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Mucho antes de que apareciera el Guggenheim, ya se encargaba Miguel de Unamuno (1864-1936) de poner a Bilbao en el mapa. Su figura no era un reclamo para los turistas, pero sí para los intelectuales de medio mundo. Escritores de tanto renombre como Chesterton ... y Valéry no dudaron en proponerlo para el Nobel de Literatura y un dramaturgo tan revolucionario como Pirandello lo leía con un lápiz en la mano. Además, como era hijo de indiano, siempre se sintió muy cerca de América y estrechó lazos con autores de la talla de Amado Nervo.
«Ha sido y es un hombre tan grande mundialmente que parece mentira que hayamos dejado languidecer la Asociación Amigos de Unamuno en Bilbao», lamenta Pablo Zapata, vicepresidente fundador de una entidad constituida en 1986, con motivo del 50 aniversario del fallecimiento del pensador y escritor vasco. Hasta entonces, recuerda este profesor jubilado, «se le había dado nula importancia o muy poquita», una dejadez a la que puso remedio el escritor y editor Ángel Ortiz Alfau al frente de la asociación. Durante casi 20 años, no dejaron de organizarse charlas, encuentros y excursiones en torno a Unamuno, hasta que la muerte de Ortiz Alfau en 2002 rebajó la energía del colectivo y terminó quedándose sin fuelle.
Ahora se intenta avivar la llama y reflotar la agrupación, con una convocatoria abierta «a todos los interesados, sobre todo a la gente joven». Hoy, a las 19.00 horas, el edificio 'La Bolsa' del Casco Viejo acoge una reunión informativa para captar socios y entusiastas dispuestos a formar parte de la directiva. «Todo esto ha surgido a raíz de un artículo titulado 'Unamunidad' que publiqué en EL CORREO. Lo escribí para recordar que en Salamanca lo habían declarado doctor 'honoris causa' a título póstumo. Enseguida me llamaron amigos y conocidos para preguntarme si aquí teníamos previsto algo, sobre todo ahora que se cumplen 160 años de su nacimiento».
En la ciudad del Tormes el autor de 'Vida de Don Quijote y Sancho' goza de un estatus cultural y un reconocimiento que en Bilbao se echa en falta. «Ya es hora de que lo pongamos en valor. ¡Es un orgullo para todos!». Hombre que no se casaba con nadie, lo mismo criticaba a Primo de Rivera que a Alfonso XIII o al nacionalismo vasco, con un ímpetu que habitualmente traslucía «una egolatría desmadrada». Lo cual evidentemente no impedía que destacara como un pensador infatigable «a la altura de Dostoyevski o Schopenhauer».
En la actualidad seguro que no perdía ocasión de dar su opinión sobre su «bochito del alma», Estados Unidos, Rusia o China. Afincado en Salamanca, donde impartía clases como catedrático de Lengua y Literatura Griega, nunca dejó de ejercer un bilbainismo ilustrado y cosmopolita. Muy seguro de sí mismo hasta que cambiaba de opinión, un día le preguntaron cuál era su palabra favorita. Y no le dio muchas vueltas, porque la usaba a todas horas. A su juicio, tenían que llevarla grabada en la frente los hombres y mujeres libres. Esa palabra era... 'NO'.
«Sigue vigente como intelectual, claro que sí. ¿Futuras actividades de la asociación? Tantas como sea posible. Se podrían programar charlas de Juaristi y Savater y podríamos traer a la gran Salomé, nieta de Unamuno y todo un cerebro (trabajó en el Centro de Investigaciones Nucleares de Estrasburgo)». Ideas no faltan.
Dónde. Edificio 'La Bolsa', calle Pelota, 10. La entrada es libre para todos lo interesados.
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