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yvonne fernández, Marta Madruga, O. B. de Otálora y PABLO DEL CAÑO
Viernes, 13 de octubre 2017
El Guggenheim puede ser voluptuoso. La artista Lorena Ramón Peiro, una de las expertas de la pintura corporal -'bodypainting'- en Europa, ha realizado para elcorreo.com una obra de arte con motivo del veinte aniversario de la pinacoteca en el que la que el titanio ondulado del museo vizcaíno y sus imágenes referenciales como el Puppy o la araña de Louise Bourgeois -La mamá-cobran vida sobre la piel de una modelo. Es el arte más efímero posible. Maquillaje y polvos metálicos extendidos sobre la piel para una imagen que desaparecerá unos minutos después de haberse dado la última pincelada. Decenas de horas de documentación y trabajo de estudio, siete horas de maquillaje y paciencia....para una imagen que desaparece en una ducha.
Lorena Ramón está acostumbrada a que sus creaciones solo sobrevivan en Instagram. Esta aragonesa de 32 años, afincada desde el 2010 en Bilbao, fue galardonada con el tercer premio amateur hace tres años en el Festival Mundial de Pintura Corporal de Austria, uno de los principales eventos mundiales sobre esta actividad . Fue estudiante de Bellas Artes y llegó al mundo del maquillaje corporal de forma autodidacta. «Llevar el Guggenheim al cuerpo humano ha necesitado varias horas de estudio. Podía haber elegido un hombre o una mujer, pero preferí a una chica porque el cuerpo femenino se adapta mejor a las formas redondeadas del museo», explica. Ni el más mínimo detalle de su trabajo está dejado a la improvisación. Para pintar la piel de modelo ha examinado tanto las obras emblemáticas como las formas del exterior y el interior de la pinacoteca.En su obra para este periódico ha incluido algo inusual en el 'bodypainting'. Una serie de 'leds' colocados en la pierna de la protagonista homenajean a la instalación que Jenny Holzer diseñó para la capital vizcaína y que puede verse en el interior de la pinacoteca. En el siguiente vídeo se puede apreciar el efecto final del trabajo artístico sobre un cuerpo humano.
Las siete horas de trabajo que Lorena dedicó a recrear la obra de Frank Ghery con cosméticos fueron una demostración de paciencia y de trabajo incansable. En especial para Lierni Osa, la modelo. Esta joven de Zarauz, estudiante de maquillaje y también aficionada al 'bodypainting', soportó las interminables pinceladas sobre su cuerpo con un estoicismo de otro planeta. Adicta al 'cross fit', el deporte de moda, se alimentó casi en exclusiva de barritas energéticas y un pequeño bocadillo durante toda la sesión. Aceptó colocarse las lentillas que transformaron su mirada en la orilla de un mal azul turquesa y únicamente se quejó cuando alguno de los polvos metálicos que se utilizan para embellecer el resultado final entraron en sus ojos.
Todo el trabajo artístico fue realizado en el estudio de maquillaje Make Up Camarena, una zona de trabajo que se convirtió en una especie de quirófano de la pintura gracias al trabajo y el instrumental casi de cirugía de Lorena Ramón. Pinceles de todos los tamaños, botes con aguacolor -la pintura especial para el cuerpo humano-, fotografías del Guggenheim desde todos los ángulos, pruebas para los 'led', el tocado especial para culminar la obra de arte. Porque no se trataba solo de pintar. Cada pliegue, cada curva del cuerpo de la modelo era sometido a un escrutinio intenso para que su anatomía se adaptase a la geometría imposible del museo. Y la artista calculaba con la precisión de un ingeniero como los movimientos de Lierni iban a componer más tarde cuando los brazos, por ejemplo, se juntasen para formar la araña de Bourgeois y entre sus pies surgiera 'El gran árbol y el ojo' de Kapoor Anish. O cuando sus piernas formasen un Puppy imposible al rozarse sus muslos. La representación incluía un homenaje a los veinte años de la pinacoteca con una doble XX en las manos dibujado con una pintura especial que se ilumina con rayos ultravioleta.
Como artista, Lorena Ramón es una apasionada de la representación de la belleza. En algunas de sus obras pasadas ha representado rasgos tribales africanos o, en la pieza con la que ganó en Austria, una sinfonía de la metamorfosis en el que las mariposas flotaban sobre la piel de la modelo. Ella explica así las claves de su actividad: «La pintura corporal permite hacer cosas maravillosas. No solo contiene la belleza del arte sino también la del cuerpo humano. Es una creación no perecedera pero lo tiene todo. Por unos momentos puedes sentir que el Guggenheim forma parte de ti».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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