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Bernardo Atxaga, junto al ilustrador Juan Suárez y el guionista Pello Varela, este martes en el Arenal. Mireya López
'Memorias de una vaca', la fábula de Atxaga que cobra nueva vida en el cómic

'Memorias de una vaca', la fábula de Atxaga que cobra nueva vida en el cómic

La novela, que marcó el aprendizaje literario de una generación euskaldun, vuelve en adaptación ilustrada

Martes, 4 de junio 2024, 16:47

'Behi euskaldun baten memoriak' (Memorias de una vaca), la novela juvenil de Bernardo Atxaga que enganchó a la lectura a toda una generación de jóvenes vascos en los años 90, cobra ahora nueva vida reconvertida en un cómic que se ha cocido a fuego lento durante casi un lustro y que vez la luz tanto en euskera como en castellano con el objetivo de rescatar la fábula de Atxaga para una nueva generación de lectores.

Rebautizada como 'Mo', nombre de la joven bovina protagonista de la historia, se ha publicado en euskera a través de Pamiela y en castellano en La Cúpula y ha sido presentada este martes en la Feria del Libro de Bilbao con la presencia del ilustrador, Juan Suárez, del guionista de la adaptación, Pello Varela, y del propio autor de la obra, Bernardo Atxaga. Desde que se publicara la novela original en 1991, ha tenido un largo recorrido de ediciones y traducciones, e incluso una exitosa versión radiofónica en Alemania, pero esta es la primera adaptación ilustrada en formato cómic de este clásico de la literatura juvenil.

Tanto el guionista como el ilustrador han estado desde 2019 trabajando en un proyecto que llevaba décadas rondando la cabeza de Pello Varela, casi desde que leyó por primera vez la novela en los años 90: «Se me metió en la cabeza que había que llevar esta historia a las imágenes. Pensé en un proyecto de animación, pero en aquel entonces la industria no estaba lo suficientemente desarrollada. Años más tarde, aposté por el cómic y tengo que decir que ha sido una adaptación muy difícil».

Ambientada en los caseríos y montes guipuzcoanos durante la Guerra Civil y la posterior etapa del makis, la adaptación al formato visual de 'Memorias de una vaca' planteaba diversos retos en la manera de adecuar y ajustar la narración. Varela ha querido respetar la trama y los personajes, entre los que era muy importante la figura de Setatsua, «un personaje inexistente físicamente pero que había que reflejar como voz de la conciencia de la vaca Mo». Una vez superados los obstáculos, ha quedado un cómic que funciona como una versión fiel de la historia original, aunque con matices diferentes. «Me he decidido por la estructura clásica de exposición, nudo y desenlace, pero he tenido que narrar la historia a través de 'flashbacks'», ha explicado el guionista vitoriano.

Por su parte, Juan Suárez, ilustrador y artista plástico colombiano encargado de las viñetas, ha ahondado en la complejidad del proyecto y en los inconvenientes que han surgido por el camino: «Era un reto grande, para empezar porque es difícil sacar expresividad a una vaca, es un animal estático, no es como un caballo». También han requerido largo trabajo las tonalidades de las ilustraciones, por ejemplo en los paisajes, que no tiran del tan manido verde y arriesgan con otros colores. E incluso las vacas cambian de tono en función de la situación que se desarrolla y de la tensión de la escena. «Los paisajes fueron otro de los obstáculos, porque en plena pandemia yo no podía desplazarme al País Vasco a verlos de primera mano, y tuve que tirar de fotografías y documentación», ha detallado Suárez.

Génesis de la historia

En resumen, el resultado es una obra rica en colores, matices y detalles con la que ha quedado muy conforme su creador, Bernardo Atxaga, que ha dado las gracias a Suárez y Varela y ha relatado cómo se gestó la historia original de la novela: «Hace 35 años estaba en el caserío de un amigo cuidándole las vacas por unos días, un trabajo muy difícil, porque además me daban cierto respeto estos animales por su gran tamaño. Un día iba paseando por el bosque y vi primero unos viejos hierros y después algo brillante, que resultó ser la placenta de una vaca que acababa de dar a luz. Había descubierto el lugar que servía de paritorio a estas vacas, donde acababa de nacer una 'txahala'». Unos meses más tarde, a Atxaga el episodio vivido le volvió a la cabeza y decidió escribir sobre ello, mezclándolo con relatos sobre el makis y la Guerra Civil. «Fue un proceso de escritura muy feliz y sencillo, lo escribí a mano y terminé en 28 días, un periodo muy corto», ha rememorado.

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