La biografía de Alfons Quintà es tan exagerada en sus rasgos que si alguien hubiese construido un personaje de ficción así resultaría poco creíble. Periodista de prestigio, capaz de bucear en las cloacas del poder político y financiero, crítico con Pujol hasta que fue captado ... por este para ser el primer director de TV3, maestro de la amenaza y el chantaje, caprichoso, derrochador, colérico con sus subordinados, zafio en sus formas, amigo de desvelar intimidades sexuales de redactoras de la televisión pública catalana cuyos favores había conseguido a cuenta de su cargo, asesinó a la que había sido su compañera durante muchos años y a continuación se pegó un tiro. Jordi Amat (Barcelona, 1978) ha escrito en 'El hijo del chófer' (Ed. Tusquets) la biografía de este personaje, que es también el retrato de una época, la Transición, en cuyas grietas habitaron seres irrepetibles. Hoy presentará el libro en la Biblioteca de Bidebarrieta (19 horas, con reserva de localidad).
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- ¿Cómo se interesó por el personaje?
- Leí en las memorias de Juan Luis Cebrián que unos emisarios de Pujol les citaron a Polanco y a él para pedirles que Quintà dejara de escribir en 'El País' sobre Banca Catalana. Y apenas unos días después de leer esas páginas fue el asesinato de su exmujer y su suicidio. Entonces me di cuenta de que era un personaje turbio que tenía mucho interés.
- Dado que se enemistó con todo el mundo, no habrá sido fácil desbrozar en los testimonios de quienes trataron con él los datos de la inquina personal.
- He tomado mucha información de documentos y hemerotecas, pero en la parte de las entrevistas lo que más interesa no es que me den una interpretación del personaje, sino que me cuenten escenas concretas, que lo recuerden en la Redacción, o en una reunión... Y, además, como era tan conocido, sale en más de un libro de memorias de personalidades de la época. Lo más llamativo es que nadie lo defendía, aunque al analizar solo su trabajo como periodista sí hay gente que cree que era bueno, porque nadie impugnó sus investigaciones.
- Quintà era un desclasado: hijo del chófer de Josep Pla, luego se codeó con la élite de Cataluña tras la muerte de Franco. ¿Cómo vivió ese ascenso social?
- Muy pronto se sintió uno más en la élite porque tenía una autoconciencia megalómana. Se creía un gran periodista porque contaba lo que otros no se atrevían a contar. Vivió el ascenso con naturalidad, porque estaba convencido de que le tocaba.
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de crítico a subordinado
desclasamiento
- Destapó el escándalo que afectó a Pujol pero luego este lo nombró director de la naciente TV3. Una jugada maestra.
- De 1974 a 1984 fue uno de los más importantes periodistas de Cataluña. La clave de todo está en que Pujol, que incluso le atribuye alguna responsabilidad en la muerte de su padre, le contrata para dirigir el proyecto más importante de su primera legislatura: una televisión pública. Pujol comprendió pronto que no podría derrotarlo y decidió ponerlo de su lado. Siempre supo que debía tener medios afines y quería una TV antes de las autonómicas de 1984. Así que, en un momento de debilidad profesional de Quintà, se lo llevó.
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- Hizo una buena TV, pero derrochaba dinero, era grosero, chantajista y abusaba de su poder casi hasta la caricatura.
- Algunos compañeros que alababan su talento profesional no podían evitar la descripción de escenas que muestran todo eso. Es una de esas figuras que aparecen en momentos de transición hacia otro modelo político y social. Eso explica que ahora puedan existir personajes con esos rasgos, pero no tan exagerados.
- ¿La venganza era su gran objetivo?
- Muchos me contaron que para entender al personaje debía examinar el odio a su padre y una sexualidad muy exhibicionista. Quintà quería el poder no tanto para enriquecerse sino para estar allí y hacer el mal. Le gustaba el dinero, sí, pero lo que le ponía era informar para hacer daño.
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- Tras su cese en TV3 y su paso efímero por algunos medios afines a Convergencia, volvió a ser un crítico de Pujol. ¿Alguien entendía lo que estaba pasando?
- No sé muy bien a partir de qué momento empezó a ser poco leído. Fue colaborador de 'Avui' y tenía un contrato blindado pero con la condición de que no apareciera por la Redacción, y en esa etapa escribió muy poco de la política catalana. Llegó un momento en que comenzaron a verlo no como un crítico, sino como un 'friki', y terminó siendo cada vez más militante contra el 'procés' y participando en tertulias de medios donde buscaban justo eso.
- Todo terminó en tono de tragedia griega.
- Todos quienes tenían algo que ver con él se apartaron. Fue su exmujer la que cometió el error bondadoso de volver en unos días en que estuvo hospitalizado. Al final, la única que tuvo piedad por el monstruo terminó siendo su víctima. Alguna necrológica que se publicó esos días ya apuntaba que no era un final descartable para él.
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- ¿Por qué novela el relato en vez de hacer una biografía al uso?
- La novela de no ficción presenta un desafío muy atractivo. Hay más verdad en muchas apuestas literarias que en muchas biografías convencionales.
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