Iván Repila, fotografiado este jueves en Bilbao. Maika Salguero

Una propuesta «para la esperanza y la imaginación»

Iván Repila publica 'El jardín del diablo', una fábula que funciona como antídoto «contra la velocidad y la desolación contemporánea»

Domingo, 2 de febrero 2025, 23:28

En tiempos post pandémicos de vaivenes políticos, crisis económicas, frenesí vital y derivas existenciales, Iván Repila (Bilbao, 1978) se atreve con una fábula preciosista y de tono lírico para leer de forma pausada. 'El jardín del diablo' (Seix Barral) es un canto a la reconexión con la naturaleza y las raíces, que entronca asimismo con el mensaje ecologista y de decrecimiento. Pero, sobre todo, es un cuento escrito para su hija a modo de invitación a no perder la imaginación y reivindicación de la esperanza ante un presente poco o nada halagüeño.

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Repila relata a EL CORREO que quería huir de distopías y realidades oscuras en este trabajo al que ha dedicado seis años: «Estoy muy cansado de distopías en términos narrativos, no solo en literatura sino también en cine y series. Los últimos años están siendo particularmente distópicos y, a nivel íntimo, he llegado a un momento de agotamiento psicológico y físico con tanta desesperanza. Así que cuando empecé a pergeñar en mi cabeza esta novela, quería que fuera luminosa, esperanzadora y que se rebelara contra el desasosiego continuo en el que vivimos. Por eso tiré hacia la utopía, en este caso utopía ecologista. Desde mi punto de vista, la utopía solamente puede ser ecologista, porque el mundo no es solamente nuestro, sino también de las plantas, los animales o los insectos».

Todo ello a través de Volva, un personaje peculiar que pertenece a los Curupira –seres extraídos de la mitología guaraní, donde los pintan como una suerte de duendecillos– y que nos invita en el arranque de la historia a un jardín en el que reina la conexión con la naturaleza, las plantas, las hormigas y los vínculos entre todo tipo de seres vivos. Sin embargo, el protagonista es extraído de dicho paraíso semimístico y arrojado a los vaivenes del mundo real, en una dicotonomía que contrapone la naturaleza a los ritmos endiablados del día a día, y a los que el autor achaca «la desolación contemporánea en la que vivimos». Ante ello, apuesta claramente por «la reflexión» y «el mundo de las ideas» a modo de antídotos.

Con esta filosofía, Repila se reivindica como un autor a contracorriente, aunque confía en que su visión tenga predicamento en un futuro próximo: «Tal vez lo que venga se parezca a lo que he hecho en este libro. Tengo la intuición, y ojalá sea cierta, de que los humanos podemos perseverar en el optimismo y la imaginación y quizás aparezcan más utopías en la literatura o en las narrativas de aquí a los próximos años».

Madurez y desencanto

Más allá de utopías y futuros posibles, 'El jardín del diablo' es también un viaje iniciático, de apertura a la vida, influenciado por la experiencia de la paternidad. «Estamos hablando del proceso de crecimiento y madurez de una persona con lo que va aprendiendo cuando se enfrenta al mundo real. La primera vez que te dejan solo tus padres, te vas al colegio. Entonces te encuentras con niños desconocidos y con profesores desconocidos. Y estás solo. Y luego te vas enfrentando a otras cosas como a la búsqueda de trabajo, de un hogar, la velocidad del mundo contemporáneo y cómo vas perdiendo muchos de los sueños y las ilusiones que tenías cuando eras más joven», se explaya sobre el ciclo de la vida.

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En cualquier caso, el escritor bilbaíno llama a rebelarse ante ese desencanto y reivindica el contacto con la naturaleza y la imaginación «para que juntos inventemos mundos posibles que sean mejores que este». Esta fábula es por tanto «una propuesta a la esperanza y al ejercicio intelectual de la imaginación».

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