

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Horas antes de su muerte, el 17 de abril de 2014, quienes pasaban junto a la casa de Gabriel García Márquez, muy cerca del campus ... de la Universidad Nacional Autónoma de México, comprobaron cómo desde la ventana abierta de su habitación salía el eco de algunos vallenatos de Rafael Escalona. Con esa música, la familia del premio Nobel trataba de guiar al escritor a través de la bruma de la agonía hasta los años felices de su juventud, cuando, según confesión propia, era «feliz e indocumentado». En los diez años transcurridos desde su muerte, hijos, amigos y testigos de algunos episodios relevantes de su vida han reconstruido la memoria de un escritor que la perdió y nos privó por ello de la lectura de algunas maravillosas historias reales y de ficción. Aunque en su caso esa división sea casi imposible.
Una década antes de aquel Jueves Santo de su entrada en la Historia, había publicado su último trabajo, una novela corta titulada 'Memoria de mis putas tristes'. La historia del anciano que desea pasar una noche con una adolescente para celebrar su 90 cumpleaños estaba inicialmente destinada a formar parte de un volumen que había de recoger tres o cuatro relatos (circularon ambas versiones) unidos por el vínculo común del amor. Parece claro que el escritor colombiano decidió dar a la imprenta ese sin esperar a concluir el proyecto porque dudaba ya de poder llevarlo a término. Era consciente de su pérdida de la memoria, algo que si es un drama para cualquiera, lo era aún más para alguien como él, que durante toda su vida no había hecho otra cosa que novelar episodios que había conocido o le habían contado en su infancia y juventud.
Desde la publicación de esa obra hasta su muerte, García Márquez redujo sus apariciones públicas y muchas de las noticias que se publicaron acerca de él eran especulaciones, en no pocos casos difundidas por personas que decían gozar de un contacto privilegiado con la familia: lo mismo acerca de si tenía una novela preparada o avanzaba en los tomos segundo y tercero de sus memorias, que sobre algunos problemas de salud. Pocas de esas especulaciones se confirmaron, pero tras su muerte se han difundido aspectos de su trayectoria que ayudan a complementar el retrato biográfico de uno de los mayores escritores en castellano de todos los tiempos. Y han aparecido una novela y unos pocos textos que permanecían inéditos y que no se han salvado de la polémica sobre la conveniencia o no de su publicación.
La extensa biografía de Gerald Martin ('Gabriel García Márquez. Una vida', no es la única pero sí la mejor de cuantas se han publicado) se completa así con los testimonios que Silvana Paternostro recopiló en 'Soledad & Compañía'. Elaborado a lo largo de muchos años y concluido justo en los meses previos a la muerte del Nobel, por este texto desfila un elevado número de personas que hablan de la timidez del escritor, de sus múltiples caretas para presentarse en público, de sus tabúes, sus amistades políticas y sus muchas supersticiones. El libro 'Dos soledades' es la crónica de las dos charlas que ofrecieron en Lima en 1967 García Márquez y Vargas Llosa, que se habían conocido poco antes y se habían convertido en amigos entrañables. Esas conversaciones, en las que habla mucho más el primero porque el autor de 'La fiesta del Chivo' ejerce más bien de anfitrión, permiten descubrir su concepto de la literatura y una máxima de la que nunca se alejó pese a su conocido compromiso político: la verdadera misión revolucionaria de un escritor es escribir bien. Sobre la amistad entre ambos, las causas de la ruptura y el papel en todo ello de sus esposas ha escrito también Jaime Bayly un texto que navega entre ficción y realidad ('Los genios') para ofrecer algunas sustanciales facetas poco conocidas del colombiano.
En mayo de 2021, Rodrigo García Barcha publicó 'Gabo y Mercedes. Una despedida'. El hijo cineasta del escritor había esperado a la muerte de su madre, acaecida en agosto de 2020, para contar cómo fueron los últimos meses de vida de ambos. Así supimos que el escritor ingresó en el hospital unos días después de cumplir 87 años y tener una breve aparición pública en la que no dijo una sola palabra. Su familia estaba preocupada por lo que parecía un fuerte catarro pero el diagnóstico fue demoledor: el cáncer linfático descubierto al autor de 'Cien años de soledad' en 1999 había reaparecido y se había extendido a varios órganos. Así que Mercedes y los hijos decidieron renunciar a una terapia que apenas alargaría su vida unos meses y se lo llevaron a casa. El Nobel no entendió por qué los vecinos que esperaban su regreso le aplaudieron al bajar del coche. Solo la música de Escalona parecía situarlo en algún lugar del mundo.
Tras su muerte, en varias recopilaciones aparecieron textos que no habían sido incluidos antes en libro alguno. Una de ellas es 'Yo no vengo a decir un discurso' que, como su título indica, recoge sus intervenciones públicas. En otros casos se trata de artículos publicados aquí y allá, algunos en la revista 'Cambio', de la que fue propietario. Varios parecen esbozos de cuentos. Uno es un borrador del primer capítulo de 'En agosto nos vemos', la novela que llegó a las librerías el pasado marzo. Un texto cuyo origen es muy antiguo, puesto que a comienzos de 1999, durante un encuentro sobre la creación literaria celebrado en la Casa de América de Madrid, ya había leído unas pocas páginas.
Ahora, la publicación de esta novela corta –no exenta de polémica, puesto que no pocos críticos han apelado a la voluntad del autor para indicar que no debería haber visto la luz– ha permitido seguir recuperando la memoria que él perdió. El editor del texto habla de las versiones corregidas, los cambios, las notas, la búsqueda de términos que iluminaran el relato, el perfeccionismo obsesivo del escritor… Aunque no parece que exista material suficiente para una operación de rescate similar con los dos tomos de las memorias que completaban el proyecto autobiográfico, los trabajos propios y ajenos publicados en la década transcurrida desde su muerte han aportado información muy valiosa sobre cómo era, cómo trabajaba y qué temas interesaban a García Márquez. Es el rastro de su figura sobre una obra inmensa, que con seguridad recibirá aún mucha más luz cuando dentro de tres años se cumpla el centenario de su nacimiento.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.