«Como escritor, he trabajado derribando estereotipos»
Bernardo Atxaga| Escritor ·
'Casas y tumbas', que llega hoy a las librerías, será su última novela. A partir de ahora se dedicará a escribir textos más libres y personalesSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Bernardo Atxaga| Escritor ·
'Casas y tumbas', que llega hoy a las librerías, será su última novela. A partir de ahora se dedicará a escribir textos más libres y personalesBernardo Atxaga señala un volumen de 'Obabakoak' y otro de 'Casa y tumbas', su última novela, que sale hoy en castellano (editorial Alfaguara) y que significa su adiós a este género, que no a la literatura. «Aquí está la portada ('Obabakoak') y la contraportada ('Casas ... y tumbas')», dice. Con la primera despegó y con la última pliega velas. Ahora se queda en un territorio más personal, con menos presión y mayor placer. Los dos libros tienen puntos en común. El primero se desarrolla en Obaba, un espacio en teoría imaginario pero reconocible. Ahora también crea un pueblo, Ugarte, que como tal no figura en los mapas aunque su río y su paisaje están en un sitio muy concreto de Gipuzkoa. También hay otros, como el cuartel de El Pardo y un hospital.
- ¿Cómo ha llegado a decisión de no escribir más novelas?
- Como estructura o artefacto literario es más complejo y completo que cualquier otro. En una novela caben como unos 150 cuentos. Pero cuesta mantener un equilibrio a lo largo de todo el texto, conseguir que las motas de polvo se queden suspendidas a un mismo nivel. Cuando terminé 'Casas y tumbas', me sentí muy feliz. A partir ahora podré escribir textos con más libertad. O digámoslo más claro: más fáciles de hacer. Recuerdo cuando fuimos a la imprenta a imprimir uno de mis primeros libros, 'Etiopia'. El hombre que nos atendía en un edificio industrial subía cada hora a la azotea porque decía que estaban pasando unos ovnis. Me gustaría escribir esa historia, pero hasta ahora no he podido hacerlo porque una novela exige mucho trabajo y disciplina. Es como un árbol que no permite que algo crezca a su alrededor
- Pero ese tipo de historias están en sus novelas.
- Sí, el esfuerzo mayor consiste en presentarlas como un cuerpo, con sus brazos y sus piernas, y por esta razón muchas de ellas se te quedan fuera. Llevaba 40 años dándole vueltas algo que me sucedió cuando estaba de soldado en el cuartel de El Pardo y que tiene que ver con una urraca. Me seguía a todas partes y te puedes imaginar los problemas que me causó. La escribí y cuando iba por la página 100 lo dejé porque no iba a ninguna parte. Volví a empezar, y tampoco. Tienes cantidad de salidas en falso, hasta que consigues ese equilibrio del que hablaba. Esa historia la pude integrar en 'Casas y tumbas' cuando conseguí ensamblar otras que estaban a su alrededor.
- Elías, un chaval de 14 años, va a Pau a hacer un curso de francés y vuelve mudo. Ese es el punto de partida de 'Casas y tumbas'.
- Esa mudez es el rastro que yo sigo, el porqué de ese hecho, la reacción de un adolescente que soporta una situación muy violenta. Le ha ocurrido a bastantes personas. Por ejemplo a una prima mía de Albiztur, un pueblo muy pequeño de Gipuzkoa. Un verano fue a Hondarribia a casa de una tía nuestra. Las otras primas andaban en patines y con sus motocicletas, iban con sus toallas a la playa... El ambiente le resultó tan extremadamente agresivo, que calló. Estuvo un mes sin hablar, y la familia con una parecida preocupación a la que se refleja en el libro.
- Usted estuvo aprendiendo francés en Pau.
