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En su última novela, Dolores Redondo ha vuelto al Baztán. Un regreso no solo literario porque ahora pasa allí la mayor parte del año. 'Las que no duermen. NASH' (Ed. Destino) es un texto escrito al «calor de la leña», en el que la trama ... arranca en torno a un crimen múltiple ocurrido en la zona en las primeras semanas de la Guerra Civil y nunca aclarado. En esta segunda entrega de un total de cuatro obras que forman un nuevo ciclo (la primera fue 'Esperando al diluvio'), la protagonista es una psicóloga forense llamada Nash Elizondo, regresa Amaia Salazar como personaje secundario y la acción transcurre en los días previos al confinamiento por el covid y en las horas siguientes al inicio del encierro.
- El título de la novela, con el nombre de la protagonista en mayúsculas, es por lo menos extraño. ¿Por qué lo ha elegido?
- 'Las que duermen' es un homenaje a la inquietud femenina, que durante siglos se asoció al diablo y la brujería. Una mujer tenía que dormir, era sospechosa si no lo hacía. Lo que define esta novela es el insomnio, el ansia por saber. Pensé mucho si debía poner 'Nash' en el título. De hecho, si ahora escribiera 'El guardián invisible', probablemente la titularía 'Amaia' porque la novela es ella y lo que hace. Y eso pasa aquí con Nash.
- ¿Anunciar un ciclo de cuatro novelas que tienen un nexo de unión que se descubrirá poco a poco es un reto literario especial?
- El reto es contar una historia que es un todo pero con personajes unos conocidos y otros que no lo son, y lo mismo en cuanto a los escenarios. Esa es la dificultad.
- Y regresa a un mundo de leyendas.
- Partiendo de una base real, con esa madre y sus seis hijos que aparecieron en el fondo de una sima y nunca se supo la razón del crimen, construyo una historia en la que también muchos hallarán una similitud con el caso de Rocío Waninnkhof… Hay una mezcla de la memoria colectiva de tantos crímenes.
- Además, tras una novela en la que los protagonistas eran hombres, aquí son todas mujeres.
- Son ellas, claro. En esta novela no hay apenas romance, amor o sexo.
- Supone además el regreso de Amaia Salazar, aunque sus lectores se sorprenderán de que le quite el protagonismo.
- Amaia tiene que volver porque hay historias entre lo que pasó en la última entrega de su serie y esta novela que es preciso contar. Su vida familiar en este momento no es idílica, pero no me detengo en eso porque se explicará más adelante. Lo que hago aquí con ella es ponerla a trabajar junto a Nash y entre ambas hay respeto mutuo y admiración. A mí me encantan como pareja investigadora.
Autora: Dolores Redondo.
Editorial: Destino.
Páginas: 608
Precio: 22,70 euros
- La pandemia y el confinamiento juegan un papel importante en la trama. ¿Le venían bien como escenario temporal?
- Es curioso que no hay apenas novelas ambientadas en ese momento, pese a que entonces todos pensábamos que se iba a escribir mucho sobre ello. A mí, situar la acción en los días previos me sirve como un reloj; es algo que se acerca, una espada de Damocles que obliga a acelerar actuaciones e informes porque llega un momento en que todo el mundo da por hecho el anuncio del confinamiento. Y una vez se produce, me permite mantener a algunos personajes encerrados, aunque por otra parte tuve que imaginar cómo Nash, que no es policía, podría salir para seguir investigando.
- Su novela tiene eso que se llama 'metaliteratura': Amaia Salazar sabe que han escrito unas novelas sobre ella, las amigas de Nash las han leído y hasta le dicen que puede que la autora la convierta en protagonista de otra.
- Es que esa mezcla entre ficción y realidad existe. En la comisaría de la Policía foral en Elizondo hay un despacho en cuya puerta pone 'Amaia Salazar' y es donde se reúne el equipo de investigación criminal. En el interior están mis novelas y los carteles de las películas.
- También aparece Dolores Redondo como personaje y hasta hay quien dice que debe de ser «muy rara» a juzgar por las cosas que escribe.
- A veces yo también creo que 'la Redondo' es un personaje. Hay gente que conocía mucho antes de mis novelas y que ahora me ve así. Más de una vez me ha pasado que, yendo por una calle de Elizondo, he pensado: 'Por aquí iba yo a la escuela'. Ha sido un segundo antes de darme cuenta de que mi infancia no transcurrió allí. En realidad, estaba metida en el personaje de Amaia.
- De nuevo, la familia, que debería ser un refugio, aparece como un entorno de gran peligro.
- Es un lugar donde las relaciones son muy complejas y donde pesan muchas circunstancias, como tener suicidas entre los antepasados, que es lo que sucede aquí. O donde se ve cómo de difícil es la convivencia con quienes tienen estados de ánimo que fluctúan muchísimo. Me pregunto por qué comprendemos que alguien que va en silla de ruedas no puede hacer ciertas cosas y en cambio no lo pensamos de quien tiene una enfermedad mental.
- Hablemos de las madres. La de Amaia no era precisamente una buena madre. La de Nash ha criado sola a su hija, pero le ha ocultado un gran secreto.
- En muchas familias hay secretos que cuando aparecen lo alteran todo. Aquí hay razones para ese ocultamiento, que se desvelarán en la siguiente novela.
- Así que Nash aparece en ella.
- Sí, pero no como protagonista.
- ¿Tiene el resto del ciclo completamente definido?
- Tenía que llegar a esta para saber cómo narraré el resto. Escribir es un trabajo de minería, bajo tierra. Hay veces que abres una galería y no sigues porque no te lleva a ningún lugar, y otras que descubres algo inesperado. La documentación ha sido importante en esta novela, y lo será aún más en la tercera, que ya está muy avanzada.
- ¿Cuándo aparecerá y dónde estará ambientada?
- El escenario no lo puedo revelar porque es muy importante, y lo que digo se entenderá al leerla. Y en cuanto a plazos, prefiero no hablar de ello porque además de dedicarme a escribir tengo vida y a veces surgen cosas que alteran los ritmos.
Así como el txantxigorri, un dulce típico de la zona que elaboraban en la panadería de la familia Salazar, aparecía con frecuencia en los primeros libros de Dolores Redondo, la 'Baztan zopa' está muy presente en 'Las que no duermen. NASH'. Resulta que la más joven de las Mitxelena (la familia que tiene la funeraria local), que se harán muy amigas de la protagonista, es cocinera y elabora esa sopa del Baztán en un momento crucial de la novela. Se trata, como subraya el personaje, de la única sopa que se come con tenedor, y sus ingredientes hablan por sí solos de su contundencia: se trata de un caldo muy denso hecho a partir de casquería de oveja, grasa y otras piezas de carne del animal al que se añaden trozos de hogaza de pan seco. Los turistas que visitan Elizondo y se quedan a comer ya tienen el menú completo.
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