Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Agustín Ibarrola cumple hoy 92 años, y el mismo día cumpliría 87 su compañera y esposa, Mari Luz, si no nos hubiese dejado a finales de 2021. Y los dos tienen regalo: la recuperación de su Bosque de Oma, con el que tanto tuvieron que ... ver el uno como la otra, y que la Diputación de Bizkaia ha tenido el acierto de llevar a cabo.
Porque si Agustín fue su creador, la que pidió el permiso para pintar los primeros pinos al aldeano fue Mari Luz. Y la que subía al bosque a ayudar para situar en la distancia rayas, rayos, ojos y demás, también fue ella. Y la que sufría cuando a Agustín le sobrevenía una fuerte tormenta en el pinar, también era ella. Y la que encargaba en Gernika y Bilbao botes de pintura, brochas y pinceles. Y la que miraba indulgente a Idéfix, el perro de la familia, cuando volvía solo al caserío tras tener alguna disputa con Agustín mientras este pintaba los pinos. Y más cosas.
La primera vez que apareció una información sobre el Bosque fue en este periódico el 20 de enero de 1985, en las páginas de Regional, y ahí ya declaraba Agustín que sabía que se iba a salir del contorno: «Ya comprenderás, iré pintando hasta donde sea necesario. Vamos, hasta Navarra...».
Esto no ocurrió en su literalidad, pero sí que se salió del contorno porque la creatividad de Ibarrola era muy rica y expansiva. Después, ya se sabe, hubo creaciones impresionantes, como la llamada Mezquita o Gernika, que fueron taladas por sus propietarios bien por la cosa ideológica o los miedos ancestrales. También hubo destrozos con motosierras de los salvadores de la patria y aquellos voraces incendios que estuvieron a punto de afectar al Bosque.
Pero el Bosque siempre estuvo lleno de vida. Para Agustín, porque trabajó todas sus inquietudes artísticas de la geometría y el espacio. Para los visitantes, era un lugar mágico donde uno se volvía mejor persona y más bella. Por ahí iban en los primeros años los cámaras de una televisión japonesa o americana que llegaban tras negociar subir con algún pequeño tractor. Por ese bosque están escondidos y enterrados botes de pintura, brochas y pinceles. Y ya no quedarán restos de ese buen bocadillo del obrero del arte. Y esa escalera de palitroques que Agustín utilizaba para hacer unas creaciones plásticas increíbles. Era su territorio mágico mientras le negaban el pan y la sal los prebostes de la cultura oficial vasca. Y los de España, que eso de la boina (y alguna que otra cosa) les parecía muy vasco. Cosas de la vida.
Qué diferentes aquellas trifulcas con los responsables culturales de la antigua Diputación en los 80 con el buen tono y gestión de ahora.
Pero Ibarrola, que es nacido en Bilbao, del mismo Solokoetxe, pese a situarle siempre en Basauri por su pronto traslado a dicha ciudad, necesita de más reconocimientos en su ciudad de origen. Todavía no es posible ver una escultura suya en un lugar publico de Bilbao. Y a lo de Ilustre parece que le van a salir legañas, digo yo. Y ver en el botxo alguna referencia de sus trabajos en la naturaleza también se echa en falta. Eso sí, hay que aplaudir la adquisición del 'Guernica' de Ibarrola por parte del Bellas Artes, con Miguel Zugaza, y su notable presentación actual en las salas del Museo. Y un reconocimiento del Bosque de Oma como avanzadilla de eso llamado Land Art que tanto se estila ahora con lo del Guggenheim de Urdaibai, pues también.
Uno espera que la magia del Bosque actual nos recuerde y acerque a ese artista como la copa de un pino que no solo nos trasladó esas bellas creaciones, sino que también nos hizo amar mas la naturaleza. ¡Felicidades, Agustín! Zorionak Argitxu !
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.