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Manifestantes increpan a Handke al recoger el premio Ibsen por su postura ante la guerra de los Balcanes. AFP

Peter Handke, el austríaco que pedía Justicia para Serbia

En los noventa, escritores e intelectuales censuraron su manifiesto de apoyo a Serbia en la sañlvaje guerra de los Balcanes

Viernes, 11 de octubre 2019, 08:26

En la década de los noventa, cuando la noche se tragó a la desmembrada Yugoslavia, Peter Handke sacudió los cimientos de la comunidad literaria e intelectual con un discurso contracultural y revisionista que le valió el veto y el desprecio de muchos de sus colegas ... de profesión. No solo los escritores censuraron su manifiesto apoyo a Serbia en una guerra salvaje que dejó más de 100.000 muertos y entre uno y dos millones de desplazados, sino que los principales circuitos culturales de Europa le cerraron sus puertas y cancelaron sus obras de teatro como respuesta a su defensa de un pueblo que, según denunciaban, «había cometido verdaderas atrocidades» y propugnado la limpieza étnica en la zona. Ajeno a las críticas y los bloqueos, el austríaco jamás abandonó sus tesis y difundió un punto de vista controvertido que, a su juicio, «invitaba a pensar y a hacerse preguntas» en un contexto complejo y lleno de grises en el que, según explicaba, se notaba la mano de «Estados Unidos» y su influencia en la creación de un estado de opinión universal y monolítico.

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Handke había escrito varios textos en los que se posicionaba claramente a favor de Belgrado hasta que llegó la definitiva 'Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Morava y Drina o Justicia para Serbia' (Alianza, 1996), una obra en la que cuestionaba el pensamiento global construido en torno a la guerra de Yugoslavia y ofrecía una mirada distinta al conflicto que desangró e hizo desaparecer un país y mutiló a muchas de sus generaciones. Básicamente, trazaba un perfil diferente de la matanza balcánica, de los buenos y los malos, e invitaba a atreverse con escenarios alternativos y a observar el mundo con otros ojos, los que no solo verían a un culpable, es decir, a los serbios, sino que irían más allá de lo que él entendida como una verdad servida y confeccionada por los poderosos. Fue uno de los pocos autores que se atrevió a prestar un apoyo tan explícito a Serbia –también lo hicieron en menor medida Harold Pinter y György Konrád, entre otros– y el que fue más lejos en su defensa de la justicia. «Es un libro inocente, no un panfleto», argumentó.

Relación con Milosevic

Casi todo el universo intelectual le había condenado por su «obra proserbia» y por su relación con Slobodan Milosevic, extraditado por su propio país al Tribunal de La Haya, donde encontró la muerte sin llegar a escuchar la sentencia. Handke jamás escondió su sintonía y afecto con el despótico presidente serbio, apodado el 'carnicero de los Balcanes', algo que él rechazaba. «Milosevic no era nacionalista, solo quería salvar a Yugoslavia», afirmó. De hecho, le visitó en la prisión holandesa y asistió a su funeral, decisión por la que también recibió numerosas críticas. «Lo he hecho a título personal», replicó sin inmutarse. Luego tuvo cierta afinidad con el presidente Tomislav Nikolic –llegó a pertenecer al partido radical de Vojislav Seselj–, quien le dio las gracias por «mostrar la verdadera imagen de Serbia en el mundo».

Handke también condenó los ataques aéreos de la OTAN contra el país en 1999 –estuvo allí durante el asedio–. «Los que han bombardeado y matado a miles de personas no pertenecen a Europa ni al mundo», acusó a la Alianza y a los Estados que la integran. Hijo de una eslovena y de un soldado alemán del Tercer Reich, cuya identidad conoció con 18 años, no ha dejado de visitar Serbia y de dar conferencias. Recibió la Medalla de Oro de Belgrado y sus llaves (2013) por sus «grandes méritos en actividades públicas y culturales». Ha repetido más de una vez que no se arrepiente de nada y hasta donó parte del premio Ibsen a los niños de Kosovo. «Serbia es un país trágico al que Europa y EE UU han hecho mucha injusticia», dijo una vez el hombre que hizo aquel viaje de invierno en 1996.

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