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Joseba Sarrionandia (Iurreta, 1958) sonríe cuando se le recuerda la observación que hizo al regresar a su pueblo el año pasado, casi cuatro décadas después de que se fugara de la cárcel de Martutene, donde cumplía condena por pertenencia a ETA. Huyó oculto en los ... altavoces del cantante Imanol: «Iurreta era Durango, no conocía la Ertzaintza, no había visto en directo nunca ETB y estoy sorprendido con tantas rotondas». El escritor apunta que dijo una vez lo de las rotondas y lo ha escuchado mil veces. Como si la frase perteneciera a una persona que ha permanecido fuera de la Tierra durante 36 años. Sin embargo, el protagonista de la mítica 'Sarri sarri' de Kortatu, en paradero desconocido durante décadas hasta que en 2016 se supo que vivía en Cuba, reconoce que no se siente «un desplazado».
«Vine hace un año, pero desde entonces he vuelto a La Habana varias veces», explica a EL CORREO. «Me he encontrado con un país completamente diferente. Un país que funciona como una maquinaria. Yo vengo de la sociedad cubana, que está un poco desintegrada. Umberto Eco tiene un libro, 'Apocalípticos e integrados'; cuando yo era joven, con 17 o 18 años, en los 70 vivíamos en Euskadi una situación medio integrada, medio apocalíptica. Y ahora me he reencontrado con una sociedad muy integrada, para lo bueno y para lo malo. Integrada a nivel económico, con un progreso considerable, e integrada en la OTAN, que me parece una cosa supremacista».
A sus 64 años, Sarrionandia protagonizó ayer en la Feria del Libro su primer acto público en Bilbao. Como Umbral, venía a hablar de su libro, 'Munduari bira eman zion ontzia' (El barco que dio la vuelta al mundo), un volumen ilustrado sobre la primera vuelta al mundo de Elcano y Magallanes. Desde la editorial Pamiela advertían: «Solo hablará del libro, no quiere dar espectáculo». Pero la larga cola de lectores que esperaban para que les firmara un ejemplar, insólita tras una rueda de prensa mañanera, indicaba que su presencia era un acontecimiento.
El autor de 'Ni ez naiz hemengoa' llegó a las casetas del Arenal caminando desde la cercana sede de Euskaltzaindia en la Plaza Nueva. Allí había recogido de manos del presidente de la Academia de la Lengua Vasca, Andrés Urrutia, el diploma que le acredita como académico correspondiente. Llevaba esperándole desde 1991. Sarrionandia también se estrenó firmando libros y charlando con lectores que veneran a uno de los poetas y escritores fundamentales de la literatura vasca. «He escrito cuarenta libros y normalmente no había recibido ninguna respuesta, no tenía en cuenta si los leía la gente o no», reflexiona. «Ahora me doy cuenta de que se han leído. Podrían haber sido cuarenta libros intrascendentes, pero por suerte no ha sido así. Con todo, me siento raro. Puede parecer que tu trabajo acaba cuando terminas de escribir la novela, pero en realidad es entonces cuando empieza la verdadera novela. Cuando hay que venderla. De esa segunda película me he librado toda la vida».
Licenciado en Filología vasca por la Universidad de Deusto, miembro de la banda literaria Pott junto a Bernardo Atxaga y Jon Juaristi, 'Sarri' era quizá el escritor en euskera más prometedor de su tiempo hasta que el 13 de noviembre de 1980, con 22 años, fue detenido por pertenencia a ETA. La condena de 18 años no le impidió seguir escribiendo y publicando desde la cárcel: Carabanchel, El Puerto de Santa María, Herrera de la Mancha y Martutene, de la que se fugó el Día de San Fermín de 1985 junto a otro preso de ETA, Iñaki Pikabea. Una gesta para la izquierda abertzale inmortalizada por Kortatu y bailada en todos los rincones de aquella Euskadi de 'martxa eta borroka'.
Ruper Ordorika, Mikel Laboa y Ken Zazpi, entre muchos otros, han puesto música a los poemas de Sarrionandia, cuya azarosa biografía ha provocado que gran parte de su obra no se haya traducido al castellano y que incluso los premios de carácter literario hayan sido objeto de polémico. Como en 2011, cuando el Gobierno vasco presidido por Patxi López le concedió el Premio Euskadi de Literatura y retuvo la cuantía económica hasta que la Fiscalía de la Audiencia Nacional constató que no tenía causas pendientes.
Joseba Sarrionandia admite que ese halo mítico de escritor oculto, del que hasta hace poco apenas había fotos, le ha perjudicado en algunos aspectos y beneficiado en otros. «Los prejuicios son más difíciles de destruir que un tanque de guerra», lamenta. «Se siguen manteniendo todos esos prejuicios y va a seguir siendo así. Por otro lado, hay que hablar y debatir sobre todo. No puedo empezar de cero».
ELENA SIERRA
Partieron varios cientos de marineros y regresaron una veintena. Comenzaron en cinco naves y lo que llegó a puerto al final fue lo que quedó de una de ellas. Cargadita de especias, eso sí, por lo que la primera vuelta al mundo se puede leer como una gesta exitosa. De alguna manera lo fue, pero también se puede contar redescubriendo las aristas, con una mirada del siglo XXI, planteando otras preguntas y desvelando algunas miserias, y Joseba Sarrionandia ha decidido afrontarlo así en 'Munduari bira eman zion ontzia' (ed. Pamiela), un libro con ilustraciones del cubano Arístides Hernández, Ares.
El 'ontzia' del título puede leerse como 'barco', pero en euskera tiene otras acepciones, la de recipiente, la de lo que contiene otras cosas... Y en esta novela la Historia contiene muchas otras historias, como le explica a su nieta una abuela profesora de esta materia cuando la cría le pide que deje de contarle cuentitos y vaya a lo serio, que ya tiene edad. En esta «metáfora» de la Historia de la Humanidad surcada por muchos temas (las relaciones de poder, la memoria histórica, el machismo, el racismo, la globalización, la propiedad de la tierra...), caben hasta las miradas de las mujeres, que como se sabe no aparecen en los relatos de la primera vuelta al mundo, ni en tantos otros. Es su diálogo el que estructura una narración pensada para lectores de todas las edades.
'Munduaren bira eman zion ontzia' se traducirá próximamente al catalán, gallego y castellano.
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