JD Vance, candidato a vicepresidente de Donald Trump y autor del éxito de ventas 'Hilbilly, una elegía rural'. AFP

Los libros de puño y letra de los habitantes de la Casa Blanca

El candidato JD Vance ha hecho con 'Hilbilly' la última aportación a la tradición literaria de presidentes y líderes de EE UU, que reúne memorias y los 'thrillers' de Hillary y Bill Clinton

Miguel Pérez

Bilbao

Lunes, 4 de noviembre 2024, 01:32

Las autobiografías forman parte de la tradición presidencial de Estados Unidos, pero resulta del todo peculiar que un candidato a vicepresidente publique la suya con 31 años. JD Vance, el número dos de Donald Trump, lo hizo en 2016 y de alguna manera hoy está ... donde está gracias a aquel fenómeno literario.

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El político concurre este 4 de noviembre a las elecciones por la Casa Blanca. Pero hace ocho años era alguien bien diferente: un graduado en Derecho de Yale empleado en una tecnológica de Silicon Valley que –vaya vueltas da la vida– consideraba a Trump en privado como un individuo «nocivo». A ciencia cierta, es imposible discernir si escribió 'Hilbilly, una elegía rural' como una forma personal de liberar los recuerdos de su infancia y juventud en el cinturón industrial de Ohio, o en realidad era el tipo de individuo previsor que perseguía construir la novela liberal sobre la clase obrera que iban a necesitar los conservadores en un futuro próximo.

Vance fue criado en una comunidad de familias trabajadoras, de economías medias y bajas sacudidas por la globalización y las reestructuraciones industriales. Creció entre supervivientes. Su padre se marchó de casa. Su madre acabó enganchada al alcohol y las drogas. Su abuela se hizo cargo de él.

De la calidad literaria del libro –del que posteriormente Ron Howard hizo una película con Glenn Close como protagonista, hoy localizable en Netflix– hay múltiples opiniones dispares. Se intuye que la política pudo influir. El entusiasmo inicial con el que fue recibido se tradujo luego en silencio o indolencia cuando a Vance le adoptó el MAGA, el movimiento trumpista hasta entonces huérfano de guías impresas, salvo un par de libros de su líder sobre economía y cómo triunfar en los negocios. 'The Wall Street Journal' reseñó de la obra que eran «unas hermosas memorias» mientras 'The New York Review of Books' lo redujo a un argumento que «toma prestada la fórmula tradicional del sueño americano».

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Bill Clinton y James Patterson han mantenido una fructífera relación literaria.

¿Merece la pena leerla? Sí. 'Hilbilly' es un drama rural razonablemente ágil, contemporáneo y realista si se toma efectivamente como una novela, se dejan aparte juicios de valor banales o no se piensa en la ideología del autor cuando crítica a los trabajadores que apenas tienen sustento pero disfrutan de móviles caros o denuncia sutilmente la política del bienestar de Barack Obama porque, a su entender, convierte a los obreros en perezosos. A Vance le culpan de no abordar el paro y la miseria como crisis sistémicas, sino opciones personales. El candidato es un conservador patriota. En una entrevista reciente, Vance declaró que tras el atentado fallido a Trump en Pensilvania el pasado julio, su primer impulso fue llevar a su familia a casa, meter a sus hijos en la cama, «hacer acopio de las armas» que tenía en la vivienda y «sentarme a la puerta como un centinela». Si una declaración así no merece envolverse en barras y estrellas, pocas otras lo merecen.

A 'Hilbilly' no se le puede arrebatar el mérito de que, por ventas, es uno de los libros políticos de este siglo en EE UU. Y es la clase de 'libro político' convertido en 'bestseller' siguiendo un proceso contrario a la lógica de este subgénero editorial. No está escrito por un presidente ni un líder reconocido. Tampoco se presentó como una obra de referencia ideológica. Hasta que Donald Trump Jr. lo ensalzó y la derecha lo hizo suyo, gustó tanto a las élites republicanas como a las demócratas.

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Ronald Reagan escribió sus memorias en 1990, apenas dos años después de dejar la Casa Blanca.

Ni siquiera se promocionó como un pelotazo literario. La editorial HarperCollins lanzó una tirada inicial de 10.000 ejemplares y Vance reconoció el «abusurdo» de escribir unas memorias en la treintenta para relatar las experiencias de alguien que «no ha conseguido grandes logros en la vida. Ninguno que justifique que un completo desconocido pague dinero para leer sobre ella».

