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Luis Alfonso Gámez
Lunes, 14 de mayo 2018, 00:46
«Antes que Scott, Shackleton y Amundsen, estuvo Fridtjof Nansen», dice el físico español Javier Cacho. Durante más de 70 años, el explorador noruego fue el ser humano que más cerca estuvo de alcanzar 'por tierra' el Polo Norte. Él y su compañero Hijalmar Johansen ... llegaron en abril de 1895 hasta los 86º 14' N, unos 300 kilómetros más al Norte que nadie. Y entonces, ante la falta de provisiones, emprendieron un incierto viaje de regreso a casa. «Se quedaron a solo 400 kilómetros del Polo Norte. Lo que hicieron fue una barbaridad», afirma Cacho, autor de 'Nansen, maestro de la exploración polar' (Fórcola), obra que presentará el martes (19.30 h.) en el Centro Cívico Clara Campoamor de Barakaldo.
Fridtjof Nansen (1861-1930) fue deportista de élite, pionero de la neurociencia, explorador polar y un prestigioso diplomático. Campeón de esquí -cuya práctica estaba entonces limitada a Noruega-, estudió biología y pronto destacó como investigador del sistema nervioso en el Museo de Historia Natural de Bergen. «Fue el primer defensor de la teoría neuronal. Tenía 24 años y ante él se abría una prometedora carrera que seguramente hubiera desembocado en el Nobel. Sus trabajos eran muy similares a los que, casi 20 años después, supondrían el galardón para Santiago Ramón y Cajal», explica Cacho. Pero el joven Nansen había sentido la llamada de la aventura recién licenciado, durante unas prácticas como biólogo en un barco de cazadores de focas. Y se propuso atravesar Groenlandia a pie.
En 1888 cruzó la gran isla de Este a Oeste. «Triunfó donde otros habían fracasado gracias a que él y sus hombres eran expertos esquiadores. Se deslizaban sobre la nieve mientras que, sin esquíes, sus predecesores se habían hundido en ella o, si no, caminaban torpemente con las pesadas raquetas», indica el autor de 'Nansen, maestro de la exploración polar'. De vuelta a casa, donde fue recibido como un héroe, dijo adiós al microscopio y se puso una nueva meta: conquistar el Polo Norte. Creía que había una corriente marina que atravesaba el Ártico y que un buque a la deriva pasaría por su centro. Pisar el Polo Norte sería así algo relativamente sencillo: bastaría con bajarse del barco en el punto preciso. Pero el buque tenía que ser especial. Debía aguantar la enorme presión del hielo, que había hundido todos los barcos que hasta ese momento se habían adentrado en el Ártico. «Su quilla tenía que ser redondeada para que la masa helada resbalara por debajo del navío. Le dicen que ese barco no existe y entonces encarga la construcción del 'Fram'».
Autor: Javier Cacho.
Editorial: Fórcola.
Precio: 27,50 euros.
496 páginas. España. 2017.
El velero, de 39 metros y con propulsión también a vapor, zarpó de Bergen el 2 de julio de 1893. Nansen había calculado que el viaje les llevaría de dos a tres años, y en las bodegas llevaban alimento y carburante para cinco. Después de más de un año a la deriva entre el hielo, el explorador concluye que así no llegarán a su destino. «A 700 kilómetros del Polo, Nansen y Johansen se bajan del 'Fram' y, con dos kayaks y tres trineos tirados por perros, ponen rumbo al Norte. Todavía no existía la radio, por lo que no podrían volver a comunicarse con los once tripulantes que dejaban en el barco. Su intención era alcanzar el Polo Norte y volver a pie a Noruega», explica Cacho, un reconocido investigador polar que fue durante varias campañas jefe de la base antártica española Juan Carlos I.
Un mes más tarde y tras enormes esfuerzos, llegan hasta los 86º 14' N. «Les quedan 400 kilómetros, pero, de común acuerdo, deciden desistir y salvar sus vidas». El deshielo complica el regreso, se les acaban los víveres, cazan focas, sacrifican a los perros... Ante la inminencia del invierno, a finales de agosto levantan una diminuta cabaña con piedras y nieve. «Mide dos por tres metros y dentro la temperatura es de 0º C. Comparten saco de dormir. Comen osos y morsas, y se calientan con la grasa de estas. El 31 de diciembre de 1895 Nansen invita a Johansen a que comiencen a tutearse. 'Como usted quiera, doctor Nansen', le responde su compañero». El 28 de mayo de 1896 reemprenden la vuelta a casa. No saben dónde están. Por fortuna, el 17 de junio se encuentran con la expedición británica liderada por Frederick Jackson. Están salvados.
Después de tres años en el Ártico, los trece miembros de la expedición vuelven a casa sanos. No han pisado el Polo Norte. Nadie lo hará 'por tierra' hasta el 19 de abril de 1968, cuando lleguen Ralph Plaisted, Walt Pederson, Gerry Pitzl y Jean-Luc Bombardier en motos de nieve. De regreso en Noruega, Nansen retoma su interés por la ciencia, centrándose en la oceanografía, pero en 1906 es nombrado primer embajador en Londres de la recién nacida Noruega. En 1907, cede a Amundsen el 'Fram' para la conquista del Polo Sur y, tras la Primera Guerra Mundial, es nombrado Alto Comisionado de la Sociedad de Naciones, antecedente de la ONU.
Como diplomático, gestiona con éxito el intercambio de prisioneros de la Gran Guerra y organiza la ayuda para los millones de víctimas de la hambruna rusa de 1921. Un año después crea el 'pasaporte Nansen', un certificado de viaje para refugiados reconocido por 52 países, uno de los motivos por los que recibe ese mismo año el Nobel de la Paz, cuya dotación dedica a causas humanitarias, como el resto de su vida hasta su muerte a los 68 años de una embolia cerebral.
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