Clásicos de la risa

A sus 83 años, Ibáñez no sabe estar sin hacer nada. «Sigo trabajando como cuando empecé porque todavía no hay ordenador al que se le ocurran ideas y que escriba guiones. Pienso las cosas, escribo el guion, empiezo a dibujar con el lápiz...». Una rutina diaria a la que se acostumbraron destajistas de la viñeta como Escobar (Zipi y Zape y Carpanta), Vázquez (Anacleto, las hermanas Gilda y la familia Cebolleta), Jan (Superlópez) y él, representantes destacados de lo que Terenci Moix llamó la Escuela Bruguera, en honor a la editorial en la que vio la luz gran parte de su obra.

EL CORREO ofrece desde este domingo 20 álbumes de 'Magos del humor', colección que Bruguera empezó a publicar en 1971 y que sigue en los quioscos. Cada domingo, por 9,95 euros, los lectores de este periódico podrán llevarse a casa un volumen con aventuras de unos personajes que forman parte desde hace décadas de la historia del cómic y con los que, muchos años después de su nacimiento, se siguen riendo niños y mayores. Ibáñez ha perdido la cuenta de los libros que ha publicado. «De Mortadelo y Filemón, mas de doscientos; de Rompetechos, más de un centenar... Algo terrible, espantoso. No sé estar sin hacer nada».

De su personaje más universal lo que más le gusta es cómo cambia de una viñeta a otra. «Desde el principio, a la gente le hacen mucha gracia los disfraces de Mortadelo. A mí los que más me gustan son los de hombre invisible, porque no tengo que dibujarlo, y el de pulga, porque lo arreglo con un punto; pero a los editores no. Siempre me piden que dibuje a Mortadelo disfrazado al detalle, con su camisita y su canesú», bromea. Los torpes agentes secretos han sido traducidos a otros idiomas, no así Rompetechos. «Es algo prácticamente imposible porque sus gags se basan muchas veces en confusiones en los rótulos que lee».

El veterano historietista recuerda cómo al principio sus firmas de libros las acaparaban los niños. «Desde hace años, hay muchos adultos. Echo la vista atrás y veo a personajes, como Mortadelo y Filemón, que han superado ya los 60 años. Ni yo mismo me lo creo. Son originales desde hace más de seis décadas», dice satisfecho Ibáñez.