

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Hay padres y padres, como en todo. A algunas personas les ha tocado indagar en la figura paterna para tratar de entender cómo han llegado al punto en el que están. Algunas creían tener un progenitor de esos que se llaman 'normales', y resultó que no tanto; otras no tuvieron nunca contacto y en la edad adulta deciden acercarse a quienes lo conocieron para saber algo; otras, por la época y la educación, podrían decir que el suyo era un desconocido a pesar de convivir con él. Aquí van algunas lecturas que exploran las relaciones con los padres en este día señalado en su honor en el calendario.
Acaba de traducirse y editarse en castellano. La historia de Virginia Tangvald, y la de su familia en general, parece de ficción pero no lo es y eso le ha dado a la autora para hacer cine y literatura. Su madre puso tierra, o más bien mares, de por medio cuando ella era un bebé. Hizo bien. Antes de que conociera a Peter Tangvald, habían muerto en extrañas circunstancias sus dos anteriores esposas, madres de dos de sus hijos. El navegante noruego era un héroe para muchos y para otros un peligro, empeñado como estaba en vivir en alta mar (donde nacieron sus retoños)... y acostumbrado a encerrar a su prole en el casco del barco, tras unas rejas. Carmen, la penúltima hija, murió allí en el naufragio en el que murió Peter Tangvald. Se salvó el hijo adolescente. Virginia acude a él para saber algo más de su familia y casi muere. Después habla con otros que le conocieron. Averiguar de dónde viene es necesario para sanar y dejar de dar tumbos.
Este libro también es novedad. Aquí la autora cuenta quién ha llegado a ser analizando para ello quién fue su padre, muerto cuando ella era un chaval adolescente. Para trazar su camino ha de explorar la huella que dejó su padre, y con eso, la huella que el padre de éste dejó en él. De origen inmigrante y obrero -de la SEAT en la Zona Franca de Barcelona-, el padre de Fer vive para trabajar y alejarse de sus raíces -en las que se intuye un hombre que tenía a su mujer en un puño, pero de eso nadie quiere hablar-. El padre tiene lo suyo: controla hasta la hora en la que se van a la cama no solo los niños, también la esposa. Es intransigente, seco, duro. ¿Fue de otra manera en otro momento? ¿Cuánto influye la clase social, las aspiraciones económicas, el contexto socioeconómico? ¿Y eso de tener la palabra 'hombre' siempre en la boca? ¿Qué puede ser 'ser un hombre'?
Caroline Darian acaba de denunciar por violación al hombre al que durante toda su vida llamó papá, condenado principal del caso Pelicot. En este libro, publicado en castellano un par de meses antes de que diera el paso, ya deja ver sus dudas. Aquellas fotos de ella dormida, semidesnuda, que no recuerda haberse hecho. Aquellos problemas ginecológicos de hace años. Que un depredador semejante 'solo' atacara a su esposa y no a su hija, que tuvo igualmente a mano tanto tiempo. La de Darian es la narración de la caída al abismo (¿cómo ser hija de la víctima y del verdugo, cómo vivir con la sospecha de que tú eres víctima?) y el resurgimiento para denunciar que la mayoría de las agresiones sexuales se dan en el hogar y que la sumisión química no es una rareza, sino un hábito para algunos. Y es quitarse la venda: había muchas señales de lo terrible que era ese hombre, pero como era el padre, se le perdonaba. Ya no.
El último Premio Nadal recaía a principios de año en este libro que aúna memoria y ficción para redescubrir al padre. El del escritor argentino fue uno como tantos, fruto de su época: emigrante asturiano en Buenos Aires, con mucha nostalgia de la tierra de origen y con la idea de que el trabajo estaba por encima de todo. La familia era eso que esperaba en casa -comandada por la mujer, que era la protagonista de la crianza- y con la que, la verdad, mucha comunicación no había. Pero Jorge y su padre tenían una lengua común, la del cine. Película a película, el padre enseñaba valores al hijo. El esfuerzo, la fidelidad, el respeto. Todo eso encontraba palabras en la sesión de los sábados. Y ahora, tantos años después de su muerte, recordando algunas tramas, el hijo puede armar una historia de cierto misterio para responder a la pregunta de quién fue Marcial.
Casi para clásico va ya el relato por el que Marcos Giralt Torrente se alzó con el Premio Nacional de Literatura y el Strega Europeo en 2011. 'Tiempo de vida' es una manera de hacer las paces con el padre muerto, que era el pintor Juan Giralt. La relación había sido complicada y a menudo distante, y es a su muerte cuando el autor, desde el dolor por esa pérdida, desde el análisis y desde el afán por no señalar, castigar o vengarse, sino por entender lo vivido, escribe su historia en común. El tono es casi de confesión. Sin gritos, con cuidado.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.