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La cumbre de Glasgow sobre el clima ha llegado a su final sin resultados brillantes. De esta gran cita debían surgir nuevos acuerdos para reducir emisiones y ofrecer fuentes de financiación a los llamados países vulnerables, los más afectados por la emergencia climática. Se buscaba ... también desarrollar procesos y herramientas a partir de los Acuerdos de París, con el fin de mantener la subida del calentamiento global lo más cerca posible a un grado y medio.
En su haber, el cónclave de Glasgow ha conseguido que las opiniones públicas occidentales estén más concienciadas que nunca sobre la emergencia climática. Pero ha quedado patente que los medios elegidos para afrontar este problema mayúsculo son todavía muy primitivos, un diseño político e institucional que no está a la altura del reto planteado. Tras quince días de negociaciones en la ciudad escocesa, aderezadas con grandes discursos, se han puesto de manifiesto algunos problemas de fondo. En primer lugar, el sistema de gobernanza es demasiado descentralizado e igualitario y depende de los compromisos que libremente quiera adoptar cada gobierno. Existen incentivos positivos y negativos para sumarse a los consensos, pero no son suficientes. Una alternativa futura puede ser crear un club dentro de la cumbre de los países con verdadero compromiso, como modo de presionar a los que quedan fuera. Pero todavía más interesante sería dejar atrás el modus operandi de la Asamblea General de Naciones Unidas, como ha señalado uno de los mayores expertos españoles sobre organizaciones internacionales, Koldo Echebarría. Sugiere superar la regla del consenso entre países muy diferentes, propia de las grandes conferencias, y aprender del método y los recursos con los que se gestiona el sector financiero global, gracias al esfuerzo combinado del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial y del trabajo del G-7 y del G-20 (en este foro están representados los países responsables del 80% de las emisiones globales).
Otro problema pendiente es cómo afrontar con mayor realismo el reto geopolítico: la lucha contra el cambio climático no puede abordarse principalmente con esfuerzos occidentales. China e India deben jugar en serio para superar este desafío global. Mientras tanto, el 84% de la energía que se consume en el mundo sigue siendo de origen fósil. Mientras reducimos la dependencia de estas fuentes, será preciso contar con ellas mucho más tiempo del que pensamos, modernizar su producción y re-examinar el futuro de la energía nuclear. Glasgow ha dejado claro que los comportamientos de gobiernos, empresas y ciudadanos no cambian con suficiente rapidez. La emergencia climática es muy real pero las soluciones globales, las únicas posibles, se siguen posponiendo.
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