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Juan Ignacio Vidarte, director general del Guggenheim, tiene claro que el museo se dedica a proporcionar experiencias artísticas significativas y que sin la visita directa a las salas ese objetivo resulta imposible. Pero también sabe que las tecnologías pueden enriquecerla antes, durante y después ... de la misma en un contexto en el que el perfil de la mayoría de los visitantes incluye la faceta digital. «La web es importante para nosotros porque tenemos un público que en un 70% viene del extranjero y en un 90%, de fuera de Bizkaia. Después de Semana Santa ya tendremos una página nueva, mejorada. Pero la digitalización implica mucho más», explica.
Reconoce que abordar un plan de carácter integral es «caro, por el lanzamiento y el mantenimiento», y que las preguntas por el «cuándo, cómo y el qué» resultan esenciales. Pero en el Guggenheim interiorizaron que debían dar un paso adelante en vez de cruzarse de brazos. «Un plan digital tiene que afectar al funcionamiento de toda la organización y enriquecer la visita aportando contenidos específicos. Y debe mejorar nuestra relación con la audiencia de distintas geografías y generaciones, en especial con las más jóvenes», enumera Vidarte.
Para pilotar el plan se ha incorporado a la plantilla Diego Cenzano como director técnico de Transformación Digital, que próximamente tendrá a otra persona a su lado. «En lo que se refiere a nuestro trabajo interno, no sólo se trata de mejorar las herramientas, sino de compartir la información y de que fluya entre los departamentos, entre los conservadores y organizadores de las muestras, de comunicación, educación, montaje, proveedores, empresas asociadas...», explica.
Ahora están buscando una herramienta de archivo para alojar contenidos sobre la colección, los montajes de exposiciones y los catálogos. «En los últimos cuatro años hemos aumentado el número de muestras y poder consultar cómo hemos resuelto los problemas nos va a dar más agilidad», añade Vidarte.
El nivel de complejidad para exponer la obra de la artista conceptual Jenny Holzer ha sido alto, con paredes cubiertas de pasquines y barras de leds con mensajes en movimiento, entre otros soportes. La misma frontera entre lo analógico y lo digital hace tiempo que comenzó a diluirse en el arte contemporáneo. Y conservar las obras que tienen un marco tecnológico supone estar siempre pendiente de la obsolescencia de sus componentes y de sus formatos, así como de su actualización.
Para llegar a los distintos públicos, Cenzano y Vidarte coinciden en que el móvil se ha convertido en el instrumento básico de comunicación y por eso harán que por él pase la compra de entradas, lo que reducirá las colas, y los contenidos de las audioguías, a los que se accede con un código. Exposiciones como 'Architecture Effects', en cartel hasta el 28 de abril, desarrollan una parte de su contenido en su aplicación especial, como el catálogo o vídeos adicionales, y también activa algunos elementos de las obras mostradas.
La digitalización les permitirá asimismo mejorar su comunicación con los amigos del museos -unos 22.000 y con un crecimiento de cinco mil en los últimos seis años aproximadamente-, así como con los miembros de Community, personas con un interés por el museo y sus actividades. Los dos grupos suman 47.000 miembros.
En el ámbito educativo, el Guggenheim ha firmado un acuerdo con Microsoft para incorporar a su programa materiales interactivos y audiovisuales. «Se trata de llevar el museo más allá del espacio físico con aulas virtuales y charlas en tiempo real, a la que se podrán conectar los colegios. La primera experiencia de este tipo la tendremos antes del verano», resalta Cenzano.
Este año se pondrá en marcha el proyecto de inteligencia artificial. Aprovechando el cambio en la iluminación a lámparas led, están colocando unos dispositivos que permitirán analizar los tiempos que los visitantes pasan dentro de las distintas salas y en las áreas dentro de ellas a partir de las señales que emiten los móviles, siempre de manera anónima. También recogerán y procesarán los mensajes de las redes sociales. «Tenemos 1,3 millones de visitantes y sabemos muy poco de ellos, qué les ha parecido la visita, qué les ha gustado más o menos, cuánto tiempo han estado en la taquilla y cuánto en el ropero. Esa información nos ayudará a mejorar», dice Vidarte. El Guggenheim del futuro ya está aquí.
El Guggenheim presentó el pasado noviembre la plataforma Artitz, con contenidos en euskera sobre arte moderno y contemporáneo, una iniciativa que podría considerarse como un antecedente de la digilitalización. Reúne materiales relativos a las exposiciones que se han celebrado en los 21 años de existencia del museo y en el momento de su presentación recogía 1.305 documentos de 44 muestras.
La traducción al euskera de los contenidos que previamente no estaban en este idioma se ha hecho con la colaboración de Eusko Ikaskuntza. Era un territorio nuevo, ya que el euskera apenas había entrado en la terminología del arte moderno y contemporáneo. «Ha sido un gran esfuerzo de léxico», comenta Vidarte. El sistema de información se realizó con herramientas de software libre y permite enlazar con repositorios internacionales.
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