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Los bailarines de 'Danza del rayo' (2018), videoinstalación de Cecilia Bengolea.

El Guggenheim invita a bailar en Jamaica

La videoartista argentina Cecilia Bengolea explora en 'Animaciones de agua' la cultura del dancehall, «el hermano punk del reggae»

Jueves, 24 de junio 2021, 13:44

El dancehall surgió en los años 70 en los suburbios de Kingston y toma su nombre de las salas en las que se bailaba música popular jamaicana. El tono narcótico del reggae dio paso a coreografías sensuales con influencias de África y el Caribe. Las letras machistas y homófobas también se abrieron a contenidos reivindicativos hasta convertirse en arma de empoderamiento de mujeres y homosexuales. El dancehall, cuya influencia en el hip hop es notoria, se baila desde Ghana a Panamá y a veces se confunde con el twerking. Sus movimientos remiten a acciones cotidianas: andar con cadenas, cortar caña de azúcar, practicar sexo...

Cecilia Bengolea (Buenos Aires, 1979) quedó fascinada por la cultura del dancehall la primera vez que viajó a Jamaica hace siete años. «Encontré una mezcla de ritmos: drum and bass, hip hop, trap y reggae», recuerda. «A veces el dancehall se define como el hermano punk del reggae, es una actualización de este género, más rápida y agresiva. Habla con humor y bronca del sexo, la muerte, la criminalidad...». Esta artista y bailarina que fusiona en su obra el vídeo, la coreografía y la escultura presenta en el Guggenheim hasta el 24 de octubre 'Animaciones de agua', tres videoinstalaciones que según Manuel Cirauqui, comisario del programa de exposiciones Film & Video del museo, «son una inyección de vitalidad y fuerza, que ojalá arrastre al público a bailar frente a la pantalla».

La pieza más sugerente es 'Danza del rayo' (2018), seis minutos en blanco y negro en los que un grupo de bailarines se contorsionan con el torso desnudo bajo un impresionante aguacero junto a una carretera. Los truenos y el sonido ambiente de la lluvia se superponen a la banda sonora del DJ Equiknoxx Music. «Me recuerda un poco al punk argentino que viví de adolescente en los años 90», apunta Bengolea, bailarina autodidacta que en un momento de la pieza se lanza a evolucionar con los protagonistas. «El dancehall celebra la vida y la muerte. Al comienzo de las fiestas en Jamaica, que se celebran casi todos los días, siempre se ponen canciones melancólicas para celebrar la muerte de amigos y se arroja alcohol al suelo para que ellos beban».

Cecilia Bengolea ante su obra en el Guggenheim. P. Urresti

La entrada de la sala oscura en la que se proyecta 'Danza del rayo' está flanqueada por dos animaciones digitales. En 'Bestiario' (2019), Bengolea se inspira en 'El libro de los seres imaginarios' de Jorge Luis Borges y su propio cuerpo escaneado muta en un conjunto de criaturas fantásticas. Recuerda al 'morphing' del villano de 'Terminator 2', que parecía compuesto de mercurio líquido. Por su parte, 'Posturas favoritas' (2018) sugiere un cuerpo sin límites a partir de la figura casi mitológica del pulpo. «Es una exposición extremadamente energética, eléctrica, en la que el agua es un elemento conductor de la energía del baile», define Cirauqui.

Imagen de 'Bestiario' (2019).

Bengolea, que reside en París desde hace dos décadas y ha expuesto en la Tate Modern, la Bienal de Sao Paulo y el Centro Pompidou, no ha acudido a ningún conservatorio. «He estudiado artes marciales, tai chi, kung fu, danzas arcaicas, antropológicas... Hago mis obras relacionándome con la gente. Y en Jamaica todos bailan dancehall: los viejos, los jóvenes, los niños... Hay una cultura de la calle, un estilo de vida con DJ, bailarines, promotores, gente que hace ropa... Una cultura de afirmación personal, como todas las de street dance. En China y Rusia conocen las letras de las canciones y los pasos sin haber pisado jamás Jamaica».

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