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El Guggenheim va cerrando el año del 25 aniversario con números redondos. En la taquilla y en la tesorería. El museo sumó la mañana de este martes 25 millones de visitantes, simbólica cifra encarnada por una pareja de turistas catalanes. El mismo día de ese ... hito, que hace soñar con un posible récord anual de público al término de este 2022 -establecido en los 1,32 millones de personas logrado en 2017-, el Gobierno vasco confirmaba un fondo para la compra de obras. En concreto, aportará 1.249.499 euros adicionales a la ampliación de capital de la Sociedad Tenedora, responsable de la adquisición de piezas artísticas, tal y como se estableció en el último Patronato reunido el pasado día 12.
Los buenos resultados económicos con los que el Museo Guggenheim encara la recta final del año -ingresos por entradas, patrocinios y ventas en la tienda- le han permitido dedicar esa subvención pública a la compra de obras, en vez de a equilibrar las cuentas y compensar eventuales pérdidas. No es el caso.
De hecho, ha ampliado este año su colección con la compra de obras de El Anatsui, Ellsworth Kelly, Jenny Holzer, Alyson Shotz, Alex Reynolds y Esther Ferrer, valoradas en diez millones de euros, gracias a las aportaciones de los socios -Gobierno vasco y Diputación de Bizkaia- en los años 2019, 2020 y 2021 y al remanente que había antes del parón de los fondos institucionales por la crisis financiera.
De momento, sigue la fiesta en el Guggenheim. El 'seny' puede explicar la aparente calma con la que asumió ayer Jordi Sanz su privilegiada condición de visitante 25 millones del museo. La prudencia que se atribuye tópicamente a los catalanes o, quizás, la proliferación de programas de cámara oculta, justificaría el escaso asombro que ha mostrado cuando Juan Ignacio Vidarte le ha comunicado que, por gozar de esa condición, había ganado un viaje para dos personas a la ciudad de Nueva York. «Pensé que era una broma pero veía la tarjeta que nos habían entregado y decía que era el director», ha revelado Marta de la Fuente, su pareja. Ambos, procedentes de la localidad barcelonesa de Mataró, acababan de llegar de San Sebastián y se prestaban a pasar el día recorriendo Bilbao. La visita comenzaba por la pinacoteca, su primera visión tras abandonar el túnel de Artxanda. «Si no pasas por aquí, cometes un pecado mortal», han reconocido.
El Guggenheim asume la recta final de su veinticinco aniversario reuniendo otros tantos millones de personas que han accedido a las salas. «Estamos muy contentos de habernos encontrado con esta pareja que entraba al museo por primera vez», ha explicado Vidarte en el atrio del edificio. A primera hora de la mañana, la mayoría de los asistentes eran jóvenes estudiantes que, ajenos a la celebración, escuchaban las explicaciones de sus profesores.
El director del museo ha señalado que resultaba especialmente feliz acabar el año cumpliendo esta cifra redonda de público. «No creo que en esta ocasión lleguemos a un récord anual de visitantes, pero estaremos muy cerca, en torno a 1,3 millones y, sin duda, superaremos las estadística de 2019, el ejercicio previo al confinamiento», ha indicado. Las últimas cifras oficiales revelan que la pinacoteca había registrado 1.247.599 personas hasta el pasado domingo 11 de diciembre, vísperas de la reunión del Patronato. El récord está en 1,32 millones de 2017, el año del 20 aniversario. Para llegar a él tendrían que vender unas 3.500 entradas por día, o alguna más si se tienen en cuenta los días de cierre.
La pasada primavera supuso un repunte que ahora desemboca en estadísticas que podrían pensarse inalcanzables tras la crisis motivada por la pandemia. «Pensábamos que este año no se podría cumplir, que este sería un año de transición, aunque todos teníamos mucha ilusión», señaló. Entre los motivos para este inesperado éxito, apuntó la acogida experimentada por los encuentros con la ciudadanía o el interés por la puesta en valor de la colección propia. «Creo que estos números avalan nuestra trayectoria a lo largo de este cuarto de siglo», remarcó.
Asentar este proceso positivo será el objetivo del inminente 2023. Pablo Picasso, Joan Miró y Oskar Kokoschka serán algunos de los protagonistas de la programación que arranca en enero. Aunque las estimaciones se antojan positivas, con un creciente porcentaje de visitantes foráneos, el director del Guggenheim también se adhirió a la prudencia, al 'seny' que evidenciaban los afortunados de Mataró. «Somos conscientes de que vivimos tiempos de incertidumbre y cualquier cosa puede afectar a las previsiones», ha alegado. «Pero seguimos con nuestro optimismo y nuestra previsión es ambiciosa y aspira a consolidar la recuperación».
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