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Fernando Aramburu rompió este lunes su anhelada tranquilidad en Hannover, ciudad en la que reside desde 1985, para regresar a su tierra a hablar de 'Patria'. Tenía un buen motivo: recoger en Bilbao el Premio Euskadi de Literatura en castellano de manos del lehendakari Urkullu ... junto a los otros seis galardonados en distintas categorías. El libro del año en España ya ha rebasado de largo el medio millón de ejemplares y veintidós ediciones. El próximo 16 de enero se publica en Alemania.
«No puedo decir que me persiga, le estoy muy agradecido a ‘Patria’», cuenta el escritor a EL CORREO. «Es mi novena novela, no acabo de llegar a la literatura. Soy autor de libros que pasaron inadvertidos y vendieron muy poco. Eso no llevó al editor a dejar de creer en mí.» Aramburu reconoce que nunca intuyó la repercusión de un libro convertido ya en fenómeno social. «Cuando el editor me dijo que íbamos a salir con 20.000 ejemplares me pareció que se equivocaba. ‘Patria’ no necesita promoción, la gente se lo recomienda y se lo regalan unos a otros». La crónica de treinta años de violencia en Euskadi ha logrado que el escritor deje de lamentar lo poco que se lee en este país.
En 'Alemania', 'Patria' mantendrá el título original en castellano. Su autor se dio cuenta hablando con amigos alemanes que el término tenía connotaciones negativas. «Recuerda al nazismo, a los cuarteles, a las arengas militares. Es una palabra con cierto peso solemne que está en el himno nacional».
Aramburu consiente en que 'patria' también nos pone en alerta en España. «Seguimos identíficándola con el franquismo y con algún exacerbado de ultraderecha. El traductor al alemán, el editor y yo llegamos a la misma conclusión por separado. Era mucho mejor dejar en el título una palabra que no existe en alemán, aunque sí derivados, como patriota o patriotismo. Cualquier lector reconocerá el sentido del título».
El pasado sábado pasado se celebraba en Euskadi el Día de la Memoria en medio de la división y el silencio. Las instituciones se limitaron a cubrir el expediente evidenciando la fractura política. Tras un año hablando de la memoria a cuenta de la repercusión de ‘Patria’, los vascos no parecemos muy dispuestos a hacer un ejercicio de memoria cuando saltamos de la ficción a la realidad.
«Lo he dicho repetidamente: no tenemos por qué confiar la memoria colectiva en la clase política», zanja Aramburu. «Por regla general, los políticos se expresan en relación con intereses partidistas o dentro de la dinámica de la aspiración al poder. Hay otro tipo de personas que tienen acceso al discurso escrito que también pueden hacer contribuciones a la memoria colectiva creando testimonios o recreando hechos del pasado de forma artística. Los políticos son bastante más efímeros que otro tipo de profesionales, entre ellos los escritores».
Fernando Aramburu recordó en su discurso de agradecimiento que la ficción literaria permite el ejercicio de la empatía, ponernos en la piel de los otros. «Mi mirada es un compromiso ético y de solidaridad con las víctimas del terrorismo». Arantxa Urretabizkaia también se ha empapado de una realidad convulsa para escribir el ensayo ‘Bidean ikasia’ (Lo aprendido en el camino), «una crónica y un testimonio desgarrador del Alarde de Hondarribia», según el jurado de los Premios Euskadi. Un testimonio de quien ha vivido desde dentro la controvertida celebración. La escritora donostiarra dedicó el galardón «a mis hombres, por todo lo que han tenido que pasar».
El periodista Ander Izagirre recibió el Premio de Ensayo en castellano por 'Potosí', el relato de una niña minera que sobrevive en Cerro Rico (Bolivia). «Los periodistas a veces cometemos el pecado de contar historias emotivas para conmover al lector, explotamos la miseria ajena en lucimiento propio», reflexionó este reportero viajero. «Debemos añadir complejidad y explicar los mecanismos que hay detrás».
Otra de la esculturas de José Ibarrola, el Premio a la Ilustración de Obra Literaria, recayó en el vitoriano Mikel Valverde, autor de los dibujos de 'Versos de deportes', de Javier Ruiz Taboada. El galardón de traducción literaria fue para Matías Múgica por acometer el reto de trasladar al euskera 'El testamento', un conjunto de más de dos mil versos octosílabos escritos por Francois Villon en el siglo XV.
Asier Serrano recogió el Euskadi de Literatura en Euskera por su libro de poesía 'Linbotarrak', un fresco poético de la sociedad con toques surrealistas e influencias del pop. Finalmente Leire Bilbao se sirve del humor para «abrir ventanas» a los lectores más jóvenes en 'Xomorropoemak eta beste piztia batzuk' (Bichopoemas y otras fieras), Premio de Literatura Infantil y Juvenil en euskera.
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