Son cosas que solo resultan posibles por la magia de la literatura. Javier Cercas (Ibahernando, 1962) creó en 'Terra Alta' un personaje que es el mosso d'esquadra que abatió a cuatro terroristas en Cambrils en agosto de 2017. Lo hizo sin conocer al agente - ... su identidad se mantiene en secreto por razones de seguridad- pero hace no mucho ha sabido que este ha leído sus novelas y se ve reflejado en ellas. «Ahora tengo ganas de encontrarme con él», explica. Estos días ha llegado a las librerías 'El castillo de Barbazul' (Ed. Tusquets), la tercera y puede que última novela con este personaje, que presentará mañana en Bilbao, a las siete de la tarde en la Biblioteca de Bidebarrieta.
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-La novela anterior, 'Independencia', estaba ambientada en 2025 y había alusiones al pasado. Ahora se va hasta 2035, aunque hay pocas referencias.
-Porque no las necesitaba. En la segunda entrega sí eran precisas, pero ahora no hay cuestiones políticas de por medio, sino asuntos morales. De todas formas, el futuro próximo será con absoluta seguridad muy parecido en lo externo al presente, igual que este lo es al pasado.
-La hija del protagonista desaparece y eso sirve para contar una historia de violencia sobre las mujeres. En el caso de Melchor Marín la sufrieron primero su madre y su esposa y ahora su hija.
-Es como si le persiguiera un destino trágico. La violencia contra las mujeres es una variante del abuso de poder. Ahora hablamos mucho de ello, pero hemos olvidado que no estaba en la educación de nuestra generación, y que las mujeres muertas de esta manera solo se contabilizan desde hace veinte años. Hemos convivido con un tema terrorífico que ha aflorado solo en los últimos tiempos. Y es un asunto de pura dignidad: no es posible que la mitad de la Humanidad haya vivido sometida de esa manera.
-En 'El castillo de Barbazul', los personajes hablan del libro que Cercas ha escrito sobre el mosso conocido como el 'héroe de Cambrils'. ¿Un guiño cervantino por el episodio en que Don Quijote lee su propia novela?
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-Totalmente. A Cervantes se le impuso como inevitable porque escribió la segunda parte de su obra diez años después de la primera, que tuvo mucho éxito. Me sucede lo mismo: en la historia han pasado años desde la publicación de 'Terra Alta' y tiene lógica que haya gente en la comarca que la haya leído. Y que critiquen al autor, del que dicen que se lo inventa todo. Yo no concibo una novela sin humor, y el humor bien entendido empieza por uno mismo. Aunque a veces parece que nos cuesta entenderlo.
-¿Sabe si el mosso en que se inspira su personaje ha leído sus novelas?
-Sé que las ha leído. Y se ha identificado con Melchor Marín, lo cual me parece asombroso. Yo no quería conocer al personaje real pero ahora he cambiado de opinión y ojalá lo conozca un día.
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-Su personaje es un gran lector y tras dejar el cuerpo policial trabaja de bibliotecario en Gandesa. ¿Javier Cercas está dejando un canon literario mediante las lecturas de su personaje?
-Melchor es casi antes que nada un lector y la literatura forma parte de su vida... En este libro lee mucho a Turgueniev, un autor un poco eclipsado por sus contemporáneos. Y le diré que yo mismo lo he ido leyendo mientras escribía. Desde luego, si alguien lee los libros de los que hablo se dará cuenta de que todos son excepcionales.
-Y ahí está 'Los miserables', que Melchor lee cada noche a su hija.
-Es más que una novela, es el libro fetiche porque Melchor lo leyó a los 18 años, en la cárcel, y le cambió la vida. La novela se abre con una crisis entre Melchor y su hija Cosette porque le ocultó cómo había muerto su madre. Y a ella el libro de Victor Hugo no le gusta. Es el símbolo del abismo que se abre entre padre e hija.
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-La relación entre generaciones se muestra aquí de forma muy cruda. ¿Pero no ha sido siempre así?
-Lo dice uno de los personajes: la relación entre padres e hijos es por definición trágica en el sentido de que es una pelea en la que ambas partes tienen razón. Melchor ha tratado de proteger a su hija y ella no comprende que le haya ocultado el asesinato de su madre.
-Sus novelas anteriores se caracterizaban por un narrador muy invasivo, que era parte del relato. En estas tres opta por una tercera persona tradicional. ¿Por qué el cambio?
-Ese es el cambio fundamental, junto al uso continuo del presente. He pasado de un narrador muy involucrado e intervencionista a uno frío y distante. Sin embargo, esta historia de ficción sobre un personaje que nada tiene que ver conmigo me ha servido para contar cosas muy personales, profundamente mías, que de otra forma no habría podido incluir. Hablo de mi furia y mi dolor; es un nuevo Javier Cercas.
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-Había anunciado que serían cuatro novelas pero ahora no está seguro. ¿Por qué?
-Tenía las cuatro en mi cabeza, notas y hasta fragmentos escritos, pero el problema de una novela es que, como en las guerras, sabes cómo empiezan pero no cómo acaban. Es lo que sucede cuando creas un mundo vivo. Puede que esto se quede aquí y no haya una cuarta.
-¿Van a hacer una ruta literaria por Gandesa, escenario de estas novelas?
-No lo sé. Hay gente a la que las novelas le han gustado y gente a la que no. Si quieren hacerla, estupendo. Estos libros son una declaración de amor a la comarca.
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