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Las posesiones demoniacas no serían lo mismo sin 'El exorcista'. William Peter Blatty (1928-2017) estableció con esa novela el canon de ese subgénero del terror. Convirtió de la noche a la mañana a una angelical niña en un monstruo y su dormitorio, en el ... campo de batalla entre el Bien y el Mal, entre los padres Merrin y Karras y el demonio de nombre Pazuzu que se había apoderado de la pequeña. Con su don de lenguas, fuerza sobrehumana, contorsiones imposibles, levitaciones, obscenidades, vomitonas y llagas purulentas, Regan MacNeil es todavía hoy el prototipo de la endemoniada.
'El exorcista' cuenta la historia de una niña que, tras contactar co una entidad a través de la güija, empieza a comportarse de un modo extraño. Su madre, actriz de éxito, busca ayuda en la psiquiatría y consulta con un jesuita, el padre Damien Karras de la Universidad de Georgetown, que concluye que la pequeña es víctima de una posesión. Él y otro jesuita más experimentado, Lankester Merrin, someten a Regan a un ritual en el que el demonio hace alarde de su poder y se enfrenta físicamente a los sacerdotes. Hasta el extremo de lanzar al padre Karras por la que se conoce como 'la escalera del exorcista', hoy una de las atracciones turísticas de Georgetown y donde el autor de la novela posaba en 2013, con ocasión del 40 aniversario del estreno de la película.
William Peter Blatty nació en Nueva York el 7 de enero de 1928. Último hijo de los cinco de un matrimonio de inmigrantes libaneses, su padre abandonó el hogar cuando él tenía 3 años y se crio con su madre, una devota católica que vendía membrillo casero por las calles de Manhattan. Creció en lo que años después consideraba «una cómoda indigencia». «Nunca vivimos en la misma dirección de Nueva York más de dos o tres meses seguidos. El desalojo estaba a la orden del día», aseguraba a 'The Washington Post' en 1972. Cursó la secundaria con los jesuitas en Brooklyn y obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Georgetown, también de la Compañía de Jesús, donde se graduó en Literatura Inglesa en 1950.
«Los años de Georgetown fueron probablemente los mejores de mi vida. Hasta entonces, nunca había tenido un hogar», recordaba en 2015. Ese barrio de la capital estadounidense es el escenario de 'El exorcista'. Allí fue donde el universitario Blatty supo de una historia que le persiguió años. La publicó 'The Washington Post' en su portada el 20 de agosto de 1949. «En lo que tal vez sea una de las experiencias más notables en la historia religiosa reciente, un niño de 14 años de Mount Rainier ha sido liberado de una posesión demoniaca por un sacerdote católico», contaba el periodista Bill Brinkley, quien precisaba que «solo después de entre 20 y 30 sesiones del antiguo ritual del exorcismo, aquí [en Washington DC] y en San Luis, el diablo fue finalmente expulsado del niño».
Tras hacer un máster en la Universidad George Washington, Blatty se ganó la vida como vendedor de aspiradoras y conductor de un camión de reparto de cerveza. Se alistó en la Fuerza Aérea y, entre 1955 y 1957, estuvo destinado en Beirut como empleado de la Agencia de Información de Estados Unidos, un organismo de propaganda. Mandó desde allí artículos humorísticos a revistas y, de vuelta a casa, fue relaciones públicas de las universidades angelinas de Loyola y del Sur de California. Cuando en 1961 ganó 10.000 dólares en un concurso de televisión, decidió dedicarse solo a escribir.
En los años 60 publicó, con muy buenas críticas, novelas cómicas y se hizo un hueco en Hollywood. Firmó para Danny Kaye el guion de 'Solo contra el hampa' (1963); el de 'Prométele cualquier cosa' (1965) para Warren Beatty y Leslie Caron; y, para Blake Edwards, los de 'El nuevo caso del inspector Clouseau' (1964), '¿Qué hiciste en la guerra, papi?' (1966), 'Gunn' (1967) y 'Darling Lili' (1970). Pero de repente los gustos del público cambiaron, la comedia cedió paso al drama y el cine le dio la espalda.
Blatty recordó entonces la historia del poseído de Mount Rainier (Maryland) y se sentó a escribir 'El exorcista'. Cuando la novela ya estaba en manos de Bantam, la intentó vender como película. «Todos los estudios y productoras de Hollywood a quienes envié el manuscrito me mandaron una carta de rechazo. Una carta modelo», lamentaba en 2009 en la revista 'Cemetery Dance'.
