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Los coleccionistas sabían cuando visitaron ARCO que June Crespo (Pamplona, 1982) atravesaba un buen momento. Un buen momento significa visibilidad y expectativas, en este caso generadas por su participación en la muestra de la Fundación Miró de Barcelona 'El sentido de la escultura', que finaliza ... el 15 de marzo; en la que se inaugurará justo una semana después en el Jeu de Paume de París con el título de 'Fata Morgana'; en la Bienal de Venecia desde el 23 de abril; y por la individual que tendrá en el Guggenheim en 2023.
Los coleccionistas también saben que un buen momento no surge de la nada. En 2014 ya expuso en Nueva York y el año pasado tuvo una antológica en Artium con el título de 'Helmets'. También en 2021 entró en la colección del Bellas Artes de Bilbao con la obra 'Régimen diurno (Brigitte)', de 2015, que actualmente se puede ver dentro de la exposición 'Itinerarios'.
La galería bilbaína CarrerasMugica acudió a ARCO con dos esculturas de hormigón de una tonelada cada una, tres piezas de fundición y una de fibra de vidrio de dos metros de altura. Cuando finalizó la feria madrileña el pasado domingo, habían vendido todo. «Podríamos haber vendido más. Compraron coleccionistas españoles y franceses. También se interesaron por su obra una galería de Alemania y otra de Dubái. Los dos mercados son muy interesantes y muy fuertes», explica Ignacio Múgica, socio de la galería que viene representando la obra de la artista desde 2105.
El marchante incide en que con Crespo es fácil llegar a establecer precios razonables, lo que añade un gran atractivo para el coleccionista privado, que piensa en disfrutar de la pieza, en adquirirla en esos momentos en que la carrera de un artista despega y en sus posibilidades de revalorización.
Una de las claves de su visibilidad está en la internacionalización. Ha sido residente en centros artísticos de Austria y Suecia, y estuvo de 2015 a 2017 en De Ateliers de Amsterdam, un centro al que acuden comisarios para ver la obra de los creadores y en el que estableció estrechas relaciones con otros artistas. Que trabaje con una galería italiana ha favorecido su presencia en la Bienal de Venecia, que ha contado con la ayuda del programa Zabal del Instituto Etxepare.
Su obra se vincula con la escultura vasca que desdramatizó a Oteiza utilizando la ironía sobre su legado formal, aun respetándolo. Objetos cotidianos como tejidos o muebles, así como el color, empezaron a entrar en las creaciones de los escultores de la era post-oteiciana. June Crespo ha introducido la subjetividad en su obra por medio de objetos que han estado en su entorno -en su estudio, por ejemplo- o que le han pertenecido. Pero también incluye cosas de uso común procedentes del exterior, en ambos casos sin perder el peso de la escultura.
Su uso de los tejidos desvela la influencia de Ángel Bados, premio Nacional de Artes Plásticas en 2018, y la cercanía con otras escultoras como Elena Aitzkoa. «Las clases de Bados en la Facultad de Bellas Artes han influido en varias generaciones de artistas vascos. Asier Mendizabal me contaba que tenía pensado dejar el arte. Pero fue a su curso de quinto y cambió radicalmente de idea», comenta Múgica sobre el profesor ahora jubilado, creador y diseñador de exposiciones para el Bellas Artes, como la de 'Después del 68', sobre los últimos 50 años de arte vasco.
Crespo estuvo trabajando hasta el jueves en Alfa Arte, la fundición de Eibar en la que muchos artistas como Cristina Iglesias o el propio Mendizabal han moldeado sus obras. Las fechas aprietan para las siguientes citas de la creadora, que confirman su buen momento.
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