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El lunes empezó como un día cualquiera para Santiago Posteguillo (Valencia, 1967). Se levantó a las seis de la mañana y fue a dar clase en la Universidad Jaume I de Castellón, dos horas sobre 'Jane Eyre', la novela de Charlotte Bronte, y otras ... dos sobre el 'Julio César' de Shakespeare. A partir de ahí la jornada experimentó un giro en el guión que le llevó hasta la gala del Premio Planeta 2018 en Barcelona. Y hacia el filo de la medianoche se proclamó ganador de esta veterana distinción por su novela 'Yo, Julia'.
Como sus novelas anteriores -las trilogías sobre Escipión El Africano y sobre Trajano-, no bajará de las 700 páginas. «Pueden parecer muchas pero según lo que me cuentan los lectores no lo son. Incluso comparto la teoría de Hemingway según la cual el escritor sólo tiene que mostrar la punta del iceberg y el lector tiene que adivinar lo que está debajo».
-¿Cómo llegó a interesarse por la figura de la emperatriz romana Julia Damna?
-Es un personaje que ha estado apartado o ensombrecido en la historia de Roma a pesar de su importancia. El desencadenante de la novela fue en todo caso una visita a la casa de Robert Graves -el autor de 'Yo, Claudio'- en Deià, en Mallorca. Nos atendió su hijo William. Nos llevó al despacho de su padre y me invitó a que me sentara en la silla donde escribió ese libro. Incluso que me dijo que podía coger su pluma, lo que no hice porque me parecía un sacrilegio. Me vino a la cabeza la figura de Julia, ninguneada en la historia contada por los hombres, una mujer con una importancia mucho mayor de la que suele aparecer en los libros. Un personaje inconmensurable. Me pareció que la igualdad también se consigue contando la vida de las mujeres brillantes. Así nació 'Yo, Julia'.
-Si los historiadores le han tratado mal, ¿cómo consiguió documentarse sobre ella?
-Por alguna biografía reciente que ya muestra el interés por estos personajes que hasta ahora se han creído secundarios, por las fuentes clásicas y por restos arqueológicos, como lo sellos -troqueles con sus figuras imperiales- que le pertenecieron. Luego hay que organizarlo todo de manera entretenida. Tienes que evitar la pompa que todavía algunos asocian con la Roma clásica y el exhibicionismo de lo que has aprendido. Sabes mucho, pero hay que borrar todo aquello que entorpezca el desarrollo del argumento y de la acción, aunque te duela. Primero tiene que ser novela, y luego histórica.
-Ha vendido cientos de miles de ejemplares con esta fórmula.¿Le molesta que le llamen escritor de best- sellers?
- A ver, sería absurdo que me quejara de que mis libros se leen mucho. Hay best-sellers buenos y malos, como hay libros muy literarios buenos y otros que se te caen de las manos. Lope de Vega y Shakespeare llenaban teatros. ¿Vamos a quitarlos del pedestal en el que se merecen estar sólo por eso?
-Dibuja a Julia como una mujer ambiciosa, inteligente y hermosa.
-Sí, y utilizó todas sus capacidades para lograr sus propósitos, incluida la cama. Fue la emperatriz más poderosa entre cientos de ellas, un auténtico gobierno en la sombra. Siempre iba por delante de sus enemigos. Cuando se muere el emperador Cómodo hay cinco hombres que luchan por su puesto. Mientras ellos pelean por ocupar su sitio, ella quiere fundar una dinastía y que su marido sea el primero de ella. De esa lucha en la que está involucrada Julia surgen muchas preguntas. ¿Se puede poner en peligro lo que más se quiere por el poder? ¿Merece la pena jugar la partida? A Claudio Pompeyano le ofrecieron tres veces ser emperador y las tres dijo que no. Murió tranquilamente en su villa mientras los demás iban siendo asesinados.
-¿Quién es Septimio Severo, el marido de la protagonista?
-Un hombre entregado a Julia, capaz de hacer todo que le pida, aunque sepa dónde están los límites. Una parte clave de la novela consiste en saber si ella es consciente de esas limitaciones o si un exceso de ambición puede echar a perder todos sus propósitos. Es la primera pareja en centenares de años de historia imperial que se quieren y se desean.
-El interés por Roma, en el cine y en la literatura, no decae.
-Es un periodo atractivo, inagotable. Aún vivimos dentro de su herencia legal, hablamos derivaciones del latín y compartimos costumbres. Su 'hora sexta', la del descanso, es nuestra siesta. Europa no se entiende sin su huella. Interesa a los británicos, a los alemanes, a los rumanos, habitantes de la antigua Dacia. ¿Seguiré por este camino? Quién sabe, pero amenazo con ello. Soy un friki de Roma.
-¿Cómo ha sido la experiencia de escribir sobre una mujer como Julia?
-Yo he tomado la voz de Galeno, el médico de la época. Pero un escritor trabaja con su capacidad para la empatía. Nadine Gordimer era blanca en Sudáfrica y su literatura se construye a partir de personajes negros en el apartheid. Un autor tiene que mostrar un habilidad especial para ponerse en la piel del otro, Agatha Christie se cargó a decenas personas en sus novelas sin ser una asesina. Y muchos de nosotros hemos escrito sobre soldados sin haber estado nunca en una guerra.
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