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Ovación extensa al terminar su intervención Begoña Pinilla, la hija del autor de 'La higuera', ayer en el salón de actos de la biblioteca de ... Bidebarrieta. Se celebraba el centenario del nacimiento del escritor, fallecido en 2014, y la salida de una novela inédita, 'El hombre la guerra'. Begoña contó cómo su padre, Ramiro, les enseñó a apreciar la literatura, la música y el cine. «Cuando se iba al cuarto a escribir, me sentía abandonada, entraba y me ponía de pie, a su lado. Me decía que le dejara terminar y que yo pondría el punto final».
Lo hizo en una de las primeras novelas de Pinilla, 'Las ciegas hormigas', con la que ganó el Premio Nadal de 1960. El autor pensó que ese punto de su hija le había dado suerte. Desde entonces, lo hizo siempre. Aunque Begoña residiera en Sevilla, esperaba a que regresara a Getxo para que ella pusiera ese toque de esperanza.
«Sé que muchas personas le querían por su humanidad y no solo le admiraban como escritor», recordó. Muchas de ellas estaban en las butacas del salón de actos de Bidebarrieta, para escucharla a ella, al escritor Jon Bilbao -alumno de Pinilla en su taller de escritura de Getxo- y al editor de Tusquets Juan Cerezo, que empezó a publicarle a partir de la trilogía 'Verdes valles, colinas rojas'.
Begoña Pinilla
Hija del autor
Begoña Pinilla recordó cómo su padre dejó en el gallinero de su casa en Getxo cajas con los manuscritos de sus obras terminadas y publicadas, y de otras inacabadas y a la espera de una segunda mirada. Entre esos papeles, depositados en la biblioteca de la Diputación de Bizkaia para quien quiera estudiarlos, halló 'El hombre de la guerra', envuelta en papel de estraza y atada con una cuerda y un lazo.
«Fue un reencuentro con el padre y con el escritor, con los secretos y los afectos que todos tenemos. No juzgaba a las personas por lo que decían, sino por sus gestos y miradas», relató.
Siendo una niña de 15 años, le acompañó a la gala del Premio Planeta, en un viaje que compartieron con Ángel Ortiz Alfau. «Fue fascinante porque conocí Barcelona y porque recorrimos el Barrio Chino con un periodista. Pero también fue para él una decepción y una humillación».
Juan Cerezo
Director editorial de Tusquets
José Manuel Lara, el dueño de Planeta, le había prometido que ganaría el premio por 'Seno' (1971). Quedó finalista y el patriarca le metió un sobre en el bolsillo de la chaqueta con 5.000 pesetas. Luego le llegaría el cheque a casa con las 45.000 restantes. Aquel gesto le disgustó y de ahí que montara su propia editorial, Libropueblo, junto a su amigo José Javier Rapha Bilbao.
«No entiendo cómo los editores dejaron a escapar a Ramiro, un escritor con unas obras que estaba muy por encima de la mayor parte de lo que se publicaba entonces, y al conocí ya de mayor con mucha más vitalidad que muchos escritores jóvenes de ahora. Era un hombre ilusionado que tenía en proyecto una decena de novelas », incidió Cerezo.
Jon Bilbao
Escritor y alumno de Pinilla
Cuando leyó los 3.000 folios de 'Verdes valles, colinas rojas', el director literario de Tusquets descubrió las huellas de Faulkner y de García Márquez, un costumbrismo socarrón, sobre todo en los personajes secundarios, y todas las tonalidades del drama. Le propuso publicarla en tres tomos, lo que no le gustaba, aunque al final lo aceptó.
Jon Bilbao analizó 'El hombre de la guerra', una novela de «giros inesperados, que no baja el pistón». Por debajo de la fluidez de la trama está el reencuentro del protagonista, Urko Pínaga, con su pasado en Getxo, después de 36 años en Londres, donde llegó como 'niño de la guerra'. «Sus indagaciones son una excusa para volver a tomar contacto con la gente que dejó, para entrar en sus casas», explicó. Sus pesquisas ofrecen una reflexión sobre el oficio de escritor. «La literatura no da respuestas definitivas, sino que abre posibilidades y urde tramas».
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