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«Quería hablar de que la violencia no es solo física, que hay algunas violencias que pueden ser incluso peores... O no peores, sino al ... menos tan dañinas», dice Josan Mosteiro (Barcelona, 1970) sobre el germen de su primer 'thriller', 'La cosecha pálida' (Roca Editorial). Hay que decir que esta no es su primera novela, porque el autor catalán tiene una larga trayectoria en el terreno de los cuentos, la literatura juvenil y las obras para adultos, como 'La piel afilada' y 'La intimidad de los viajeros'.
Claro que hasta ahora firmaba con su primer apellido, Hatero. Era Josan Hatero. Para debutar en el 'thriller' ha optado por utilizar el apellido de su madre. «Escribo el libro en 2020 y 2021 y para entonces mi madre, que sufría demencia, cae ya en el abismo de la memoria y quería rendirle una especie de homenaje», explica el autor a su paso por Bilbao. Además, el escenario es un imaginario pueblo gallego, Calixe, que toma muchos detalles del pueblo real de la madre, ese Melide en el que él pasó tantos veranos de niño y adolescente amedrentado y fascinado por las leyendas que sus primas creían a pies juntillas («las lavandeiras, la Santa Compaña, las meigas y los mouros»).
En Calixe, de repente, aparece una joven que desapareció hace cuatro años. Cruz Castro regresa por su propio pie a este pueblo en el corazón de Galicia. Está pálida y asegura que ha pasado esos cuatro años bajo tierra, secuestrada por los mouros, una raza de seres míticos que habitan los bosques locales, según las leyendas gallegas y asturianas de origen celta. En el pueblo creen que se ha inventado esa historia para esconder que se fue con algún hombre que luego la dejó tirada. Sin embargo, Asunta Lourerio, una periodista en horas bajas, la entrevista y comienza a sospechar que tras su fantástica explicación puede esconderse una secta o un secuestrador muy real.
«Quería darle una vuelta a los tópicos del género, así que en vez de empezar con la desaparición, lo hago con la aparición», cuenta el escritor. Crucita, la chica, está convencida de que quienes la secuestraron le salvaron la vida. Dice que iba por mal camino, y que ya no. Que ahora tiene un propósito en la vida y un mensaje para otras chicas: que las mujeres deberían volver a sus casas, tener familia y dejarse de vanidades, de fiestas y de tonterías modernas.
- Pues mire que no me suena tan loco, con toda esta oleada de neoconservadurismo...
- No me parece tan improbable a mí tampoco. Y el miedo viene de ahí: el malo o la mala de la novela no es alguien a quien se la ido la olla, sino una persona normal que hace algo horrible por unos motivos que puedes llegar a entender, por unos valores absolutos que no compartes, pero que otros tienen. Y por esos valores privan de libertad a otras personas. Eso es el fascismo. Es una figura del mal que no me parece muy lejana.
Eso da más miedo todavía, dice Josan Mosteiro, que también es guionista y profesor de escritura creativa. Como imaginar «los peligros del bosque, que en los cuentos de hadas es donde siempre sucede el mal» y que tan presentes están en la novela, como en los escenarios en los que se inspira.
En Calixe todo el mundo se conoce y al mismo tiempo no; todo el mundo puede ocultar algo porque la dispersión de la población, las casas alejadas del núcleo y los caminos que parecen no llevar a ninguna parte -«las casas que no aparecen en el mapa»- ayudan a esconder cosas. «La leyenda de los mouros, que viven bajo tierra, es en realidad una metáfora de lo que escondemos», señala el escritor.
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