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Al último José Hierro, el de los cigarrillos a escondidas, el que se negaba a renunciar a las comparecencias públicas, le faltaba el aire. Pero los versos regresaban incesantes sobre su cuaderno imaginario de ciudades, estancias y voces. Cuando se acaba de cumplir el centenario ... del nacimiento del poeta (Madrid, 3 de abril de 1922 - Madrid, 21 de diciembre de 2002), el aniversario invita a revisitar una escritura que se ha definido como «compleja, densa, absolutamente personal y muy variada». Se pueden rastrear en ella caminos de carácter social, neorromántico, irracionalista, existencial... Una poesía «siempre entre el reportaje y la alucinación, o mezcla de ambos conceptos».
Y ahí emerge el autor como el apasionado obrero de la palabra, paciente, humilde, en zapatillas y sin camisa, entre amigos y versos, entre premios, casas y cepas, entre chinchones secos y dibujos, miles de dibujos. El escritor y dibujante, que con apenas dos años se trasladó con su familia a Santander, aparece persistente en cafeterías y en bares dibujando flores, Cristos, rostros, máscaras y árboles, mientras moja los dedos en fondos de café, licor y vino. Hay pinturas impresionistas, surrealistas, cubistas y expresionistas. Entre tinta y lápices y colores surge el verso.
«Llegué por el dolor a la alegría./ Supe por el dolor que el alma existe». Voz y palabra. Hondura y biografía. Reportaje y alucinación. Musicalidad y ritmo. El poeta Lorenzo Oliván ya expresó con claridad la entraña de la escritura poética del autor de 'Quinta del 42': «Todo en Hierro responde a un hondo problema: el problema de querer atrapar el tiempo, que es vida y dinamismo, en la palabra; el problema de dar salida, en el cauce lineal de la poesía, a la turbamulta de lugares, de momentos e incluso de personas que nos habitan».
Pero volver sobre Hierro, en esta doble revisitación cronológica con el equipaje celebrativo del centenario de su nacimiento y, al final del año, el vigésimo aniversario de su muerte, supone alumbrar la grandeza del poeta, iluminar su lectura, diseccionar su palabra y depurar su actualidad. Esa obra, como subrayó Oliván, «en la que caben los distintos tonos que se han sucedido, aunque sobre esos tonos rastreables siempre sobrevuela la misma voz personal». El Hierro existencialista, social, culturalista, experiencial a su manera; el que adopta la voz elegíaca, testimonial, irracional, vitalista o narrativa a su modo, «sin renunciar nunca al don de hacer que su palabra eternice el instante».
«Cuando la vida se detiene, / se escribe lo pasado o lo imposible / para que los demás vivan aquello / que ya vivió (o que no vivió) el poeta».
En su voz interior, personalidad y potencia creativa habitaban ecos, señales y revelaciones. «La misión de la poesía no es aportar soluciones, sino plantear preguntas», escribía Hierro. Una mezcla de vitalidad, intensidad y sentido de responsabilidad. Un creador poliédrico perseguidor de la trastienda del poema, las bambalinas de la escritura, también el poeta-artista, crítico de arte, adaptador de textos teatrales, guiones radiofónicos...
La obra de Hierro no ha caído en el olvido desde su muerte pero sí han existido silencios pasajeros, y siempre cabe la posibilidad de que asomen aspectos de su creación y vida que quizás permanecen sin desvelarse. La Universidad Internacional Menéndez Pelayo, que ya celebró un curso dirigido por el profesor y traductor Dámaso López García y el poeta Juan Antonio González Fuentes, abordará este verano el foro 'Leer a Hierro en el siglo XXI'.
«Peter Pan por las alamedas... un niño que no sueña...». Los versos de 'Tierra sin nosotros', el Santander de 'Proel', el poeta inaugural a través de 'Alegría', el Pepe Hierro de juventud, permitían adivinar al gran poeta. El propio autor escribió en el número extraordinario de la revista 'Proel' de 1950, cuando contaba 28 años, unas palabras que contienen un imperecedero síntoma: «El hombre de hoy -me refiero al que pertenece a esta generación de falsos jóvenes, cuya vida ha sido radicalmente modificada por la guerra española, el hombre que ahora tiene alrededor de los treinta años, el que vio destruido el edificio de sus esperanzas, sus proyectos, sus convicciones; el que asistió a la muerte de sus cosas más queridas, no ha sido capaz de descubrir la expresión artística que conviene a su alma».
Hierro y su palabra, en fin, impregnando, manchando la vida: «Y yo busqué en los álamos mi vida/ y al no encontrarla la creí perdida,/ y estaba aquí, al alcance de la mano».
El programa diseñado para conmemorar el aniversario de José Hierro ofrece una gran exposición antológica en la Biblioteca Nacional de Madrid, entre el 21 de octubre de este año y el 22 de enero de 2023, que recogerá una parte importante del legado literario y plástico del poeta. Más allá de esta iniciativa, el Centenario Hierro incluirá también entre este año y el que viene un variado programa de eventos literarios y culturales en el que tendrán una presencia relevante las ciudades clave en la vida del autor, desde Madrid y Santander a Valencia y Getafe. La convocatoria sumará más de 60 actividades entre homenajes, lecturas colectivas, conferencias y exposiciones.
1922. Nace el 3 de abril en Madrid.
1924. Toda la familia se traslada a Santander por un cambio en el trabajo del padre.
1936. La Guerra Civil interrumpe sus estudios. Ese mismo año aparecen publicados sus primeros poemas.
1939. Ingresa en prisión, acusado de pertenecer a una red clandestina de ayuda y socorro a los presos, y recorre varias cárceles.
1944. Sale de prisión y se traslada a Valencia.
1947 a 1952. Vive y trabaja en Santander, donde desempeña varios trabajos.
1952. Comienza a trabajar con Editora Nacional y se traslada a Madrid.
1962. Se publica la primera edición de sus 'Poesías completas' (1944-1959).
1981. Recibe el premio Príncipe de Asturias de las Letras.
1987. Se jubila de su trabajo en Radio Nacional.
2000. Se le concede el premio Cervantes.
2002. Fallece el 21 de diciembre en Madrid.
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