América hasta 1595. Pocos, como sirvientes a bordo de los galeones de las flotas de Nueva España y Tierra Firme; la mayoría en barcos que, en solitario, recalaban en Cabo Verde y cruzaban el Atlántico.

Aunque marcados a hierro, solían ser bien tratados. El caso de Pedro de Mollinedo, que perdió a 35 de los 100 esclavos embarcados, era infrecuente. En Sevilla, las compraventas se realizaban en las gradas de la Catedral o en la calle Bayona, en la Plaza de San Francisco o en casas

Examen de damas de rango

Ildefonso Gutiérrez Azopardo, estudioso de los afrodescendientes españoles, describe una subasta: «A los negros se les hacía trotar, bailar, cantar, hablar y reír. Rapados, desnudos y untados de aceite... Entre los compradores había frailes, curas y oficiales. A veces eran damas de rango y señoras de calidad. Comenzaban a examinar a los negros tentando sus músculos, llevando a la lengua el dedo impregnado de sudor (pues en el sabor del sudor se conocía la salud del negro) y llegando sin rubor hasta la inspección de lo más secreto».

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