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TERESA ABAJO
Miércoles, 18 de abril 2018, 00:02
¿Qué ocurre cuando frases como «¡Malditas sean las mujeres!» o «Ojalá fuera hombre para vivir en libertad» las pronuncian actores en lugar de actrices? Las palabras suenan con la misma intensidad, el deseo de escapar de ocho años de luto sigue intacto, pero cambia ... el eco. Un ejercicio de empatía, y de libertad, irrumpe en pleno encierro, así que 'Esto no es la casa de Bernarda Alba'. La obra que llega al Arriaga este fin de semana es una versión rompedora del clásico de García Lorca con un reparto mayoritariamente masculino encabezado por Eusebio Poncela.
Su regreso a los escenarios en el papel de Bernarda Alba ha suscitado expectación. «Para mí era un icono», cuenta la directora, Carlota Ferrer (El Escorial, 1977), también actriz y coreógrafa. «La noche antes de hablar con él no dormí, pero a los cinco minutos vi que le apetecía mucho el proyecto». No es el primer hombre que encarna a esta madre autoritaria con cinco hijas a su sombra. Ismael Merlo la interpretó en 1976 con Ángel Facio como director para reflejar «que se comporta como un hombre opresor». Este montaje pone el foco en las emociones y busca proyección «universal. No dejamos de ver que son hombres, pero enseguida los aceptamos como mujeres. Lo que importa es el ser humano».
A Ferrer, que ha ganado el premio Ojo Crítico de Teatro y dirige junto a Darío Facal el Corral de Comedias de Alcalá de Henares, se le ocurrió la idea mientras trabajaba con Álex Rigola en 'El Público'; una obra vanguardista que sin embargo es anterior a 'Bernarda'. «Volví a reencontrarme con Federico y me planteé hacerla no como un drama realista, sino tratando de adentrarme en su cabeza». Entonces empezó a romper reglas. Primero, pensó en un reparto masculino. Y luego introdujo a una mujer, Julia de Castro, que interpreta a Amelia y -junto a Igor Yebra- a Pepe el Romano, objeto de deseo de las hermanas. «Puse una pareja para que no sea el sexo masculino lo que se anhela».
En Bilbao, la propia Ferrer dará vida a Adela, la hija menor que encarna la rebeldía. El texto de José Manuel Mora es «muy fiel al original, con un 90% de Federico». Quita «algo de costumbrismo» e introduce varios monólogos. El montaje, nominado a seis premios Max (mejor espectáculo, versión, dirección de escena, vestuario e iluminación) muestra «una Bernarda menos arquetípica, víctima de una sociedad patriarcal que para sobrevivir se convierte en verdugo». El espectador se sumerge «en un universo poético» hasta el monólogo final de Adela, el más controvertido, escrito por Carlota Ferrer. «Habla de mí como creadora, con libertad absoluta y sin concesiones», afirma. «Federico escribió en un contexto mucho más machista y no deja de poner el anhelo de libertad en que venga un hombre a salvarte. Mi final no puede ser ese. Mi intención es plantear la gran pregunta: qué lugar ocupamos las mujeres en el mundo y qué lugar queremos y debemos ocupar».
- ¿Hay mucho machismo en el teatro?
- Como tengo bastante carácter... pero se dan situaciones y hay algo de respeto que te tienes que ganar. Espero que se deje de hablar de que hay mujeres dirigiendo.
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