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Hay gente que va a la feria del libro viejo y antiguo a picotear, a mirar y a rebuscar entre los muchos ejemplares que hay allí expuestos. Si suena la flauta, se llevan alguno. Van, como quien dice, sin método. Está bien, las lecturas también ... se encuentran por casualidad. Hay personas, sin embargo, que van muy preparadas, dispuestas a comprar libros muy concretos. Llegan con sus hojitas de papel llenas de títulos. Las sacan, se las pasan al librero, comentan si sí o si no, y si sí, para cuándo. Aprovechan estos días, este año hasta el 5 de noviembre, para hacerse con libros que están descatalogados o con aquellos que aun se pueden comprar pero como «el mundo de la edición va tan rápido, desaparecen enseguida de librerías», dice Josu Mazas, de Librobilbao. Lo mejor es, pues, dirigirse a profesionales como él. Este viernes a la mañana a eso de las 11.30, primer día y casi primera hora de apertura de esta feria, ya estaba leyendo listados y mirando si los títulos estaban en el catálogo de su casa. «Tenemos 86.000 clasificados. Pero tenemos tres almacenes pendientes, como un cuarto de millón de libros en total». Aprovecha los ratos en los que no hay clientes para ir metiendo en el sistema algún otro nombre. «Cuando pase la feria seguiremos en contacto con muchos de estos lectores porque encontraremos más libros de los que quieren». Los listados de lectores fieles son una de esas cosas curiosas de toda feria del libro antiguo y de ocasión que se precie. Y lo son más las 'curiosidades', las primeras ediciones, los libros con mucha historia. Como los que siguen.
«Lo mejor es no ser el mejor cliente de tu librería». Este fue el consejo que un colega le dio a Pablo Parra cuando empezó a dedicarse a los libros antiguos. Parece sencillo de seguir... pero no, porque pasan por sus manos volúmenes tan atractivos como la primera edición de la primera novela de Miguel de Unamuno, 'Paz en la guerra' (1897). O un librito «muy raro de encontrar» del mismo autor: 'De mi país', de 1903 y que se vendía en su día por tres pesetas. O primeras ediciones de autores de la Generación del 27. O ese 'El caso de los católicos vascos' editado en Buenos Aires por Egi-Alde. De tema vasco llegado desde el otro lado del Atlántico tiene mucho porque allí está su origen y allí sigue acudiendo a subastas -bueno, lo hace su primo, con el que tiene otra librería allí-. 'Paz en la guerra' llegó hasta él por medio de un particular que vaciaba un piso y no podía quedarse con todos los libros que había en él. Eso es muy habitual. Sobre precios prefiere no decir nada. Solo que «siempre hay que tener un detallito con quienes compran libros como estos».
101 números se publicaron durante la guerra civil del semanario infantil Pelayos, una revista editada en San Sebastián que nació de las mentes de dos sacerdotes catalanes para hacer propaganda del llamado bando nacional -e impulsada inicialmente por el Carlismo-. En la librería Iratxe se pueden encontrar dos volúmenes encuadernados a los que solo les falta el último número y que hacia la mitad de toda la colección desordena un par de revistas (aparece antes el número 51 que el 50). Kike Abarzuza encontró esta joya vaciando las estanterías de una casa. Eso pasa mucho y los de Iratxe tienen experiencia. «Toda la vida. Mi padre era distrubuidor y tenía un almacén al que nos tocaba ir a los hijos. Y a las ferias, también». Ya no le hacen los ojos chiribitas cuando ve una cosa como esta, pero sigue diciéndose «esto para mí». Y luego para sus clientes. Los pelayos se venden por 900 euros. «Hay mucho coleccionista de tema carlista». Otra curiosidad en su estand: el 'Diccionario erótico del euskera clásico y popular' de Ramon Etxezarreta, de los primeros ochenta.
Txema Sandoval empieza con uno solo pero luego se anima y va sacando tomazos de la estantería que tiene detrás estos días en Bilbao. Ediciones antiguas, «de los mejores editores de su época». Ahí están las Obras Completas de Fray Luis de Granada impresas por Viuda de Ibarra, hijos y compañía en 1788, las 'Aventuras de Gil Blas de Santillana' por Librería de Ramos en 1819 y un 'Don Quixote de La Mancha', en inglés y «con grabados espléndidos al acero», por William Patterson & Co de Londres en 1884. Algunos de estos volúmenes han llegado hasta él porque uno de sus clientes habituales de hace años decidió que se jubilaba y que iba a deshacerse cada cierto tiempo de un título. «Me llama, voy y elijo». Otros por intercambio con colegas. Destaca este año una pieza «rara» porque ya el texto lo fue: una primera edición de 'Laberinto' de Juan Ramón Jiménez (más de 110 años de existencia tiene). Y, de paso, un 'Platero y yo' de mediados de los años cincuenta con grabados del «mejor de su época», Carlos Sáenz de Tejada. Imprimía, en edición numerada, muy limitada y en gran formato y gran papel, Ediciones de Arte Fournier, en Vitoria. Todo queda en casa.
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