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Luis Mateo Díez es un cinéfilo empedernido, hasta el punto de atesorar en su casa más películas que libros. Si se le pregunta por sus directores favoritos enumera a los clásicos: Ford, Renoir, Bergman, Buñuel. Pero también ha sido adicto al cine malo, «lo que ... ya es el colmo de la miseria», según confesión propia.
Precisamente su último libro publicado, 'El limbo de los cines' (ed. Nórdica) traslada al lector en sus doce relatos al interior de las salas de cine, escenarios habituales en su obra, «lugares casi sagrados, espacios de la imaginación y la extrañeza». El autor de 'El reino de Celama' homenajea no tanto las películas, sino el oasis de sueños compartidos donde se proyectan. «En los cines, como en las iglesias, no pueden entrar las fuerzas armadas, tampoco ir al limbo, que es donde sobrevivo como espectador en las pantallas panorámicas», escribe en este volumen con deliciosas ilustraciones de Emilio Urberuaga.
Los cines destartalados de sus Ciudades de Sombra conectan el pasado con el presente del gran entretenimiento popular del siglo XX, que agoniza en la era de las plataformas de internet. El humor sutil, inteligente, sarcástico, moderadamente surrealista de Luis Mateo Díez brilla en 'El limbo de los cines', que también desprende melancolía por aquellos templos de barrio con taquillera, acomodador y ambigú. Entre las butacas del Zodial, el Borneo, el Bristol, el Claridades, el Caledonia y el Peruelo pueden aparecer muertos. La realidad y la ficción se confunden, como cuando salimos del cine después de una buena película.
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