Igor Yebra, Ciudadano Ilustre de Montevideo por su labor al frente del Ballet Nacional Sodre de Uruguay

Cualquiera de las dos distinciones se basa en lo mismo: los logros de Yebra durante sus tres temporadas como director del Ballet Nacional Sodre de Uruguay. Talento nacional, récords de asistencia al teatro («antes de la pandemia, claro», se ríe), recuperación de personajes de la cultura uruguaya, proyección internacional. Llegó en febrero de 2018 para suceder a Julio Bocca, otro bailarín de fama internacional que estuvo en la dirección siete años. Aceptó la propuesta, que lo llevaba muy lejos de casa durante mucho tiempo, porque «en el país había unas políticas culturales que me iban a permitir realizar mi trabajo. Mientras que en todas las crisis la primera golpeada es la cultura, en Uruguay decidieron potenciarla».

Como comentaba entonces el bailarín bilbaíno, ya le habían dado carta blanca a Bocca para que hiciera resurgir un ballet de más de 80 años de tradición. «Esto no quiere decir que te pongan todo el dinero, no se trata solo de dinero. Se pagan los salarios de los miembros del ballet, tenemos una casa, un teatro propio, y libertad para trabajar. No me han dicho a todo que sí, pero me han dejado explicar los proyectos, que ya es mucho«, asegura.

A esa manera de entender el trabajo de los profesionales del ballet se suma la creencia en que «la cultura revierte a la sociedad otro tipo de ganancias, no dinero. Hablamos de valores éticos, morales, de desarrollar un pensamiento propio«, dice este Ciudadano Ilustre de Montevideo. «Y la idea de que un ballet nacional representa a un país, realza sus valores y los lleva fuera», añade.

Por eso ha sido muy importante para él poner en pie creaciones propias del Sodre con artistas uruguayos y sobre la historia de Uruguay. Ahí están el 'El Quijote del Plata' -sobre un personaje que muchos uruguayos desconocían-, la adaptación de la novela de Mario Benedetti 'La tregua' -«con todo el equipo artístico siendo nacional», subraya- y la producción de la próxima temporada sobre la figura de Delmira Agustini, la poeta modernista que da nombre a la medalla que ayer le entregaban.

Este será el último trabajo de Yebra en el Sodre, ya que no ha sido renovado en el cargo. «Son las contradicciones de la cultura: te reconocen tu implicación brutal y no te renuevan», vuelve a reír (ahora). Sigue siendo el director y por ello prefiere no hablar más de ese tema. Opta por profundizar en cómo ha afrontado su tarea en estos tres años. «Yo he vivido muchos prejuicios desde pequeño por dedicarme al ballet, así que he intentado ayudar desde aquí. Por ejemplo, en estas tres obras he contado con mujeres coreógrafas; solemos ver muchos coreógrafos, a ellas menos, y creo que hay luchas que merecen la pena«.

Para el futuro próximo, el plan es volver a Bilbao, dedicarse a la academia de danza y seguir creando proyectos. Sin pausa, que siempre puede llegar una pandemia y obligarte a parar. «Ojalá podamos hacer algo de intercambio entre Bilbao y Montevideo. Y hacer en el País Vasco algo como lo que hacen aquí. No es una locura», afirma. En Twitter también recordó que este reconocimiento «me convierte en ciudadano ilustre de las dos ciudades más importantes de mundo: Bilbao y Montevideo, al menos de mi mundo y de la persona en la que me estoy convirtiendo. Siempre en mi corazón«