'Los extraños', publicada por Impedimenta, es la nueva novela del escritor Jon Bilbao (Ribadesella, 1972). Está protagonizada por una pareja, Jon y Katharina, que pasa el invierno en Ribadesella, sumida en el aburrimiento. La visita de un supuesto primo de Jon y de su ... enigmática compañera, poco después de que vieran unas extrañas luces en el cielo, los sacará de su confortable hastío.
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En esta historia, con toques de ciencia-ficción, las elipsis y las medias verdades contribuyen a generar una atmósfera inquietante que Bilbao recrea con su admirable precisión. Su anterior trabajo, 'Basilisco', acaba de ser distinguido con el Premio Euskadi de Plata que concede el Gremio de Librerías de Gipuzkoa
- Jon y Katharina aparecieron ya en Basilisco. ¿Está usted abriendo un ciclo autorreferencial o autoficcional?
- Autorreferencial, quizá sí; autoficcional yo diría que no. Son personajes con los que me siento cómodo, me gusta hablar a través de ellos, y ellos están en un momento vital que coincide con el mío y hay sintonía, tanta que pretendo seguir escribiendo sobre ellos. De hecho, el proyecto que tengo ahora sobre la mesa también los tiene como protagonistas. En el caso de 'Los extraños', además, el hecho de que aparezcan platillos volantes aleja la idea de lo autobiográfico (se ríe).
- En 'Los extraños' consigue algo complicado: hacer gran literatura de la rutina de una pareja y de sus días más aburridos.
- Yo valoro mucho a la hora de leer las obras de otros que me hagan ver con ojos nuevos situaciones que en principio ya son tan familiares que no nos suponen ningún misterio. La pareja protagonista tampoco es que esté sumida en un gran drama, ni en una gran crisis, simplemente están aburridos de lo que les rodea y por extensión el uno del otro, y ese aburrimiento es como una corriente marina que te aleja de la persona con la que te estás bañando.
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sentimiento
- El libro se abre con una escena muy elocuente que muestra cómo Jon y Katharina trabajan en la misma casa, pero cada uno en una punta de la misma.
- Jon y Katharina están pasando el primer invierno de su relación en una casa muy grande en Ribadesella. Hace muy mal tiempo, no conocen a nadie y están muy aburridos, sobre todo ella, y ese distanciamiento se plasma en el hecho de que ella trabaje en una punta de la casa y él, en otra, y a la hora de comunicarse utilicen frases telegráficas a través del chat. Les da demasiada pereza levantarse y hacer el recorrido para llegar a la otra punta de la casa. De todas formas, tampoco me parece una situación excepcional.
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- Ribadesella no es un escenario ajeno a sus lectores. ¿Está apuntalando un espacio literario propio?
- Es algo que va surgiendo relato a relato o novela a novela. En el caso concreto de esa casa de Ribadesella -la casa en la que nací y en la que paso los veranos- comencé a utilizarla en 'Basilisco', en las partes que se desarrollan en la actualidad, y fue como una huida de las otras partes del libro, que se desarrollan en el Lejano Oeste y me obligaban a documentarme bastante. Así que usé en los otros capítulos la casa porque la tenía muy interiorizada. Le fui viendo posibilidades como entorno en el que se pudiera ambientar una historia más compleja. Por eso luego afronté la escritura de 'Los extraños': tenía claro el entorno, los protagonistas, y me propuse hacer algo sencillo, una especie de pieza de cámara, con pocos personajes.
- Los protagonistas ven o creen ver unos platillos volantes y tampoco se alteran demasiado.
- Esos platillos -en ningún momento se afirma que sean volantes- contribuyen a crear la atmósfera emocional del libro, introducen en el elemento de extrañeza y dejan claro al lector que no nos movemos en el realismo: si aparecen luces en el cielo podemos aguardar cualquier tipo de acontecimiento. Luego también tiene una intención de guiño al lector para evitar las acusaciones de autoficción.
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último libro
- Atraída por el episodio de las luces, llega una expedición de ufólogos, que acampa frente a la casa de los protagonistas.
- Sí, cambian el ambiente en el pueblo, le dan vida. Luego resulta que los ufólogos son más extraños que las luces del cielo. Para los protagonistas suponen una especie de presión añadida. A poca distancia tienen a cientos de personas, muy aburridas, con telescopios, apuntando a veces hacia el cielo y a veces hacia la casa.
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- Su escritura es extraordinariamente precisa. ¿Es la precisión su gran preocupación formal?
- Sí, la precisión es, desde luego, una de ellas. Me gusta mucho lo que dice Iris Murdoch sobre que a la hora de escribir no hay que buscar la verdad, sino la precisión. Que el lector vea en su cabeza lo que yo tengo en la mía a la hora de escribir es algo que me preocupa, sí.
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