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Publicó por primera vez 'Lista de locos y otros alfabetos' en 1988, un año antes que 'Obabakoak', y desde entonces lo ha retocado y ampliado varias veces. Bernardo Atxaga (Asteasu, Gipuzkoa, 1951) acaba de poner en las librerías una nueva versión en la editorial Xordica ... con un alfabeto inédito, ha terminado una novela cuyo título está pensando y prepara ya la siguiente, sobre el 'caso Alsasua'.
- ¿Por qué vuelve tan a menudo a 'Lista de locos'?
- Tengo un nuevo alfabeto sobre la novela de aventuras que si hay otra edición lo incorporaré. Se titula 'De letra en letra hasta la 'y' de Yukón', en el que se habla de Jack London, etcétera. Yo tengo el récord mundial en CPP. ¿Qué es CPP? Conferencias en pueblos pequeños. No hay nadie en el mundo que haya hecho eso con tanta frecuencia como yo. Empecé a buscar nuevas fórmulas más divertidas que las habituales y me encontré con que los monjes medievales organizaban así sus discursos ante públicos difíciles.
'Lista de locos y otros alfabetos'. Amplía ediciones anteriores e incluye un alfabeto nuevo. La primera edición es de 1988.
Editorial. Xordica, Zaragoza, 2019. 284 páginas. 19.95 euros.
- Es un método, entonces.
- Es un artilugio que me permite el movimiento narrativo al saltar de una letra a otra. Si ves que la gente está ya cansada puedes acelerar mientras que en una conferencia con un texto lineal leído eso es más difícil. Te sirve para encadenar historias, como en 'Las mil y una noches'. Le quitas hierro a una conferencia, solemnidad, pesadez. Propones un juego, una forma de divertirse juntos. Todo esto viene de los años de la juventud en Bilbao, de aquellos escritores de la llamada 'literatura potencial' como Queneau. O como Perec, que hizo una novela sin utilizar la letra 'e', lo que en francés es un buen desafío. Lo que te vienen a decir estos autores es que una fórmula, por estrambótica que sea, te ayuda a la creación. Es como un motor que te lleva a escribir, como también la fórmula del soneto. Con ella, cualquiera puede hacer un poema, con independencia de su calidad. Los alfabetos me empujan a seguir escribiendo. El más breve de todos es el que comienza y termina con la 'a' de adiós.
- El humor y la conversación entre letras o personajes de distintas opiniones aparecen una y otra vez.
- Cada vez le doy más importancia a la conversación. Conversar implica un tiempo, un sosiego, un ritmo, al poder ser un poco de fuego bajo y un poco de coñac. Es lo más placentero que uno pueda imaginar. De una conversación aprendes, sobre todo con gente distinta a ti, pongamos con un botánico que te enseña a diferenciar una flor o una planta de otras. O con un deportista. Cyril Conolly, el gran crítico inglés, decía: «Cuando la conversación desaparezca, desaparecerá la amistad». Con los amigos uno puede hablar hasta aburrirse, sin final, 'hitz aspertu', se dice en euskera.
- Ese tipo de conversación tranquila y abierta no es la que se lleva ahora.
- Hay una crisis de la conversación y por tanto una crisis de la amistad. La discusión es la enfermedad infantil de la conversación. Estuve en una fiesta india en Estados Unidos. Las reuniones las hacían con un palo adornado, un testigo, que cada uno podía tener un tiempo determinado, el tiempo en el que podía intervenir. Cuando acababa tenía que pasarlo a otro. Había una forma, un respeto por la palabra del otro. Hoy (viernes) tengo la cena mensual con mis amigos de la infancia y sé que la palabra ahí será nuestro vínculo, la base de nuestra complicidad.
Un arte en declive «Conversar es compartir un espacio, un tiempo, contrastar unas ideas. Eso se está yendo a pique»
Sectarismo «Oigo a los políticos y me parecen que están chillando. ¿Por qué gesticulan tanto?»
Radicalismo «No entiendo que haya gente que odie la cultura y se asombre del auge de la extrema derecha»
- ¿Le parece que hay mucho ruido ahora como para llevar una conversación de ese modo?
- Hay ruido, hay falta de tiempo... Hoy prevalece la discusión sin respeto y temo las peores consecuencia. Se habla sin sentido de la mesura, generalmente con maledicencia. Se destroza el lenguaje, se limita a su dimensión publicitaria y propagandística hasta llegar a unos límites de lo más innobles. Conversar es compartir un espacio, un tiempo, contrastar unas ideas. Todo eso se está yendo a pique.
- ¿No es una sensación muy pesimista?
- No quisiera confundir el pesimismo propio de mi edad con un pesimismo general. Pero me parece que vivimos un tiempo muy sectario. Oigo a los políticos y me parecen que están chillando. ¿Por qué gesticulan tanto? ¿Por qué teatralizan tanto? Lo sufro muchísimo. En Atenas hay pequeños templos que te salvan de todos los ruidos de una ciudad infernal. Necesitamos pequeños templos como esos. Igual tenemos que recuperar espacios reservados para la conversación. Estaríamos más sosegados y seríamos más felices. Precisamente nuestra cultura, desde los griegos de la Antigüedad, se basa en ella, en los diálogos.
-¿Siente entonces que hay un desprecio a la cultura?
- A la cultura, a los intelectuales… Quienes los desprecian, en vez de pensar en mejorar, en saber más, en salir de la ignorancia, optan por negar su evidencia. Digan lo que digan, durante muchos años, la cultura y la ciencia se han considerado lo mejor. ¿Ahora no? Bien, entonces, ¿por qué la gente que odia la cultura se asombra de que resurja la extrema derecha? Todos los regímenes totalitarios, sobre todo los fascistas, han manifestado ese odio al intelectual. Deberíamos ser militantes a favor de los libros, de la música, del arte, de la filosofía, de la ciencia. Tengo un amigo que vive en Bilbao que cuando trabajaba en el banco se ponía el despertador a las seis de la mañana para poder leer hasta las siete y así empezar el día más despejado. Sabía lo que hacía.
- ¿Es cierto que va a escribir una novela sobre el 'caso Alsasua'?
- Sí. He tenido mucha relación con gente de Alsasua, no vinculada con el caso, y quizá por eso lo he seguido de cerca. Yo asocio lo que ha pasado con 'El proceso' de Kafka. Acabo de terminar una novela, que todavía no sé cómo voy a titular. Cuando leía y escuchaba sobre el caso, en la mayoría de los medios, me parecía que ya estaba cerrado antes de juzgarlo y que el juicio lo ha cambiado muy poco. Tengo la novela en cuadernos y la voy a hacer porque es un tema que me angustia. Que a un escritor le angustie algo es buena señal. He leído un libro sobre el caso, artículos en la prensa extranjera y he hablado con gente del pueblo y, sí, creo que fue una pelea de bar.
-¿Kafkiano equivale a absurdo?
- Me parece todo muy desmesurado. Y si ha habido desmesura puede haber algo de absurdo y puede tener un tratamiento literario.
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