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De Jim Morrison se sabe más de su muerte que de su vida. Cualquier aficionado a la música popular está enterado de que el cantante y letrista de The Doors descansa eternamente en el cementerio Père Lachaise de París, una especie de panteón artístico ... en cuyas fosas enterraron a Moliére, Chopin, Oscar Wilde y María Callas, entre otros. También son de dominio público las especulaciones sobre si la causa de su muerte el 3 de julio de 1971, cuando tenía 27 años, fue una sobredosis o un fallo cardíaco. Pero ¿qué personalidad tenía en la vida real más allá del mito del escenario?
El libro ‘De aquí nadie sale vivo. La vida de Jim Morrison’ (editorial Capitán Swing) da una respuesta pormenorizada a esta pregunta. Está firmado por Danny Sugerman, representante de The Doors y víctima directa de los desvaríos de Morrison, y por Jerry Hopkins, periodista de ‘Rolling Stone’ durante la época de gloria de la revista.
Publicado en inglés en 1985, utilizaron las técnicas de las biografías anglosajonas, la distancia con el biografiado y el amor por los datos, para abordar la polémica figura que sostenía la voz de ‘Riders of the Storm’ y de ‘LA Woman’. Así desmontaron a un personaje sin duda carismático cuando meneaba todo su cuerpo cantando pero tan odioso en su vida cotidiana que, después de leer el libro, nadie lo querría ni para cruzárselo por la calle.
Acostumbrado a cambiar de domicilio por la profesión de su padre, militar que participó en la Guerra de Corea, empezó su carrera de excéntrico en 1957, con 14 años, cuando estudiaba en un instituto de la isla de Alameda, frente a San Francisco. Acababa de publicarse ‘En el camino’ de Jack Kerouac, copiaba los párrafos que le gustaban en un cuaderno y llegó identificarse tanto con su protagonista, Dean Moriarty, que imitaba en público su manera de reírse, «ji, ji, ji, ji, ji».
Lector asiduo de Nietzsche, Morrison se fue a estudiar cine a una universidad de Florida. Bebía, montaba broncas en los autobuses de estudiantes y le arrestaron una vez. Pidió el traslado a la Universidad de California en Los Ángeles y se empeñó en hacer una película de fin de curso sin guión. Recibió un aprobado caritativo y, ególatra como pocos, le dolió que nadie se diera cuenta de genio. Pero lo más significativo de su estancia en esa universidad no fue lo que aprendió de cinematografía, sino su encuentro con Ray Marzarek, del que nació The Doors.
«Nademos hasta la luna, ah, ah/ subamos por la marea./ Descubramos la noche/ que la ciudad durmiendo oculta», escribió Morrison. A su compañero le encantó. «Montemos un grupo de rock’n’roll y ganemos un millón de dólares», le dijo Marzarek. «Es lo que he estado pensando en todo este tiempo», le contestó el futuro mito rockero.
El guitarrista Robby Krieger y el bajista John Paul Densmore se incorporaron para terminar el puzzle y después de un contrato con un cazatalentos de Columbia, que les dio dinero pero nada de éxito, comenzaron a buscarse la vida por los clubes californianos. «Hay ver a The Doors. Su cantante está loco»: esta era la voz que corría por la calle. Morrison, que ya empezaba a tener serios problemas con el alcohol y las drogas, no defraudaba.
A Jim Morrison le perseguían las ‘groupies’ de todos los tipos y el mánager de The Doors, decidió dar al cantante un imagen más chic para promocionarlo mejor. El acercamiento al círculo de Andy Warhol era perfecto para ese objetivo. Le presentaron a Nico, modelo alemana que había sido novia de Alain Delon, era íntima de Bob Dylan y actuaba en la película de Warhol ‘Chelsea Girls’. Poco después participó en el primer disco en estudio de la Velvet Underground, la banda de Lou Reed y John Cale. Empezaron a beber, tomaron drogas y, en un momento de la noche, se oyeron gritos. Morrison estaba tirando del pelo a Nico. «Está loco, completamente loco», se apresuró a decir delante de otros amigos.
En 1967 sacaron el disco titulado ‘The Doors’ en el que se encontraban las canciones ‘Break on Through (To the Other Side’) y ‘People Are Strange’. La canción ‘Light my Fire’ estuvo durante tres semanas en el número 1 de Estados Unidos, entre julio y agosto, y se convirtió en parte de la banda sonora del ‘verano del amor’, lleno de flores y de símbolos de paz de los hippies. Sin embargo, la conducta de Morrison seguía siendo de lo más belicosa.
Los autores del libro documentan malos tratos a la cantante Janis Joplin y a otras mujeres. Que se cayera en el escenario mientras cantaba por la borrachera entraba dentro de lo normal. En un concierto en Miami, en el que salió con una oveja en brazos, invitó al público a que subiera al escenario. Se montó un lío considerable de orden público y aquello marcó el inicio de la línea descendente. Cuando empezaban a ser millonarios, les dejaron de contratar porque nadie se fiaba de Morrison. El cantante decidió pasar una tem
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