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JOSÉ ANTONIO GUERRERO
Domingo, 24 de marzo 2019, 00:11
Sólo una palabra, pero toda una declaración de intenciones. Eso es lo que ha hecho la Real Sociedad al modificar la letra de su himno oficial para hacerlo más plural e inclusivo. El 'Txuri Urdin', compuesto y escrito en euskera en 1970 por Ricardo Sabadie, ... tiene desde hace unos meses una nueva versión en la que se ha sustituido la frase 'Aurrera mutilak' (Adelante muchachos) por 'Aurrera Reala' (Adelante Real), lo que ha sido bien recibido por la afición y, sobre todo, por el vestuario de sus divisiones femeninas, que lo ven como un gesto simbólico en favor de la igualdad.
«No ha sido ninguna petición oficial; ha sido una decisión de la junta directiva movida por los valores de la Real. Al fin y al cabo, el club está formado por hombres y mujeres que sienten el orgullo de ser y defender sus colores», dice Luis Arconada, responsable de Comunicación del club donostiarra, que recuerda que la Real también tiene secciones femeninas en otros deportes como hockey hierba, atletismo o pelota.
Alterar la letra de un himno, por mínima que sea, siempre acaba siendo un asunto peliagudo, pero en este caso, salvo algún purista aislado, esta pequeña 'revolución' semántica ha merecido el aplauso de la masa social y de las jugadoras. Una de ellas es Mariasun Quiñones (Hondarribia, 22 años), guardameta de la Real desde hace cinco temporadas e internacional con la selección española. «¡Claro que nos ha gustado esta iniciativa! La sociedad va dando pasos hacia adelante y este es uno de ellos. El club siempre ha apostado por incluir a la mujer y este es un bonito detalle que en el vestuario ha sentado muy bien», afirma el 'muro' del conjunto txuri-urdin (sexto en la Liga Iberdrola), que el próximo 11 de mayo se enfrentará al Atlético de Madrid (primero) en la final de la Copa de la Reina, en Granada.
La nueva letra con el 'Aurrera Reala' llegó acompañada de una versión más lenta y solemne del himno, interpretada por 170 voces; pero este arreglo musical no ha gozado de la misma aceptación, por lo que se ha vuelto a una versión con más ritmo. El remozado himno se estrenó en Anoeta en el derbi contra el Athletic de Bilbao de la Liga Iberdrola ante más de 21.000 espectadores. El Athletic, por cierto, también recoge en su himno la palabra 'muchachos' en euskera, pero no tiene intención de cambiarlo.
«Poco a poco», apunta Mariasun Quiñones, «parece que la gente se acerca a vernos a los estadios grandes. También es verdad que ahora estamos teniendo la oportunidad de jugar en ellos, lo que antes era impensable», agrega.
El llenazo del domingo pasado en el Wanda Metropolitano (60.739 espectadores en las gradas para ver el Atleti-Barça, récord de asistencia a un partido de fútbol femenino en España) parece marcar el camino. «Confío en que los clubes y los altos cargos nos sigan dando esa oportunidad y esa visibilidad», subraya Mariasun. Ella, con un título de Magisterio bajo el brazo, vive en casa de sus padres porque, de momento, sólo se dedica al fútbol y con lo que gana no se puede independizar. El sueldo medio de una jugadora de la Real ronda los 7.000 euros al año, unos 600 al mes. «Por pedir, pediríamos más, pero antes hay que ingresar más dinero. Ahora cobramos más que hace cinco años y seguramente dentro de cinco cobraremos más que ahora».
La decisión de la Real también ha merecido el aplauso de Vero Boquete, una histórica del fútbol femenino español, que a sus 31 años fichó en enero por el Utah Royals, de la liga estadounidense, el decimotercer equipo de una carrera que le ha llevado a jugar en España, Estados Unidos, Rusia, Suecia, Francia, Alemania y China. «Este gesto por parte de la Real hay que celebrarlo. Entiendo que haya gente que prefiera respetar la tradición y no tocar el himno, pero estamos en 2019, hay que evolucionar y dar pasos hacia adelante como éste», cuenta la profesional en conversación telefónica desde Los Ángeles, donde prepara la pretemporada, que empieza en abril. «Que estemos acostumbrados a algo no significa que sea lo mejor o lo correcto. A las mujeres nos ha costado entrar en el fútbol porque de siempre ha sido un deporte más masculino». Por eso dice que vio cómo un sueño se hacía realidad cuando, hace una semana, el Wanda colgaba el 'no hay entradas' para un partido de mujeres. «Siento envidia sana. Toda la vida he soñado con jugar en un estadio de primera división lleno, siempre he pensado que era una utopía, pero eso demuestra que si se trabaja por y para el fútbol femenino llegan los resultados».
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