'Gesto', «el faro ético» de los que siempre lucharon contra la violencia

El guipuzcoano, asegura, afrontó el reto de contar la historia de esta organización casi como un «dilema». «Tenía como ciudadano vasco las ganas de saber cuál fue la labor que hicieron y, al mismo tiempo, tenía la duda de si el pueblo vasco no les debía algo». Él, como muchos otros, no se manifestaron en esa época, reconoce, movidos por muchos «prejuicios». «Yo al final nací en una población trabajadora de las afueras de Donosti, en Lasarte-Oria, un niño de ikastola, euskaldun, y allí en ningún momento, ni en mi adolescencia ni después, fui a ninguna manifestación. Es más, yo en esa época, como todos en ese entorno, los veíamos incluso como los otros, los enemigos. Tampoco es que fuera una persona de la izquierda abertzale que ejerciera la violencia o el acoso contra ellos, pero sí que nos resultaban como mínimo gente extraña», recuerda.

En ese sentido, este documental le ha servido para terminar con esa aversión heredada de la adolescencia y que comenzó a minar cuando se mudó más tarde a Bilbao y a Barcelona. Todo abajo en apenas 80 minutos. Los que tardaron los ocho protagonistas de este filme en compartir, reunidos en Zarauz, aquellos años de plomo. «Ellos fueron un faro ético para todos porque sus reivindicaciones iban más allá de lo político, ellos propugnaban que matar estaba mal. Y, además, lo defendían para todo tipo de muertes, ya fueran causadas por ETA o por los GAL. Incluso hasta cuando un etarra fallecía fruto de un accidente. Creo que son un valor para todos los vascos. Dieron la cara para defender sus convicciones y sufrieron por ello», alaba el director.

Personas como Pepi, una vecina del barrio bilbaíno de Santutxu y coordinadora de las concentraciones de Gesto. Protagonista a la que guarda especial cariño y cuyo testimonio le marcó. «La empezaron a acosar el día en el que le pusieron un cartel que decía 'Pepi, la próxima paliza a un preso la sentirás en tus propias carnes'». Una realidad que, a su vez, aprecia Intxausti, cree que no se está viendo reflejada en algunas producciones recientes. «Hay películas que acaparan mucho protagonismo y que son magníficas como tal, pero que no dicen toda la verdad. No es lo mismo 'El desafío ETA' que 'Maixabel' o '918 Gau'. En 'Patria', por ejemplo, no hay nadie que se manifieste en contra de ETA y la víctima no tiene ningún apoyo. Creo que hay que ser responsables con estos trabajos porque un extranjero ve esa serie y piensa que todos los vascos fueron cobardes cuando no es cierto. Ahí está Gesto para demostrarlo».

En ese sentido, defiende Intxausti, ha tratado de ser lo más ecuánime posible a la hora de narrar la historia de la organización pacifista. «Uno de los valores del documental creo que es que, al no pertenecer yo a Gesto, he tenido que ser extremadamente objetivo. El análisis que hace la 'peli', por tanto, procuré que se basara en las noticias y en hechos contrastados», explica.

Todo sea por derribar ese mantra del silencio cómplice que ha sido alentado también desde la política. «Parece que en España se ha quedado la imagen de que los vascos solo dieron la cara en contra de ETA después del asesinato de Miguel Ángel Blanco y no es así. Se está obviando que antes hubo gente que ya se acercó a las víctimas. El lazo azul, sin ir más lejos, data del 1993 aunque luego el PP lo haya utilizado después en su favor».