«Al CNI le encanta que pensemos que son como Mortadelo y Filemón»

El yihadismo y la situación en el norte de África son las áreas de actuación del Centro. «En general, estas organizaciones se han especializado en determinadas materias y forman parte de clubes en los que se intercambian información», apunta y señala que, entre los 3.000 miembros de la española, hay todo tipo de profesionales, desde informáticos a doctores en Historia que elaboran análisis en torno a la situación de Marruecos, por ejemplo.

El cine de Hollywood condiciona nuestra visión del espionaje. La realidad, según Rueda, es distinta. «La vida es más dura y cruda de lo que vemos en las películas», sostiene. «Hay más tensiones, desconfianza y problemas que no suelen aparecer en pantalla». La idea de que gozan de plena libertad de acción tampoco se ajusta a lo habitual. «Puede haber desviaciones, pero, en general, todas sus acciones se hallan al servicio del gobierno, todo lo que hace y lo que no», aduce. «Félix Sanz Roldán, exdirector del CNI, fue a Moncloa antes de volar a Londres para presionar a Corina y evitar que chantajeara al Rey».

Los personajes de su historia están basados en experiencias de individuos reales. Además de 'Lobo' y Fernando San Agustín, un antiguo espía, aparece la protagonista de 'La infiltrada', una policía infiltrada en ETA. «Me llamó la atención que dos militantes, especialmente sanguinarios, se enamoraran de ella», alega. «Tuvo que vivir dividida entre dos cajas fuertes, por una parte aquella que guardaba su verdadera identidad y otra, la que le mostraba como radical. No podía contaminar una con la otra». Todos ellos, a su juicio, han atravesado líneas rojas. «Se trata de agentes que han cruzado límites que nunca pensaron traspasar y sus consecuencias se manifiestan en pesadas mochilas personales».

Operaciones como la explosión simultánea de numerosos 'walkie-talkies' demuestra la capacidad de las agencias de inteligencia. «Poseen los medios para saber todo de nosotros, otra cosa es que los pongan en práctica», advierte y recuerda que, al regresar de una cena de Nochevieja, su ordenador no funcionaba y tuvo que llevarlo al técnico. Poco después, publicó una investigación sobre los servicios secretos nacionales. «Antonio Casado, compañero mío, me dijo que había hablado con el director y que se quejaba de que mencionara a su familia en el libro. Lo curioso es que yo no incluía esa referencia en la obra editada, pero sí que aparecía en el original guardado en el aparato que se estropeó».