'El exorcista' llegó a las librerías en junio 1971. Encabezó diecisiete semanas la lista de ventas de 'The New York Times', en la que aguantó más de un año, se tradujo a docenas de idiomas y solo en Estados Unidos vendió en un año 13 millones de ejemplares. Ante tal éxito, Hollywood reculó y el 26 de diciembre de 1973 se estrenó la película, dirigida por William Friedkin y con guion de Blatty. Fue un taquillazo -costó 12 millones de dólares y hasta 2019 había recaudado 441- y la primera cinta de terror candidata al Oscar a mejor película. Nominada a los premios de la Academia de Hollywood en diez categorías, ganó en las de guion adaptado y sonido, además de los Globos de Oro a mejor película, director, guion y actriz de reparto (Linda Blair, por la endemoniada).
Durante sus primeras semanas en cartel, la crudeza de varias escenas -como la de la masturbación de Regan con un crucifijo, que no existe en el libro- provocó desmayos y vómitos entre el público, según 'The Washington Post'. Todavía hoy la historia de la niña poseída -la escrita y la filmada- resulta impactante y más aún si se tiene en cuenta que está basada en hechos reales, aunque eso es algo que matizaba el propio Blatty. «'El exorcista' no es el caso de 1949. Me dio la idea; nada más. El resto -excepto el síndrome de posesión, que es el mismo desde el Antiguo Egipto- salió de mi cabeza», dijo en su día. ¿Pero qué ocurrió en 1949?
En 1997, cuando la franquicia ya contaba con tres películas, el escritor Mark Opsasnick se propuso averiguar qué había de verdad en la historia del niño que Blatty había convertido en niña por motivos dramáticos. Empezó sus pesquisas en Mount Rainier, la localidad donde vivía el chaval, según 'The Washington Post'. Allí, un vecino le dijo que el muchacho residía en realidad en Cottage City y, tras el demoniaco episodio, se había graduado en el colegio de los jesuitas de Gonzaga, en Washington DC, y había hecho vida normal. Como, de acuerdo con un supuesto diario que habría llevado uno de los exorcistas y leído Blatty, pasaron tres meses desde los primeros síntomas de posesión -el 15 de enero de 1949- hasta el final del ritual -el 18 de abril-, Opsasnick supuso que el niño había perdido un curso escolar y podía haberse graduado en 1954.
Ese dato le llevó a identificar en el anuario de 1954 del colegio Gonzaga a cinco chicos que eran feligreses de la iglesia de St. James de Mount Rainier. Uno había nacido el 1 de junio de 1935 -fecha del nacimiento del poseído, según la revista esotérica 'Fate'- y vivía en Cottage City. Opsasnick ya tenía un nombre, aunque ocultó la identidad del chico bajo el ficticio de Rob Doe. El diario del exorcista contaba que, en enero de 1949, días después de la muerte de una tía que había enseñado al niño a jugar con la güija, empezaron a escucharse ruidos en la habitación del muchacho y este abandonó la escuela secundaria a la que iba y que odiaba.
A finales de febrero, cuando presentó en la piel arañazos que parecían de garras, la madre pidió ayuda al padre Eward Hughes, párroco de St. James, como hace la de Regan en la novela. Rob fue ingresado entonces en el hospital universitario de Georgetown, donde le dieron el alta el 3 de marzo. Opsasnick consiguió en 1997 hablar por teléfono con el padre Walter Halloran, que había ayudado en el exorcismo a su colega Hughes, ya fallecido. El jesuita le contó que Rob «simulaba» hablar en latín, que su voz no cambiaba en ningún momento y que, una vez que le golpeó la nariz, tampoco lo hizo con una fuerza extraordinaria. Sí les había escupido, pero no recordaba que orinara o vomitara «en exceso». Tampoco hubo levitaciones ni contorsiones, aunque sí marcas en el cuerpo del chaval que podían achacarse a autolesiones.
Después de entrevistarse con amigos de la infancia del niño y con sacerdotes, Opsasnick concluyó que el muchacho tenía «serios problemas emocionales» y sufría «de algo que la moderna psiquiatría podía haber diagnosticado correctamente». «Era un hijo único mimado y perturbado con una madre sobreprotectora y un padre ausente», explicaba en 1999 en la revista 'Fortean Times'. «Para los psiquiatras, Rob sufría una enfermedad mental; para los sacerdotes, era un caso de posesión demoniaca; para los escritores y productores de cine, una gran historia que explotar económicamente». Para Blatty, profundamente católico, el exorcismo fue real. «No es una historia de terror. Es real. Algo que ocurrió aquí, en Washington DC, con la vida ordinaria zumbando por todas partes», decía en 2015.
Opsasnick publicó el resultado de su investigación en la revista 'Strange' y en el librito 'The real story behind 'The exorcist'' ('La historia real detrás de 'El exorcista', 2007). Basándose en su trabajo, otros autores identificaron públicamente al muchacho como Roland Edwin Hunkeler, que estudió ingeniería química y trabajó en el Centro Espacial Goddard de la NASA, en Maryland. Se casó en 1970, tuvo tres hijos y, a mediados de la década pasada, ya jubilado, vivía en Maryland, ajeno a todo interés por su figura.
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