Crítica de 'Sin malos rollos' (2023): Jennifer desatada

Como en las comedias comerciales de toda la vida, 'Sin malos rollos' es cine de estrellas (o más bien de una estrella, que reencontrarse con Matthew Broderick muchos años y kilos después no cunde). Sabíamos que, más allá de tropezarse graciosamente en las entregas de premios, Jennifer Lawrence tenía una vena cómica. Aquí la desata, vaya que sí. Con un personaje excesivo, rudo y duro, una mujer tan bruta como atractiva, de vuelta de todo que, a cambio de un coche, acepta el encargo secreto de sus padres de espabilar y, en fin, desvirgar a un apocado chico rico.

Pasará todo lo que ustedes y yo imaginamos, aunque hay que reconocer a 'Sin malos rollos' que sorprende apuntando, sin que nadie lo pida a una comedia veraniega, algunos temas sociales actuales: la sobreprotección de los hijos, la gentrificación de algunas zonas, las nuevas generaciones colgadas del smartphone... La cosa no provoca demasiadas carcajadas y acaso se escore pronto hacia lo sentimental y hasta lo dramático, pero entretiene, tiene gente colgada del parabrisas de los coches y es una gozada ver cómo la Lawrence saca adelante un personaje atípico y casi antipático. Nos conformamos con ello, que estamos en verano.