Buen género para todo el mundo en la Feria del Libro de Bilbao

No se margina ningún género, se toquetean todas las portadas, desde el primer tomo en tebeo de 'El nombre de la rosa', con dibujos de Milo Manara, que se encuentra en el estand de Anaïs, a las poco más de 100 páginas de 'Este barrio de barro. Una historia del chabolismo en Bilbao', de Iñigo López Simón, que se vende en varias de las casetas concentradas en El Arenal. La reedición de 'Ramona, adiós', de Montserrat Roig, una novela que recorre la vida de tres generaciones de mujeres barcelonesas, desde finales del siglo XIX a mediados de los 60, también está corriendo de mano en mano en el expositor de Consonni.

«Yo creo que después de la pandemia se busca calidad de vida. Coger un libro con todo el tiempo por delante, sin prisa, es un placer que merece la pena», recalca Begoña Martín, delante de una pila de volúmenes en Librería Etxean, antes de vender el enésimo ejemplar de 'Nuestro cuerpo', del paleontólogo Juan Luis Arsuaga, que no cesa de venderse como pan caliente. Se trata de un repaso a la historia del arte, la ciencia y la literatura que sirve para explorar y admirar palmo a palmo la anatomía humana, desde los pies a la cabeza. Ideal para leer en la playa mientras se observa la carne propia y la ajena.

Arsuaga está en la cresta de la ola, como Will Storr, que en 'La ciencia de contar historias', recuerda cuál es la madre del cordero. Nuestro cerebro no es una máquina de procesamiento lógico-matemático, como un ordenador, sino un procesador de narraciones. El cerebro no solo se alimenta de glucosa sino también de historias. Todo lo fija mejor si remite a un inicio, nudo y desenlace. «La gente cada vez tiene más interés por este tipo de temas. Los ensayos divulgativos, no sesudos, se encuentran en un momento estupendo. No por nada hemos concedido este año la Pluma de Oro a Juan Luis Arsuaga. ¡Es un comunicador nato!», apunta Asier Muniategi, coordinador de la Campaña de Ferias del Libro de Euskadi.

La capacidad de seducir al interlocutor es una cualidad que cotiza muy alto en la industria del libro. En el cara a cara también se ganan lectores, de ahí que las firmas y encuentros con los autores hayan ganado todavía más relevancia en los últimos tiempos. «A veces, se me acerca gente que no viene a comprar un libro mío, pero le explicas de qué va y se lo lleva», admite Juan Infante, con el boli preparado para estampar su autógrafo en 'El gánster de Olabeaga'. La novela negra no recula. Se mantiene en buena forma, con Dolores Redondo en la avanzadilla, y ha permitido relanzar títulos como 'La isla de las últimas voces', de Mikel Santiago, que se publicó antes de su Trilogía de Illumbe y ahora se recibe con los brazos abiertos.

«Tiene que haber diversidad porque cada lector es un mundo», insiste Kepa Torrealdai, presidente de la Asociación de Libreros de Bizkaia y gerente de la librería Elkar en el Casco Viejo. En su estand lo mismo se compra 'Neurociencia del cuerpo' de Nazareth Castellano, que el último de Isabel Allende, 'El viento conoce mi nombre', y 'Xola', de Atxaga, para niños de más de ocho años. La afluencia no remite y, entre los curiosos, destaca Aitor Uría, que se acaba de comprar 'Mañanitas: desayunos y rituales', de Claudia Polo y Blasina Rocher, en la caseta de La Absurda Zurda, y busca 'Cántico espiritual', de Blas de Otero.

Lo tiene en el estand de El Gallo de Oro, con ilustraciones de Daniel Tamayo, muy cerca de 'De mi país. Alma vasca', de Miguel de Unamuno. «Pues, nada, me llevo los dos, que estoy contento y me quiero dar un homenaje».