Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Rosa Montero (Madrid, 1951) confiesa al inicio de 'El peligro de estar cuerda' (ed. Seix Barral) que siempre ha sabido que algo no funcionaba bien dentro de su cabeza. La escritora y periodista sufrió ataques de pánico desde los 17 hasta los 30 años, tal ... como explica en esta mezcla de ensayo, novela y autobiografía, que repasa los trastornos mentales de otros artistas y que permanece en lo más alto de las listas de ventas de no ficción. Montero recibió este jueves el Premio Atea-Laboral Kutxa en la Feria del Libro de Bilbao, que se celebra en el Arenal hasta el 12 de junio.
–Le habrá pasado de todo en la Feria del Libro.
– Tengo miles de anécdotas, llevo 43 años yendo a la de Madrid. Personas que te dicen que el primer libro que leyeron fue tuyo, que 'Temblor' o 'Historia del rey transparente' les hizo amar la lectura con quince años. Hay lectores que te cuentan duelos suyos de una manera muy bonita: «Estuve una tarde con mi pareja antes de que se muriera, la tarde más hermosa de mi vida...». Con este libro estoy recibiendo una respuesta increíble. Me cuentan rarezas, que de pequeña chupaba pilas porque le daba descargas en la lengua... Otros hacen que se te salten las lágrimas. Hay un capítulo dedicado a los suicidios. Yo respeto el suicidio racional, si tienes una enfermedad, es un derecho del ser humano. Pero al escribir este libro he descubierto que la mayoría son suicidios desesperados, de gente que no se quiere matar. Pierden la capacidad de vivir. Si ves que llega la lava negra, aguanta un día más. Me han venido dos personas diciendo que les había salvado la vida, que la próxima vez aguantarán una semana.
–¿Necesita el contacto con los lectores, saber para quién escribe?
–No para eso, aunque me encanta ver que tengo un público variadísimo. Mucha gente joven y bastantes hombres, porque los lectores de novela son mayoritariamente mujeres en todo el mundo. Yo necesito saber que hay alguien al otro lado. Los lectores nos salvan la vida, la historia de la literatura está llena de escritores que perdieron a sus lectores y se volvieron locos: Robert Walser, Herman Melville, que estuvo cuarenta años sin publicar y se convirtió en un amargado... Los lectores nos unen al mundo e integran a la realidad. Escribir es ante todo una necesidad de comunicación.
–'El peligro de estar cuerda' se sustenta en una tesis: la normalidad no existe.
–Exacto. En 2018, la Universidad de Yale hizo un estudio que lo demuestra. Lo que nos venden por normalidad no es más que una construcción estadística. Es muy improbable que haya una sola persona en el mundo que atine con la media estadística en todos los parámetros. Claro que unos son mucho más raros que otros. Existe una panoplia amplísima de raros, hasta el más raro seguro que tiene a otros como él.
–Todos chupamos pilas...
–Sí. Lo que tenemos que hacer es buscar nuestra manada de raros más cercana para no sentirnos solos. Por eso es tan importante leer, porque nos acerca a esas otras cabezas en las que nos sentimos reconocidos. Tengo la teoría de que un 15% de la población tenemos la cabeza cableada distinta, no hemos pasado por la poda neuronal de la maduración del cerebro. Somos los que hacemos obras creativas, buenas o malas, pero también toda la gente que necesita leer para vivir. Yo primero soy lectora apasionada y después escritora. Para todos nosotros la realidad es como un traje que no acabara de sentarnos bien. Lo decía Pessoa: la existencia de la literatura es la prueba inequívoca de que la vida no basta.
–Todos hemos salido tocados de estos dos años de la pandemia, parece que por fin se ha roto el tabú de las enfermedades mentales y hablamos de que vamos al psicólogo, tomamos pastillas...
–Somos el país de la UE que toma más ansiolíticos porque tenemos pocos especialistas de salud mental; como los médicos de cabecera no tienen dónde derivar a sus pacientes, recetan ansiolíticos y benzodiacepinas como si fueran agua. La pandemia nos ha rayado a todos. Lo bueno es que el empeoramiento ha sido tal que ha saltado por los aires el tabú. 2021 fue el año de la salida del armario del trastorno mental. Se ha abierto un resquicio en la puerta y tenemos que terminar de abrirla a patadas. La OMS dice que un 20% de los humanos sufrirá un trastorno mental en algún momento de su vida, y me parece una cifra muy conservadora. Lo hemos ocultado y estigmatizado de manera atroz. Lo que llamamos locura es en realidad una ruptura de la narración colectiva, te sales del mundo y experimentas una soledad inefable. Si no la has sentido, no sabes lo que es.
–Confiesa en el libro que sufrió ataques de pánico desde los 17 a los 30 años. ¿Cómo los superó?
–Te vas acostumbrando. Vas dejándote llevar, perdiendo el miedo al miedo. Vas sabiendo que vuelves y no te vas a quedar allí. Dejé de tenerlos cuando empecé a publicar de manera constante.
–Por eso encabeza el libro con una frase de Anne Sexton: «Mis admiradores creen que me he curado, pero no; solo me hecho poeta».
–Preciosa frase que no le sirvió, porque se suicidó. Cuando sacas a la calle una novela y los lectores te dicen que eso que has escrito también es su mundo te unen a la realidad.
–Estar un poco 'loco' puede ayudar a ser escritor, pero no periodista, como también es usted.
–Si tienes un trastorno grave no puedes crear arte. Van Gogh no podía pintar cuando sufría ataques, Hölderlin... El 15 o 20% de 'nerviosos' somos primos de la gente con trastornos graves. Sufrimos fallos parpadeantes en nuestro cableado. Quiero luchar contra ese tópico tremebundo de que para ser artista tienes que sufrir. Mentira. Incluso la persona más feliz del mundo tiene suficiente sufrimiento para escribir media biblioteca.
–¿Cómo se sienta a escribir como periodista ante esta realidad cambiante, crispada, histórica a diario?
–Tiempos interesantes... Los artículos los escribo en la cabeza. En el periodismo te relacionas con los árboles de un bosque en el que tú eres árbol también. Y en las novelas intentas hablar del bosque. En estos tiempos me siento incomodísima viviendo y escribiendo.
–¿Cree que las redes sociales han contribuido a hacernos más dogmáticos y favorecido los populismos?
–Lo superaremos, tenemos que aprender a vivir en este mundo hiperconectado. El algoritmo de Google te selecciona solamente lo que quieres ver. Contribuye al sesgo cognitivo de la isla, crees que lo que tú piensas lo comparte todo el mundo. Eso favorece la crispación y el ninguneo del otro. Ocurre en la derecha y en la izquierda. Tenemos que hacer un esfuerzo para seguir oyendo lo que no queremos oír. Einstein sostenía que para ser un buen científico debes dedicar diez minutos al día a pensar lo contrario de lo que piensan tus amigos.
–¿Sabe que impone un poco entrevistarla? Usted ha entrevistado a mitos.
– Entrevistar a un periodista es fácil porque se pone en tu lugar, no te hace esas putadas del que te contesta con monosílabos. ¿Sabes cuál es el secreto de una buena entrevista? Tener verdadera, pura curiosidad por el otro y no quedarte en el estereotipo y los prejuicios que tengas hacia esa persona.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.