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Lourdes Gómez
Jueves, 10 de octubre 2024, 00:15
«Es su cara. Es 'Jack el destripador' al cien por cien. Es la imagen más exacta de él que pueda haber», exclama Russell Edwards, autor de 'Naming Jack the Ripper: The Definitive Reveal', (Identificando a Jack el Destripador: la revelación definitiva), su última entrega ... de las pesquisas sobre el notorio asesino en serie de mujeres, que tuvo en vilo a los residentes de Londres de finales del siglo XIX y aún cautiva la imaginación de aficionados y expertos en criminología.
El libro refuerza la elaborada tesis de Edwards, que apunta a Aaron Kozminski, un barbero polaco que emigró con su familia a Inglaterra en la década de 1880, como el autor de los brutales asesinatos de Whitechapel, en el este de la capital británica. Los cuerpos descuartizados de cinco prostitutas se descubrieron en cunetas y aceras del barrio.
La imagen difundida esta semana se ha generado digitalmente a partir de fotografías de familiares de Kozminski, quien tendría 23 años en las semanas de la sangrienta matanza. «Hasta ahora visualizaba su imagen entre sombras y verle por fin en la realidad es fenómeno. Ha sido un tremendo viaje de 24 años para llegar a este punto», explica Edwards por teléfono. Se embarcó en la búsqueda del asesino del East End (como todavía se conoce el distrito al Este de la City de Londres) por afición tras ver 'Desde el infierno', la película del destripador que protagoniza Johnny Depp, y pronto desembocó en una obsesión recurrente.
Kozminski se menciona entre la media decena de sospechosos que la policía londinense investigó en su día. En la edición original de 'Naming Jack the Ripper', publicada en inglés hace diez años, Edwards identifica al barbero de origen polaco como autor de las brutales muertes a partir de pruebas científicas de ADN realizadas sobre restos de sangre y semen extraídos de un viejo chal de seda. «El echarpe es genuino y estaba en la escena del crimen el 30 de septiembre de 1888», dice, aportando ejemplos del proceso investigador. La fecha se relaciona con el asesinato de Catherine Eddowes.
Otros expertos en este criminal desconocido dudan de los resultados del análisis de un trozo de tela que habrá pasado por cientos de manos, aunque realmente perteneciera al supuesto asesino de finales del siglo XIX. Pero en su nueva publicación, Edwards aporta testimonios de letrados y jueces forenses que avalan su trabajo y la labor de Jari Laouhelainen, el académico que colabora en la investigación. «He trabajado con el abogado Tim Sampson, quien sostiene que la Policía habría tenido motivos suficientes para acusar y pedir a la Fiscalía el procesamiento de Kozminski por el asesinato de Catherine Eddowes la noche del 29 de septiembre de 1888, de haber contado con las nuevas pruebas de ADN obtenidas del chal», señala el autor en la entrevista con este diario.
La edición actualizada conecta a un familiar del supuesto asesino con una logia masónica de Londres que habría maniobrado para encubrir su identidad como culpable de los terroríficos crímenes. Además, Edwards rellena lagunas narrativas del libro anterior, responde a críticas de sus pares y desvela el retrato reconstruido de Aaron Kozminski, de quien no duda que se trata del genuino Jack el Destripador.
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