Ignacio Goitia recrea la Roma clásica en una exposición de la Biblioteca Nacional

La muestra da cuenta de la presencia española en el Grand Tour, el viaje por Europa que llevaban a cabo los jóvenes de clases altas con especial escala en Italia. El autor ha pretendido que los visitantes participen de aquella fascinación con una puesta en escena que comprende, por ejemplo, un Arco de Triunfo o la instalación del Obelisco. «He querido que participen de la sorpresa de quienes se encontraron con Roma, Pompeya o Herculano, y descubrieron las dimensiones de su arquitectura y las ruinas», explica. «El resultado es una rareza, una novedad que supone un giro radical en la forma de exhibir de esta entidad». añade.

La retrospectiva que acogió hace cuatro años en la Sala Rekalde de Bilbao explica este singular proyecto, comisariado por Paolo d'Alessandro. Entonces, el autor convirtió su aséptico espacio interior en un opulento museo de arte clásico recubriendo sus paredes con papeles pintados. El éxito de la propuesta le permitió exhibirla en la capital italiana y recibir una excepcional propuesta. «Ángel Martínez, director cultural de la Biblioteca, encontró la muestra en Instagram y me ofreció realizar una escenografía para esta cita», recuerda. «Pensé que tenía que ir más allá de un montaje tópico y crear algo más, una experiencia, que los espectadores se convirtieran en aquellos viajeros».

El 'Cuaderno italiano' de Goya y los apuntes del dramaturgo Leandro Fernández de Moratín son algunos de los libros y manuscritos, pinturas y grabados y manuscritos, exhibidos a lo largo ese recorrido urbano diseñado por Goitia. En el caso español, los afortunados solían ser jóvenes creadores pensionados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que acudían a Roma para proseguir su formación. Las fachadas de las casas acogen las obras seleccionadas y las calles se diferencian por colores en función de las piezas escogidas.

El dibujo ha sido el punto de partida de un trabajo inspirado en grabados de la época. «He inventado un mundo», señala el autor, que destaca la recreación de columnatas, zócalos y cúpulas, el uso de una escala que propicia el realismo y la inclusión de las propias esculturas de la Biblioteca Nacional como elementos decorativos de la trama urbana.

El resultado no es la escenografía de una ópera ni un producto de la inteligencia artificial. «No buscaba un entorno virtual, sino ofrecer formas y volúmenes reales. No se trata de mero cartón piedra», subraya. «La única manera de recrear efectivamente la magia que envolvió a aquellas personas y que, a partir del lenguaje de las ruinas, dio lugar al estilo neoclásico». El autor prosigue su carrera artística tras recientes citas en Lisboa y Santander, y no descarta nuevas iniciativas como la madrileña. «Me apasiona la idea de crear artefactos para ensalzar la obra de otros».