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Las medidas de apoyo a las empresas por parte de los distintos niveles de gobierno están anunciadas, entre ellas los préstamos para que los negocios no quiebren por falta de liquidez, el aplazamiento de las obligaciones con Hacienda y los expedientes de regulación de empleo ... temporal (ERTEs). Pero la mayoría aún no han entrado en funcionamiento y en el Gobierno vasco saben que muchas iniciativas culturales están organizadas por microempresas a las que estas gestiones les suponen un esfuerzo, o directamente un quebradero de cabeza. «Tenemos que ayudarlas para que sepan cómo acceder a estas ayudas», defiende el consejero de Cultura Bingen Zupiria.
Nadie conoce qué dimensión alcanzarán los problemas derivados de la pandemia, pero en Lakua no dan por perdido el trabajo de los programadores públicos realizado hasta ahora, y apoyan el aplazamiento de las actividades en vez la suspensión de las mismas. «Es fundamental que estas cancelaciones de eventos musicales, de artes escénicas y del resto de sectores sean temporales y no definitivas. Se deberían programar cuando se supere esta situación de emergencia», destaca Zupiria, que ve también como tarea de su departamento «paliar, en la medida de lo posible, las consecuencias de esta crisis desde el punto de vista del empleo».
«Las instituciones formamos parte de museos e infraestructuras culturales que subcontratan muchos de sus servicios. Creo que, como patronos de esas entidades en las que participamos, debemos tener una sensibilidad especial en este terreno laboral», añade. El consejero anuncia además que «harán un esfuerzo» mantener las convocatorias para ayudas y subvenciones a creadores y productores, «sin los cuales no puede existir una oferta cultural».
Una oferta que desde el sector del libro se está viendo muy perjudicada por el cierre de las librerías. El negocio del libro representa el 32% del sector cultural, que en España da trabajo a más de 700.000 personas, o el 3,6% del empleo total del país. En tiempos de reclusión obligatoria, la venta por internet ha crecido, pero su volumen está muy lejos de compensar la falta de ingresos de los establecimientos físicos. Como consecuencia, la Casa del Libro, del grupo Planeta, ultima un ERTE para su red de 47 librerías, tres de ellas en las capitales vascas, que afectará a unos 500 trabajadores, según fuentes sindicales.
En la misma situación se halla Elkar, empresa que cuenta con 18 librerías en Euskadi, la primera del sector con mucha diferencia en volumen de ventas respecto a los competidores. Sus establecimientos están cerrados desde el sábado 14 de marzo, por lo que han optado por presentar un ERTE que alcanzará a más de un centenar de empleados.
«Tenemos que velar por la salud de nuestros libreros y además estamos asistiendo a un parón cultural que nadie sabe cuánto va a durar. Es normal que la gente tenga pocas ganas de consumir», explica Gexan Sors, director de comunicación del grupo, que asimismo tiene editoriales, distribuidora y fundación.
La crisis de la pandemia se produce justo cuando el sector del libro empezaba a recuperarse de las consecuencias del crac financiero de 2008. «Desde ese año hemos perdido elel comienzo de este año ya había sido malo 32% de volumen de negocio y, si es cierto que en 2019 vimos una recuperación, . Está claro que vamos a necesitar ayudas públicas porque la capacidad de conservar los beneficios en sector cultural es muy baja. En cualquier caso, aguantaremos», anuncia Sors.
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