Ninguna de estas palabras figuraría en el prólogo de una autobiografía presidencial. Los mandatarios y otros altos cargos de la política tienen vocación de perpetuarse y dejar constancia de su legado. O la versión que hacen ellos de tal herencia. Ronald Reagan utilizó su diario personal para 'Una vida americana', unas memorias coescritas con el periodista Robert Lindsey en 1990, apenas dos años después de salir de la Casa Blanca, que algunos críticos calificaron de «justas» y otros echaron en falta la mención a los pasajes más comprometidos de su mandato. Jimmy Carter hizo un buen retrato de época en 'Turning Point', su primera campaña política al Senado, en 1962. Obama es prolijo con el bolígrafo y el papel, sus medios preferidos de escritura. Ha publicado casi media docena de libros con pensamientos, recuerdos y anécdotas, entre ellas su búsqueda de lugares discretos en la Casa Blanca donde poder echar un pitillo. Por tener, ha firmado un libro al alimón con Bruce Springsteen considerado las reflexiones de dos 'outsiders'. Quizá Jack Kerouack diría que el calificativo les quede grande.

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El día en que dejó de beber

Otra autobiografía singular y poco al uso es la que George W. Bush tituló 'Decision Points'. La estructura en función de catorce decisiones trascendetales que tomó antes y durante sus ocho años de presidencia, comenzando por la de dejar su adicción al alcohol cuando tenía 40 años. Se publicó en noviembre de 2010 y en dos meses vendió sorprendentemente dos millones de ejemplares, superando el récord de 'My Life', de Bill Clinton. Y unas memorias de Clinton son difíciles de sobrepasar.

El expresidente de la sonrisa eterna no puede quejarse –pese a la competencia de Bush– de su posicion como autor 'bestseller'. 'El presidente ha desaparecido' (2018) y 'La hija del presidente' (2021) son sus contribuciones al género de suspense, del que es adicto tanto como su esposa, Hillary, quien también ha firmado la novela de misterio 'Estado de terror' (2021). Puede adivinarse que se trata de sendos divertimentos secretos en los que aprovechan sus experiencias personales.

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Apasionada del suspense, Hillary Clinton aportó su experiencia en el Gobierno de Obama a su novela. AFP

Bill Clinton inventa como protagonista a Jonathan Duncan, un presidente de EE UU patriota, valiente, ingenioso en las réplicas a sus adversarios politicos, que lucha tanto contra las intrigas de la Casa Blanca como con yihadistas. En 'Terror de Estado', la estrella es una secretaria de Estado, el 'alter ego' de Hillary, que ocupó ese cargo en el Gobierno de Obama.

La soltura de ambos en el mundo del 'thriller' literario no es cuestión suya. Los dos recurrieron a maestros del género en el papel de coautores; él, con James Patterson; ella, con su amiga Louise Penny. La candiense ha explicado que la novela partió de una conversación sobre «su peor pesadilla como secretaria de Estado». La crítica ha respetado más esta ficción que las de su marido, 'thrillers' «potentes», pero «predecibles» y donde se percibe el estilo de Patterson –«solo»– en casi todas sus páginas.

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Las dificultades de Trump para publicar su autobiografía

De todos los expresidentes contemporáneos,Donald Trump es el único que no ha publicado sus memorias. Constituye un fenómeno anómalo en una industria editorial que compite a cara de perro por contratar las autobiografías de los antiguos inquilinos de la Casa Blanca. Y más en este caso, donde un diario del polémico líder republicano sería un éxito de ventas inmediato. Aunque posiblemente inferior a los 67 millones de dólares ingresados por el matrimonio Obama en su serie de libros escritos después de la primera presidencia de un mandatario negro en la historia de Estados Unidos.

La falta de reconocimiento del triunfo de Joe Biden en las elecciones de 2020 y el asalto posterior de una turba de extremistas al Capitolio el 6 de enero de 2021, alentada por las denuncias de fraude electoral del republicano. han convertido a Trump en un personaje aparentemente tóxico para el mercado de las autobiografías. Algunas editoriales han reconocido el enorme trabajo de meses que supondría comprobar la veracidad de todas sus afirmaciones en unas memorias. Y el problema añadido de exigirle las correspondientes correcciones en el caso de las falsedades.

En 2021, el magnate dijo que había rechazado dos ofertas de editoriales «muy importantes», pese a que estaba en pleno proceso de redacción del «libro de los libros». El portal 'Político' hizo una ronda de consultas y estableció que ninguna de las cinco grandes empresas del sector habían contactado con él. Pero si constató el «escepticismo» de la industria por los problemas que el magnate había causado a quienes editaron sus manuales de economía ligera.

Más de tres años después, nadie sabe nada sobre su presunta autobiografía. Quizá esta campaña cambie las cosas. Su mujer, Melania, sí ha editado la suya hace apenas un mes. En sus páginas vierte aportaciones tan jugosas como su defensa del derecho al aborto, de cuya regulación estricta y prohibición han hecho bandera los republicanos. Lo curioso es que mientras las editoriales han sido esquivas con Trump, su vicepresidente entre 2016y 2020, Mike Pence, sí logró un contrato multimillonario por ecribir dos libros.

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