- En el mismo colegio que el protagonista, el Beau-Frêne. Digamos que tuve una experiencia similar a la de mi prima. Me sentí muy extraño, por la lengua, por las personas, algunos de ciudades españolas como Madrid y de buena posición económica. Tenía 12 o 13 años, sabía que ese colegio era muy caro y a mis padres no les podía decir «este es un sitio horrible, lo estoy pasando fatal». He conservado las postales que les enviaba y en las que les decía que todo iba maravillosamente bien, con parques enormes, lo cual era verdad, aunque toda la situación me resultaba muy angustiosa, Allí ocurrió un hecho muy tremendo a una persona parecida a mí, por lo que tuve que testificar. En toda la novela he seguido el mismo camino, el que me señala la pregunta: ¿Qué hay en mi memoria que no se va?
- Esta obra se sitúa en parte en un espacio literario de alguna manera se parece a Obaba y al que llama Ugarte.
- Lo que está detrás de Ugarte es Albiztur. Quien haya estado por allí y lea la novela reconocerá el río, el canal, la panadería, la central y la mina de arriba. La casa que tengo en mente es de mis parientes y se llama Ugarte. Es lo mismo que Obaba pero con televisión. Piensa en lo que ha influido la tele en la disposición de los espacios de las casas. Antes había una cocina enorme y un comedor que nunca se usaba. Desde que entró la tele es casi al revés. En Ugarte están viendo los Juegos Olímpicos de Múnich, cosa impensable en 'Obabakoak'.
- También aparece el cuartel del que hablaba antes.
- Y Las Landas, Baiona, los hospitales... Y el cuartel, sí, donde viven 300 o 400 hombres de unos 20 años, de familias ricas o campesinas, pastores, mecánicos y aprendices de actores, y donde se crea un sentido de la amistad muy especial. Es como un gineceo al revés. Aquí necesitaba todos esos espacios porque inducen unas formas de vida muy concretas. Colegios, cuarteles y hospitales son recintos disciplinarios sobre los que cabe establecer analogías. Con eso volvemos a lo que decíamos de la estructura orgánica de la novela.
- Ahora que termina una etapa literaria, ¿cómo ve al Atxaga con 40 años menos?
- Escribir ha sido mi vida. Te empuja la vocación, el deseo de imitar a los poetas que te gustan, como Dylan Thomas, de hacer novelas tan entretenidas como las de Baroja o tan raras como 'Paradiso' de Lezama Lima. Y luego hay un momento en que uno tiene que tomar una decisión. Estudié Económicas pero prefería trabajar en una cantera que en un banco. Fui profesor en el instituto de Txurdinaga, que ahora se llama Gabriel Aresti porque yo lo propuse. Pero no servía, me faltaba el ritmo, la rutina del profesor. Se me ocurría una narración, la escribía por la noche... La escritura es obsesiva.
- También es un oficio muy duro. No hay sueldos y cada libro es una aventura.
- Para mi madre, las cosas más tristes del mundo eran las bodas y depender del público, como los artistas de circo que venían al pueblo y a los que a veces les silbaban. Lo pasaba fatal. Y me decía: «Nunca trabajes para el público». Pero cuando te profesionalizas sabes que no trabajas sólo para ti sino fundamentalmente para otros, pero tampoco puedes convertirte en un mero dispensador de momentos agradables.
- ¿Cuál sería a su juicio la misión del escritor?
- Como escritor, trabajas en cosas concretas y por lo tanto derribando estereotipos. No hay ningún texto literario de valor que pueda ser respetuoso con las simplificaciones. Por eso creo que un escritor no debería comprometerse con unas siglas políticas, aunque yo lo he hecho. La política juega con la simplificación y me llevo muy mal con ella porque tiendo a darle vueltas a todo y a meterme en varios laberintos a la vez. Un autor debe dar lecturas y conferencias, debe comunicarse saliéndose del texto escrito. Lo he hecho en Tres Cantos, en Ataun y en Londres. Sabes cómo son las personas y ese conocimiento te ayuda. Debes tener siempre un cable a tierra y comprometerte con tu tiempo y tu contexto, que no es poco.
'Casas y tumbas'. Editorial Alfaguara, 20,90 euros.
Inicio. Un niño vuelve mudo de Francia, a donde ha ido a aprender francés.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.