Hace cuarenta años que Felipe González obtuvo una apabullante victoria electoral. El espectacular vuelco político dio lugar a un periodo de dominio socialista que duró catorce años y en el que se produjeron en España grandes cambios sociales y económicos. Sergio del Molino dibuja en ' ... Un tal González', su última publicación, la vida y obra del responsable de que un partido prácticamente desconocido para la mayoría de los ciudadanos se convirtiera en el hegemónico en tiempo récord. «Estamos lejos de apreciar la figura de Felipe González, de ponderarla con serenidad y generosidad», alega el escritor y periodista. «El terrorismo de Estado sigue marcando su legado». El autor hablará de esta figura política en un nuevo encuentro del Aula de EL CORREO que tendrá lugar este miércoles, a las 19.00 horas, en la Biblioteca Bidebarrieta de Bilbao. El acto cuenta con el apoyo de la editorial Alfaguara y la Fundación 'la Caixa'.
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La transformación del país, su principal logro, ha quedado oscurecida por el peso de la guerra sucia contra ETA. «Todo lo que se puede saber se sabe, no hay misterio tras las exhaustivas investigaciones. Si existe una conexión con el presidente no se ha encontrado y tampoco se ha abierto un proceso judicial», aduce el autor de 'La España vacía'. Su última obra escapa a los géneros convencionales. «No es una biografía ni una crónica periodística ni un ensayo político», explica y señala que se trata, fundamentalmente, de una aproximación literaria a un personaje y una época «desde posiciones subjetivas».
El encanto felipista, ese atractivo que fascinó a una mayoría de electores, resulta todo un misterio. «Ni siquiera él lo sabe, lo cierto es que posee una gran capacidad analítica y la facultad para aparecer en el momento oportuno y con la cámara apuntando», alega y menciona también el contexto. «Fue un hombre providencial que consiguió desatascar el proceso de Transición cuando no encontraba su vía reformista», indica. «Él supo aprovechar la oportunidad y convencer de su idoneidad».
Su legado, sin embargo, está considerado tóxico dentro de las filas del propio partido. Casi nadie habla mal, pero sus fieles constituyen hoy una corriente subterránea sin recursos decisorios. «El giro a la izquierda, para acercarse a nuevas sensibilidades, ha supuesto una quiebra de la continuidad con la socialdemocracia», apunta. Cree que esa estrategia pretende evitar una hecatombe como la sufrida por los socialistas franceses.
Felipe González es un hombre poco accesible. «Conozco al personaje, pero no a la persona», confiesa el autor. «En realidad, sabemos poco de él. Cuando más me acerco, más me doy cuenta de que se nos escapan cosas porque él las oculta». Su educación con los claretianos sevillanos tiene mucho que ver con esta actitud, a juicio del escritor. «Se formó en el ejercicio del autocontrol y la no exhibición de emociones», aduce. «El ex presidente se muestra contrario al sentimentalismo y eso le ha ayudado a quedar fuera de la mirada pública».
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